Ante la confluencia de indicios acumulados resulta más factible creer en el pacifismo de Vladimir Putin que en la inocencia del presidente Castillo.
Sin embargo, en nombre de la irrenunciable presunción de inocencia que cobija a todo imputado, ensayemos sustentar la más fantástica, sobrenatural e improbable de las defensas que se han hecho del mandatario.
En esa categoría ninguna podría disputarle el protagonismo a aquella expuesta por un personaje a la altura de su propio argumento. Se trata de la tesis conspirativa presentada por el señor Guido Bellido.
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He aquí su explicación. Según él, queda demostrado que el acercamiento a Castillo de la lobista Karelim López fue “con el objetivo de generar causal de vacancia y sacar provecho. Todo orquestado desde el fujimorismo.”
Es decir, el presidente Castillo no tendría responsabilidad alguna en haberse relacionado con la señora Karelim en la sucursal alternativa de Sarratea, ni en su cumpleaños engalanado con 200 cuyes cortesía del renunciante y ranchero Ministro Silva, ni el cumpleaños de su hija, ni en las visitas oficiales de López registradas en Palacio de Gobierno. No era él, era ella.
Digamos que ese grado de inimputabilidad y taradez es posible. Y que en efecto, operaba una cédula de la ultraderecha conformada por la cofradía rimense de Karelim López y Bruno Pacheco, apoyados por Brenda Carvalho y la ideología vacadora del Onda Onda. He aquí un pequeño aporte a la tesis Bellido.
Tomemos en cuenta el número que ocupa en el abecedario cada letra del apellido de la lobista y procedamos a sumarlos:
LOPEZ
13 + 18 + 19 + 6 + 29 = 85
Dividida esa suma entre 17, que es la edad que tenía Keiko Fujimori cuando su padre dio el autogolpe de 1992, se obtiene un número pleno de significado: 5.
Este número está representado por la estrella de cinco puntas, el pentágono satánico que conecta almas en un acuerdo irrenunciable. Lo significativo es que justamente son cinco son las letras que tienen estos dos nombres:
L O P E Z
K E I K O
Si a a ese número 5 se le suma el número de versiones sobre Karelim López que Castillo ha dado hasta hora- es decir 3 - llegamos al 8. Este guarismo es el signo de la falta de escrúpulos. Pues bien, ocho son las letras de estos dos nombres:
S A R R A T E A
F UJ I M O R I
Esto no puede ser concidencia.
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La evidencia final que corona esta vinculación se sustenta, a manera de camuflaje, en uno de los pilares gastronómicos de la civilización peruana.
Antes de gozar de la abundancia automotora que la presidencia de su tío le generara, su sobrino Fray Vásquez se dedicaba al noble oficio de la pollería. Administraba una ubicada en la calle California de la urbanización Oquendo, Ventanilla, que llevaba por nombre Kayako. Este es un nombre japonés con una honda connotación esotérica.
Kayako Saeti es el nombre del fantasma iracundo de la saga de películas La Maldición. Dicho ente fantasmal surge como producto de una muerte en estado de ira, como por ejemplo perder serialmente elecciones. ¿Qué quiso decir el sobrino de Castillo a ponerle el nombre de un alma en pena a una apacible pollería?
La posible respuesta se dio en enero del 2020. Ese día el benjamín de la dinastía Fujimori, el célebre Kenyi, visitó la pollería Kayako en compañía de colaboradores cercanos y de buen diente. Hay un video inciminatorio donde Kenyi celebra la sazón de los pollos del sobrino presidencial.
Más claro imposible: Guido Bellido tiene razón. Castillo es inocente. La maldición vacadora nace de una maniobra fujimorista paranormal camuflada bajo la nobleza del pollo a la brasa.
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