Siempre hay amistades que, con la mejor voluntad posible, recomiendan a ojos cerrados restaurantes, emprendientos, deliveries y dark kitchens con el afán de difunfir cuando algo es realmente bueno. Algunos se equivocan, por supuesto, pero vale la pena la intención. A quien hay que escuchar –y callar– cuando habla de un sitio con ese tono de voz profundo, pero poderoso, que solo le surge cuando algo de verdad la entusiasma; y esa expresión de plenitud que se percibe en su rostro cuando un plato de verdad ha colmado sus expectativas BBB, es a la famosísima Verónica Calderón Chui. Jefa de diagramación de esta revista y barril sin fondo cuando se trata de carnes a la parrilla, vinos, alitas y otros bocados carnívoros que nadie sabe cómo logran entrar en su codiciada y bien cuidada anatomía.
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Cuando Verónica habló así de Tito, todos prestamos atención. Ocurre que ella, siendo clienta fiel como lo son cientos de miles de limeños desde hace décadas de la calidad de Tito, había descubierto en una de sus andanzas que a los choripanes y cervezas que se ofrecían los sábados en plena calle se le había sumado un restaurante, y no uno cualquiera. La Carnicería Tito –se mudaron a solo unos metros del antiguo local en 28 de Julio hace poco tiempo– sigue siendo lo que es en esencia: una tienda.
Se puede entrar, elegir el corte que quiere (res para la parrilla o uso diario; cerdo, charcutería artesanal, hamburguesas y salsas, entre otros) y llevárselo para preparar en casa, pero el local de Miraflores ofrece una experiencia bastante especial. Sobre todo en su segundo piso. Materializar ese sueño no fue nada fácil para Aldo Milozzi –hasta un incendio hubo de por medio antes de abrir definitivamente las puertas– pero se logró. La parrilla argentina es el hilo conductor, desde las empanadas hasta las deliciosas mollejas de res; a diferencia de otros restaurantes de carnes, aquí no hay arroces ni pastas, pero sí coloridos purés y ensaladas que acompañan los cortes elegidos (y preparados abajo, en la misma parrilla tradicional a la vista del propio comensal) sin mayor pretensión que la de disfrutar de una buena carne.
Mayores placeres realmente no existen. No delante de la gente, al menos. //
Esto es parrilla argentina con su toquecito peruano. Aldo le ha preparado chorizos hasta a Gastón Acurio para panchita (ya no se encuentran disponibles) y tiene un millón de historias -y clientes fieles- en estos 40 años de trabajo.
La aventura la empezó su padre, luis héctor milozzi (conocido como ‘tito’) en 1982. Si bien los cortes de res y cerdo son su mejor carta de presentación, la charcutería no puede dejarse de lado.
Actualmente hay tres locales: San Isidro, Surco y Miraflores, y es en este último donde está ubicado el restaurante, además de la sala de ahumados.Hay mesas desde la terraza, en el primer piso, pero es en el segundo donde el espacio se vuelve más acogedor y espacioso.