Hacia 1928, cuando se estrenó el asfaltado de la Carretera Central entre el óvalo de Santa Anita y Huaycán (Ate), nadie imaginó que 85 años después esta zona limeña sería protagonista de un ‘boom’ comercial y de vivienda: más de 2.539 locales, entre tiendas y centros comerciales, y 25 mil hogares a lo largo de 16 kilómetros.

Este crecimiento desmedido se agrava a diario por la falta de cultura vial de los peatones y conductores, y ha convertido a la carretera en una vía urbana de alto riesgo, sin que las autoridades reparen en las peligrosas omisiones que implica.

FALTA DE PUENTES En el 2007, la División de Investigación de Accidentes de Tránsito de la policía informó que la Panamericana Norte era la vía con más atropellos de Lima. Le seguía la Carretera Central, cuyos primeros 20 km registraban el 84% de las muertes. Con esos datos, la institución sugirió a Lima construir al menos 30 puentes peatonales para bajar la mala racha.

Aunque a la fecha el orden de la lista se mantiene –con 37 y 23 decesos por atropellos en lo que va del año, respectivamente–, la sugerencia de la institución policial cayó en saco roto: de los cuatro puentes peatonales que había en el 2007, hoy apenas hay dos más en el intercambio vial de Huachipa.

Según la ONG Luz Ámbar, el déficit pone en riesgo a los vecinos, sobre todo desde que la apertura de dos centros comerciales (km 1 y 10) elevó a 3.000 los vehículos que pasan por ahí en hora punta. Fuentes de Rutas de Lima, concesionario de la vía desde el cruce con la Av. Ramiro Prialé hasta el Pte. Los Ángeles, alegaron que Lima aún no les permite hacer obras en el área.

MIL Y UN IMPERICIAS La Gerencia de Desarrollo Económico del Concejo de Ate señala que el interés por construir a ambos lados de la Carretera Central ha aumentado en 5% al año, desde el 2006. Actualmente, este desarrollo incluye 15 proyectos de complejos habitacionales en Santa Clara y dos edificios bancarios. “Estamos preparados para servir a nuestros más de 600 mil habitantes, pero no tenemos recursos para la carretera. Nos preocupa, pues por ahí entran y salen todos”, observa el gerente Neptalí Carpio.

La gravedad de sus palabras se manifiesta en los constantes embotellamientos e infracciones que comenten unos 19.611 conductores del transporte público al día.

MALOS HÁBITOS La prisa y la pereza del peatón también juegan un rol crítico en la Carretera Central. Si bien hay semáforos o rompemuelles o cruceros peatonales en las intersecciones de avenidas principales como Huarochirí, La Cultura o La Estrella, estos no son respetados por el peatón.

Esta situación llega a niveles de terror en el mercado de Ceres, la comisaría de Ate y el nuevo ‘by pass’ de Huachipa, donde trepan hasta rejas con tal de cruzar de un extremo a otro. Consultados por su conducta, los infractores aducen, fastidiados, que “de algo hay que morir”.