Desde hace ya varios meses, el ingenio popular, basándose únicamente en la inusual simultaneidad de un conjunto de eventos, habla de un supuesto ‘efecto Lapadula’. Según los observadores del dudoso fenómeno, la sola entrada al país del futbolista ítalo-peruano Gianluca Lapadula Vargas (31) tiene repercusiones sísmicas inmediatas en el ámbito político nacional.
Una tesis así de disparatada solo puede tener asidero en una sociedad que en los últimos cuatro años ha visto a cinco señores sentarse en el sillón presidencial y a decenas de ministros empapelados de denuncias devolver el fajín en tiempo récord. Esa es la génesis del ‘efecto Lapadula’: una creencia desopilante, mezcla de hartazgo, humor, fetichismo, validada por una cronología abrumadora. El delantero llegó a Lima el 8 de noviembre de 2020 para estrenarse con la selección y un día después el Congreso vacó al presidente Martín Vizcarra. Lo sustituyó Manuel Merino, quien renunció a los pocos días presionado por una gran movilización ciudadana.
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Al momento de la caída de Merino, Gianluca aún se encontraba en el Perú. La gente advirtió el nexo, la superstición caló, comenzaron las habladurías. Este 2021, cada vez que el jugador volvió de Italia, un alto funcionario público perdió el puesto en medio de escándalos o el gabinete sufrió recomposiciones: sucedió con el primer ministro Guido Bellido y esta semana quedó sin piso Walter Ayala en el Ministerio de Defensa. Por eso la calle pregona: “Pasan cosas cuando viene Lapadula”.
El atacante del Benevento parece desatar los nervios del Ejecutivo, a cuyos ilustres miembros es fácil imaginar preguntándose “¿cuándo vuelven a convocar al ‘Bambino’?”: el fixture de las Eliminatorias convertido en inesperada Hoja de Ruta.
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Es inevitable recordar aquí al ex presidente argentino Carlos Saúl Menem. Si Lapadula es un deportista que ‘altera’ la política, Menem era un político que intervenía aciagamente en el deporte. Se le llegó a adjudicar presencia indirecta en 25 minicatástrofes deportivas, entre ellas, una racha de nueve meses sin convertir goles de la selección argentina (después de que Menem participara en un encuentro amistoso con ella); la sequía de medallas de la tenista Gabriela Sabatini (tras jugar un partido de exhibición con él); y la frustrada contratación de Sergio Batista en el fútbol de Italia (luego de que el ex mandatario se pusiera su camiseta, con el número 5 en la espalda). Para colmo, el día que Argentina debutó en el Mundial de Italia 90, Menem viajó hasta Milán para acompañar al equipo. El resultado: perdieron 1-0 contra Camerún. Su fama de pájaro de mal agüero llegó a extenderse tanto que los argentinos comenzaron a llamarlo “Méndez” con tal de no pronunciar el maléfico apellido.
Felizmente el ‘efecto Lapadula’ está lejos, lejísimos del trágico ‘efecto Ramsey’, cuya premisa es: cada vez que el volante galés de la Juventus, James Ramsey, marca un gol, sea con su club o selección, muere un famoso. Entre sus ‘víctimas’ figuran Bin Laden, Steve Jobs, Whitney Houston, Chavela Vargas, Robin Williams y David Bowie. Uno o dos días antes del fallecimiento de cada uno de ellos, Ramsey había anotado en partido oficial.
Todas estas son, por supuesto, meras casualidades transformadas a la fuerza en leyendas urbanas. Las probabilidades de que dos hechos que no guardan relación entre sí sucedan al mismo tiempo es altísima. Quienes buscan darles valor de veracidad a esas coincidencias son, en el mejor de los casos, productores de memes y, en el peor, conspiranoicos con demasiado tiempo libre.