RUDY JORDÁN ESPEJO
En una sociedad donde solo el 15% de los Asperger –una forma leve de autismo- tiene un empleo formal, las personas con este síndrome deben batallar día a día contra la indiferencia y los prejuicios. Estas son las historias de tres personas que han sabido adaptarse y sacar provecho de sus sorprendentes y poco conocidas habilidades.
EL FANTÁSTICO MUNDO DE ALEJANDRO Bajo una pequeña mesa en el rincón de una habitación poblada con extrañas criaturas hechas de Lego, decenas de autos de colección y una pecera con caracoles, se esconde Alejandro Ciriani. “Sabía que vendrías y quiere asustarte”, me previene su madre Maribel Alarco.
En ese pequeño espacio no es difícil notarlo, pues pese a que tiene 14 años mide 1,84 centímetros. No obstante le sigo el juego hasta que, al verse acorralado, sonríe con la inocencia de un niño que se ve descubierto e inmediatamente su pensamiento lógico –una característica típica de las personas que, como él, tienen el Síndrome de Asperger- lo obliga a reprocharse a sí mismo por no haber ideado un mejor escondite.
“Si pudiera me cambiaría el nombre a Tony Stark y me volvería Iron Man en la vida real”, comenta. Dice que así podría esconderse, correr y usar la tecnología avanzada para mejorar el mundo. Y es que la computadora es su mejor compañera y puede pasar, literalmente, todo el día en ella. Más aún desde este año, cuando empezó a estudiar la secundaria en cursos a distancia porque, pese a los esfuerzos de su madre, ningún colegio limeño quiso aceptarlo.
Y aunque no ha sido fácil para él y su familia convivir con rechazos de este tipo, Alejandro ha empezado a ganar notoriedad por su encantadora inocencia, y, principalmente, por su blog “Yo y el síndrome de Asperger”, el cual obtuvo en 2012 el premio en la categoría Familia del concurso 20 blogs peruanos. Sin embargo, resalta que a diferencia de “los famosos que siempre cambian o terminan drogados o estúpidos”, él no puedo transformarse porque es incorruptible.
ALONSO, EL CHICO QUE VE MÚSICA “La vida comenzó para mí después de la escuela”, dice Alonso Solano con seriedad mientras le arranca una ráfaga de sonidos a la batería. Su voz ronca confundida con el estruendo de los platillos hace de su confesión una sentencia. Y es que luego de once años de sufrir bullying en el colegio descubrió que solo la música lo salvaría.
Hoy, con 24 años, su virtuosismo musical y su disciplina lo han llevado a ser un destacado alumno del Conservatorio Nacional, dar clases a niños y ahora, con su banda de rock progresivo Los Estos, poner la música en la obra La Chica de la Torre de Marfil dirigida por el actor Sergio Galliani y a días de estrenarse.
Una mirada superficial podría confundirlo con un talentoso y metódico artista. Pero Alonso es más que un chico con atendibles aptitudes. Una de las características más notables de las personas con síndrome de Asperger es la focalización en un tema. “Se obsesionan tanto que llegan a ser expertos”, afirma Ernesto Reaño, sicólogo especialista en Asperger de EITA (Equipo de Investigación y Tratamiento en Asperger y Autismo).
Antes de subir a uno de los buses del Metropolitano, Alonso hace gala de su memoria –los Asperger tienen memoria de elefante- y describe cada una de las rutas, horarios y conexiones. Durante el viaje empieza a olvidarse de las cosas que le incomodan lleva cinco minutos de retraso para su ensayo y viajamos como sardinas cuando empieza a hablar de la historia de la música, de sus autores favoritos y su capacidad para transformar sonidos en colores. En ese momento, a uno solo le queda aprender y escucharlo.
JUAN, EL GALANTE SOLDADO Minutos antes de encontrarme con Juan Torres, un Asperger de 46 años, me llega un mensaje al celular: “Visto camisa amarilla con pantalón chocolate y sombrero de Ala ancha”. La precisa y detectivesca descripción que hace Juan quizás responda a su afición por James Bond y las películas de espías pero, sobre todo, a que no soporta cambios de planes.
“Llega a tiempo pues las personas con síndrome de Asperger quieren tener todo programado, de lo contrario, se ponen nerviosos”, me había advertido Claudia Talleri, una de las sicólogas de EITA. Al encontrarnos, Juan está terminando una terapia pues trabaja como coach para que niños con este síndrome mejoren sus habilidades sociales y, al igual que él, encuentren su camino en la vida.
“Mi misión es guiar a otros chicos y reunirme con mi novia rumana”, espeta el decidido Juan, quien tiene dos carreras y un postgrado en Israel. Asegura que siempre se sintió diferente a los demás, pero fue recién hace dos años cuando le diagnosticaron el síndrome que se quitó un peso de encima y pudo encontrar un camino.
Al enterarme de que le hubiera gustado ser soldado porque le seduce la acción, la camaradería y el honor que tenían, le propuse ir al Museo Naval Casa Grau de Lima pero ya estaba cerrado. Sorprendentemente, aceptó un cambio de planes y viramos hacia la Plaza Mayor. “Allí están los Húsares de Junín”, le dije. Juan me corrigió al instante y apuntó que se trata de los Dragones, una unidad de caballería de la época de Napoleón I de la cual el ejército peruano copio el uniforme. Su elocuencia y enciclopédico conocimiento militar provocó que, en pocos minutos, un puñado de turistas se acerque para escucharlo. Juan se sintió por unos minutos el soldado que no pudo ser.
El IV seminario internacional de Asperger y Autismo: La Comunicación en el Autismo desde el Sistema Teacch está organizado por EITA (Equipo de Investigación y Tratamiento en Asperger y Autismo). Si quiere participar, puede informarse en el teléfono 222-2312 o visitar EITA en la Casa Honorio Delgado (Av. Armendáriz 445, Miraflores).