OSCAR PAZ CAMPUZANO El Comercio Trujillo

El investigador se ha reunido tres veces con la reina Sofía de España, trabajó en la conservación del monasterio que hospedó a Cristóbal Colón antes de su viaje a América y hace poco fue invitado a dar un conferencia en el Vaticano (Italia) sobre la Huaca de la Luna, en donde desea descansar para siempre. Quiero que dejen mis cenizas en un rincón de la huaca, sentencia.

— ¿Cómo descubrió al Ayapaec? En 1980 encontré un fragmento gris de altorrelieve, cuando investigaba el supuesto robo de una pintura mural por parte de un proyecto de la Universidad de Harvard. Sin embargo, un investigador de la época me criticó ácidamente.

—Años después encontraría una nueva evidencia. La mañana del 20 de octubre de 1990 encontré dos adobes con altorrelieves de color rojo, blanco, negro y amarillo. Habían caído de la parte alta, en donde descubrí un muro de 20 metros con el primer altorrelieve policromado de Ayapaec, que hoy llamamos la deidad de la montaña. Con eso quedó comprobada mi hipótesis: en la Huaca de la Luna no solo había pinturas planas.

—Debió ser un momento muy emotivo para usted… “Esto es algo muy importante”, dicen que fue lo que dije. Por la emoción, no lo recuerdo.

— ¿Los moches de hoy conocen del valor de este templo de adobe? Los moches de hoy ya no tienen una huaca abandonada, sino una huaca expuesta. Eso hace que el pueblo de ahora se sienta orgulloso de cómo sus ancestros desarrollaron esta arquitectura sobre la base de una religión y de una ideología.

— ¿Qué falta descubrir? Quizá ya no se trate de un tema arqueológico o histórico. Más bien es entender el vínculo entre el moche de hoy y el de antes.

—Cuando quisieron construir una carretera junto a la Huaca del Sol fue usted el primero en poner el grito en el cielo. En honor a la verdad y sin falsa modestia, me he dedicado a defender el patrimonio en mis 38 años vinculado a la cultura. Si he tenido que pelearme con mis mejores amigos, lo he hecho. Creo que la defensa del patrimonio está sobre todas las cosas.

—Lo llamaron, sarcásticamente, el nuevo guerrero moche por impedir la construcción de esa obra La defensa del patrimonio me ha costado mucho; hasta descuidé a mi familia. Entonces, no es justo que alguien pretenda echar por la ventana tantos años de trabajo y esfuerzo.

— ¿Comprenden su trabajo en casa? Sí, claro. Más ahora, con los reconocimientos obtenidos: no todos tienen la posibilidad de reunirse tres veces con la reina Sofía de España. Fui un niño pobre, no nací con el pan bajo el brazo. Son muchos logros y descubrimientos que algún día la gente reconocerá. Además, siento por este templo un cariño parecido al que tengo por mi madre o mis hijos. Por eso, he pedido que cuando llegue el fin, me cremen y dejen mis cenizas en un rincón de la huaca.