ROSA HERMOSO ALVARADO
Tengo 45 años. Soy de Cerro de Pasco, estudié y crecí allá. Me gusta el fútbol y soy hincha de Universitario de Deportes. Mi virtud es ser muy paciente, comprometido con mi trabajo y amar a los animales. ¿Mi defecto? No lo sé. Ya llevo ocho años dedicado al cuidado de los felinos. Un león en cautiverio bien cuidado puede vivir de 22 a 25 años. A los felinos mayores les encanta el agua, no son como los gatos caseros. Y en temporada de celo, les cambia el temperamento. Suelen ser más agresivos, marcan más su territorio.
A simple vista cuesta creer que una persona tan tímida como Jerson pueda pasar el día entero rodeado de leones.
—¿Cuándo comienza su historia en el Parque de las Leyendas? Entré a trabajar como constructor en 1996. Por aquella época necesitaban maestros de obra que diseñaran, edificaran y refaccionaran los ambientes para animales en cautiverio.
—¿Y cómo pasó de la construcción al cuidado de los animales? Siempre me gustaron muchos los animales. Yo trataba de estar atento a las actividades de los cuidadores y veterinarios. A veces ellos no se daban abasto y necesitaban apoyo para realizar alguna tarea o traslado. Entonces ofrecí mi ayuda a los jefes de zoología y así fui empezando poco a poco. Pero no fue fácil, tuve que insistir bastante, hasta que alcancé el puesto de cuidador.
—¿Con qué animales empezó? Primero con los osos pardos y negros, luego tuve a mi cargo a los animales del antiguo zoológico internacional, ahí estaban las jirafas, los chimpancés y los hipopótamos.
—¿Siempre con los grandes? Sí. Ya llevo ocho años dedicándome al cuidado de ellos.
—¿Y cuándo comienza su labor con los felinos? Comienzo a cuidar de ellos cuando se implementa el nuevo felinario en el parque, esto fue en el 2010. Me los asignaron por mi experiencia en el trabajo con los animales grandes.
—¿Cuáles son sus funciones? Mi jornada se inicia a las ocho de la mañana y lo primero que tengo que hacer es verificar todas las medidas de seguridad, que los candados y seguros estén en su lugar. Sin esa verificación no puedo meterme a limpiar y a ordenar los ambientes. Son animales salvajes; aunque estén en cautiverio y me conozcan, no estoy exento a un ataque, ellos no han perdido el instinto.
—¿Llevó algún tipo de instrucción? Claro, los cuidadores siempre recibimos cursos de capacitación en manejo y conservación de animales silvestres en cautiverio.
—¿Son los veterinarios quienes se encargan de su capacitación? Sí, y también llevamos cursos con especialistas del extranjero. A veces nos trasladamos hasta la Universidad San Marcos y allí los veterinarios nos explican cómo es el comportamiento de los diferentes animales, nos enseñan a reconocer sus reacciones y otras cosas más que debemos tener presente para nuestro trabajo diario, pues pasamos muchas horas con ellos. Son más que mascotas, somos como familia.
—¿Qué cuidados especiales requieren los felinos? Observación constante. Tenemos que estar pendientes de su alimentación, de su aseo, de su comportamiento, si están activos, estresados o deprimidos.
—¿Cómo reconoce la depresión? No quieren comer, siempre están dando vueltas en un mismo lugar.
—¿Sintió miedo la primera vez que los cuidó? No. No tanto, hay que saber ganarse la confianza del animal. Además, al principio yo no entraba solo al felinario, siempre estaba con algún compañero de más experiencia que me apoyaba. Así comienzan todos los cuidadores. Aunque debo decir que sí he visto a otros compañeros temblar al primer rugido del león [risas], sucede cuando vienen por primera vez, es solo hasta que se acostumbren.
—Existe la creencia popular de que los perros callejeros, que son atrapados en redadas, son el alimento directo de los leones. ¿Es verdad? ¡No! Eso es verdaderamente un mito. Hay gente que cree también que ellos se alimentan de los animales que mueren aquí. Nada más falso. Los felinos son carnívoros por excelencia, pero acá se les sirve carne de res, estrictamente supervisada por los veterinarios. Imagínese, es carne de primera. Cuando trabajaba con los osos pardos, la dieta para ellos incluía frutas y verduras; si viera las manzanas, chirimoyas y mangos que les repartíamos, la verdad es que ellos comen mejor que nosotros [risas].
—¿Cuántos kilos de carne comen? Se les reparte entre siete u ocho kilos. Aunque son bien comelones, pero su ración está indicada una sola vez al día.
—Debe tener muchas anécdotas, dado lo poco común de su trabajo. ¿Recuerda alguna pintoresca? Uyy… los tigres y leones tienen una forma muy peculiar de orinar, lo hacen de pie (sobre sus cuatro patas), pero su micción no cae hacia abajo, sino de lado, es cómo un disparo. Y sucede que, a veces cuando me he acercado a las rejas para hacer limpieza, he sido literalmente regado por ellos, algo bastante incómodo, pero son cosas del oficio.
—Si le doy para escoger un felino,¿cuál le agrada más? A pesar de su fiereza, me gustan mucho los tigres. Siento que esta especie tiene más presencia, más fuerza, además es muy activa. Los tigres son más agresivos. Ellos se pueden pelear hasta morir. Su temperamento es más fuerte que el de los leones. Los leones son muy flojos.