Las luces del Shoreline Amphitheater se apagan. Unos gritos ansiosos reconocen el santo y seña. De pronto, las tres pantallas del escenario muestran la foto de ella en tono verde, morado y rojo que es tan familiar para los presentes como lo sería la foto de un amigo. Es la portada del Jagged Little Pill. El público enloquece. Empieza entonces un video que recorre los más de 30 años de carrera musical de Alanis Morrisette. Parada en medio de la multitud nostálgica, pienso en el valor que tiene este disco para mí y cómo se siente la banda sonora de una vida.
14
We all had our reasons to be there.
We all had a thing or two to learn.
We all needed something to cling to,
so we did.
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Tener 14 y sentir que nadie te ve, nadie te entiende. La vida es pequeña, la vida es la movilidad que te recoge, las medias de lana que mantienes en su sitio con una liga, la falda desafiante, las cartas que pasas de mano a mano hasta llegar a tu mejor amiga, las horas interminables de química, las coreografías para el concurso de danza, las pijamadas con botellas de trago robadas del bar de la casa, el sonido de MSN en la computadora anunciando que ha entrado esa persona a la que ahora debes intentar impresionar a punta de letras de canciones muy bien escogidas y un rediseño completo de tu personalidad para que se adapte a lo que le interesa. El tener miedo, todo el tiempo, a decir lo equivocado, y bajar puestos en el ranking social. Sentir que ya estás lista para todo, que se está demorando demasiado la adultez pero al minuto en que algo de ese todo se te presenta en la puerta, dudar, temer. Irte a dormir deseando tener 24.
24
I feel drunk, but I’m sober.
I’m young, and I’m underpaid.
I’m tired, but I’m working, yeah.
I care, but I’m restless.
I’m here, but I’m really gone.
I’m wrong, and I’m sorry, baby.
No te ves, no te entiendes. Eres parte del mundo ahora y es hostil y excitante. Hay líneas de crédito mal usadas, cuentas que se acumulan, cuartos pequeños y alquilados, menús.
En el trabajo eres junior, practicante, asistente, cualquier término que implique “esta persona no es confiable todavía”.
Hay noches interminables de ron, tacos altos, vestidos cortos bailes pegados con extraños a los que siempre acompañas en el falso ritual de ir a “tomar aire”. Ya pasó aquel al que amaste pero no te amó de vuelta, el que te quiso con un amor contaminado y desprovisto de futuro, el que te amó y quisiste amar pero no pudiste. Disfrutas la teoría de la soltería, pero la práctica es escasa y rutinaria.
Todo es prueba y error. La vida es una eterna madrugada.
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34
You live, you learn.
You love, you learn.
You cry, you learn.
You lose, you learn.
You bleed, you learn.
You scream, you learn.
Me veo, me entiendo. El mundo son esos metros cuadrados que llamo casa. Es el mueble que mandé a hacer, las fotos del perro, los libros leídos y las plantas regadas, es el currículum que ya tiene kilometraje, las llamadas por Zoom mientras filtro el café, las citas para el doctor, las horas de terapia. El amor dejó de ser un activo que se busca y es un patrimonio que se cuida. El dolor tiene nombre, las cicatrices también. Las rodillas suenan, las fiestas son más espaciadas, la pregunta de “¿es aquí dónde debería estar?” está siempre en el trasfondo. Hay una reconciliación con el espejo y una creciente indiferencia por lo que opinan los demás. Hay ansiedad y disfrute. Demolición y construcción.
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El sonido de la inequívoca armónica de Alanis invade el lugar y aparece ella en el escenario, con un polo ancho que lleva títulos de sus canciones y el pelo largo y rubio. Pienso en el viaje de más de 15 horas hasta aquí, el elevado precio del pasaje, el haber pasado la noche de mi cumpleaños en un aeropuerto por estar acá.
No fue fanatismo ni fue un arrebato nostálgico: fue un regalo. Un tributo al cambio de piel, a las capas de pintura que están debajo, a tener la valentía de crecer.
Majo Osorio en Twitter @soltracodiciada