A diferencia de los perros, los gatos son por naturaleza más independientes y no te consideran su líder. Para ellos, tú eres su compañero. Eso no significa que lo dejes hacer lo que quiera, sin poner límites. Con paciencia y refuerzos positivos podrás enseñarle a tu mascota felina cómo comportarse y hasta trucos como sentarse, dar la pata y otras gracias.
En el caso de los felinos, la conducta más frecuente que molesta a sus dueños es que arañen objetos como sillas y sofás o -en menor medida- orinen o defequen fuera de la caja de arena y la agresividad.
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¿Cómo corregirlos? Primero, evalúa por qué tu gato tiene ese comportamiento. Muchas veces es porque está estresado. Recuerda que el refuerzo positivo o premio es muy importante cuando haga lo que quieres. Además, si por ejemplo, hace sus necesidades donde no debe, puedes ayudarte aplicando productos con olores cítricos en la zona que le serán desagradables, o cambiarle el tipo de arena. Quizá el lugar donde has ubicado su baño no sea el indicado. Lo más importante es mantener siempre este espacio limpio: los gatos aman la limpieza y son aseados por naturaleza.
Si araña tus muebles, coloca cerca de él un rascador e imprégnalo con la llamada hierba gatuna. Cuando lo utilice, prémialo con cariño o un bocadito que le agrade. Nunca, jamás, le arranques las uñas ya que está práctica está penada.
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Cuando realiza algo que no debe, puedes emitir un sonido incómodo para que lo asocie y evite la conducta. Por ejemplo: coloca piedritas en una lata y hazla sonar: el ruido les desagrada.
Los gatos necesitan más tiempo que los perros para aprender, pero son animales muy inteligentes. Las sesiones deben ser pausadas para que no se aburran y dejen de prestar atención. Lo ideal es que los periodos de aprendizaje sean de máximo 20 minutos, todos los días. Ten paciencia: aunque parezca difícil, no es imposible.
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