LOURDES FERNÁNDEZ CALVO El Comercio

Un grupo de ángeles de cuellos largos, coronas plateadas y mejillas rosadas se reúne para celebrar el nacimiento de Jesús. En el centro, el líder de ellos anuncia la llegada del Mesías soplando un pututo cusqueño. Desde el cielo, un cóndor vigila a la orquesta. “Esto solo puede lograrlo Hilario Mendívil”, cuenta el arquitecto Javier Luna Elías quien colecciona en su vivienda de San Isidro cerca de 2.000 nacimientos de diferentes partes del mundo.

En la casa de Luna, todos los días nace el niño Jesús. En sus amplios salones, se respira misticismo. No hay ningún solo espacio en donde no se celebre, a través del arte, la llegada del Mesías.

Luna abre una a una las gavetas de pino que yacen colgadas en las paredes y aparecen diminutos nacimientos de Mozambique, Holanda, Rusia, República Checa, entre otros. De cerámica, madera, plástico y hasta del tronco de un árbol. Jesús, María y José aparecen de todas las formas y colores representados según la cultura y las creencias de cada nación.

En una esquina, lleno de colores está el nacimiento mexicano. Al lado del pesebre, la figura de un diablo alado y un esqueleto representan el pequeño altar de los muertos que hacen los mexicanos cada año.

Clavadas en una base de piedra, pequeñas piezas encontradas en el Lago Titicaca dan forma a otro nacimiento.

Al lado, tallados en una pesada piedra blanca, aparecen maría, José y Jesús al estilo tailandés. La colección de Luna data de hace 40 años y lo que quiere demostrar, dice, es que en el Perú la Navidad además de una celebración es un arte. “Estos nacimientos reflejan la idiosincrasia de cada pueblo, de cada artista. Es una tradición que debe perdurar”, asegura. El municipio de San Isidro se ha comprometido en exponer de manera permanente la colección.

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