Cada domingo una amenaza se cierne sobre la familia peruana. La distancia social es desafiada, el contacto físico es inevitable. Pero este riesgo no está en el coronavirus. El peligro reside en discutir sobre las elecciones a la hora del almuerzo.
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Pongamos un domingo en que se pide delivery. La opción es un chifita. Tallarín saltado, chaufa, chanchito con tamarindo: la redención entre cuatro paredes. Pero apenas la crocante promesa de un wantán se asoma el patriarca enciende la mecha:
- No me voy a vacunar. El candidato de Keiko dijo que esa vacuna es agua.
- Papá, él hablaba de otra vacuna.
- ¿No era la china?
- Era otra china
- Todas las chinas son chinas.
- Era otra. Además, en otro canal dijo que si se iba a vacunar.
- Pero luego dijo en la radio que con eso solo vacunaría a su perro. Es agua. Vacancia.
El diálogo discurre circularmente en torno a la media docena de versiones que el susodicho candidato diera en cada programa. El otro hijo irrumpe:
- Por quien no pienso votar jamás es por el comunismo.
- ¿A quien te refieres?, pregunta su hermano.
- A los rojos pues, ¿te gusta que te hayan quitado la libertad?
- La cuarentena es sanitaria, no ideológica.
- Los morados te han lavado la cabeza. En el próximo gobierno de Vizcarra no habrá empresa privada, solo venezolanos y gays.
- Vizcarra no postula a presidente…
- Bueno, Sagasti
- El tampoco post…
- ¡Son lo mismo! Te han vuelto caviar, pero bien que te gusta el chifa…
- El chifa es chino y China es comunista, así que mejor ni comas.
- ¿Ves? Típico del comunismo: quiere que todos mueran de hambre.
- ¿Me alcanzan el tallarín?, interviene conciliatoriamente el padre.
Poco dura la tregua. La señora de la casa lanza un mortero:
- Felizmente ahora se puede votar por un candidato con valores.
- ¿Te refieres al que le debe más de 20 millones a la SUNAT?, suelta el hijo provocador.
- No me consta. Solo se que los valores y la ivermectina nos van a librar de la pandemia.
- Mamá, lo que previene es la vacuna…
- La vacuna es agua, recuerda el padre.
- Si era agua, ¿por qué otro candidato fujimorista se vacunó en secreto con su esposa?
- ¡Eso fue una trampa de los morados!, refuta el otro hermano.
- ¿Morados? Fue en el gobierno de Vizcarra.
- Son lo mismo: ¡comunistas!
- ¿Qué obsesión tienes con los comunistas?
- Entre ellos y Odebrecht han capturado el país. ¿No te das cuenta nos estamos convirtiendo en la Venezuela de Maduro?
- ¿Qué tiene que ver eso con lo que estamos hablando?
- ¡Todo! ¿Crees que no nos damos cuenta?
Padre, madre y hermano lo miran con un silencio señalador. El observado se siente atrapado en un laberinto sin entrada ni salida.
- ¿Cuenta de que? ¿De qué rayos están hablando?, pregunta casi susurrando.
El otro hermano mira a sus padres. Estos asienten. Entonces sustenta:
- Eres el único de nosotros que no ha probado el chancho…. ¿Tienes algo contra el chancho? ¿El chancho no está a tu altura? ¿El comunismo te hace odiar al chancho?
El joven mira el plato en cuestión. Ensarta un trozo generoso de cerdo asado y lo remoja en salsa de tamarindo antes de llevárselo lujuriosamente a la boca no sin algo de rencor por el mamífero.
Luego, como si nada hubiera pasado, pasan a hablar de otros temas: el recuerdo del verano pasado, el almuerzo del próximo domingo.
- ¿Alguien dijo costillitas?, dice la mamá abriendo exageradamente los ojos. Los cuatro ríen al unísono.
La familia primero. Siempre. //