GUSTAVO KANASHIRO FONKEN (@gkanashiro) Redacción web
Hace dos meses, una operación de inteligencia bien organizada permitió que las fuerzas del orden acabaran con dos de los cabecillas más importantes del clan Quispe Palomino, Alejandro Borda Casafranca, alias ‘Alipio’, y Marco Antonio Quispe Palomino, alias ‘Gabriel’. Desde entonces, parece que el tiempo ha pasado en vano para el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, pero no para los narcoterroristas, quienes siguen recuperando fuerzas con el paso de las semanas.
Desde hace casi un mes, en distritos como Vilcabamba (La Convención), Sepahua (Atalaya) y Llochegua (Huanta) se ha vuelto a ver a columnas narcoterroristas en incursiones, tanto pacíficas como armadas.
Sin embargo, lejos de ver resultados, solo llegan noticias negativas relacionadas a la lucha contra el narcotráfico en el Vraem. El sábado 12 de octubre, un ataque de francotiradores contra la base militar Unión Mantaro dejó un civil muerto. Una operación militar contra un presunto “minado” cerca a la base Mazángaro el miércoles 16 acabó con la vida de otro civil y dejó otros cuatro heridos.
“Las Fuerzas Armadas tienen que reconocer que el clan Quispe Palomino ha logrado recomponerse () Que, después de un golpe como el que se dio contra ‘Alipio’ y ‘Gabriel’, ocurran trabajos sin inteligencia es un retroceso y favorece a esta recomposición”, dijo para elcomercio.pe Jaime Antezana, especialista en temas de narcotráfico.
Incluso los 26 presuntos colaboradores de los remanentes de Sendero Luminoso capturados en el Vraem fueron liberados por falta de pruebas. “Ahí falla la solidez de la investigación () No tienen forma de demostrar que fueron colaboradores, ahí también falla la inteligencia”, añadió.
ERRORES CON PÉRDIDAS HUMANAS Precisamente en esta última operación que ocurrió en el distrito de Pangoa, en la provincia de Satipo, Junín, se puede ver uno de los principales problemas: se trató de una incursión desde un helicóptero que, según los pobladores afectados, solo se dedicó a ‘rocketear’ (disparar misiles) los alrededores de la comunidad de Santa Anita, cerca a Mazángaro.
“Para que un helicóptero empiece a disparar contra civiles, tiene que haber un fallo de inteligencia estrepitoso. Con información de inteligencia fina, se hubiera golpeado a las huestes de los hermanos Quispe Palomino y no a la población”, comentó Antezana.
“Fue una acción repleta de irregularidades () Si hubiera habido minado, se habría reportado un trabajo de desminado en la zona la mañana siguiente, pero esto no ocurrió”, añadió, por su parte, Pedro Yaranga, también especialista en este rubro.
El Comando Conjunto aseguró que se está investigando el caso, pero todavía no hay mayor información. “Desde la noche del día de la operación, se dio una orden interna para la Policía y las FF.AA. de no hablar del caso. Tenían que guardar silencio. El Comando Conjunto sería el encargado de dar la información oficial”, comentó Yaranga.
RECUPERANDO LA RUTA DE LA DROGA “Contra ‘Raúl’ y ‘José’ no han habido golpes y eso ha favorecido la recomposición de la organización. No ha caído en un proceso de desmoronamiento, como se creyó tras la operación del 11 de agosto”, dijo Antezana, destacando que la reaparición de los narcoterroristas se ha dado en un amplio margen.
El 20 de setiembre, una columna a cargo del camarada ‘Yuri’, reemplazo de ‘Gabriel’, retuvo a la fuerza al alcalde de Vilcabamba, Juan Olivera Ricalde, y a otros 200 pobladores. El 4 de octubre, una columna de 20 hombres se paseó por el barrio 7 de Junio, en Sepahua. Tres días después, otro grupo de narcoterroristas salió a la luz en Vilcabamba a lanzar vivas. El control territorial está volviendo a sus manos.
“Desde el 8 de octubre se ha visto una columna armada de 12 hombres en el kilómetro 90 de Federico Basadre, cerca de la provincia de Padre Abad. Están recuperando y retomando la ruta de la droga que, supuestamente, había sido controlada por las FF.AA.”, detalló Antezana.
EL RETROCESO Capturar a 26 personas a quienes no se les pudo probar vinculación alguna con el clan Quispe Palomino y poner en riesgo a la población de las zonas más afectadas por el narcoterrorismo, son factores que solo mancillarán la relación entre las fuerzas del orden y los civiles.
Y cabe recordar que, precisamente, fue el apoyo de la población la que permitió dar un golpe tan contundente como el que permitió abatir a ‘Alipio’ y ‘Gabriel’. Cabría, entonces, esperar que la balanza comience a cambiar otra vez a favor de la justicia para poder erradicar un mal que persiste en zonas donde la zozobra se ha convertido en el pan de cada día.