Abel Cruz, el ingeniero cusqueño que “roba” agua del cielo para abastecer a cientos de familias

Abel Cruz tenía siete años cuando se enfrentó por primera vez a la escasez de agua. Para él, se trataba de una realidad. Oriundo del distrito de Echarate, en La Convención, Cusco, recuerda que tenía que ir con su padre a recoger agua de un manantial a 600 metros de su casa y retornar con pesados baldes, hasta que un día descubrió que era más sencillo acumular agua de las lluvias con las calaminas de su hogar. “No era consciente aún, pero lo que hacía era cosechar agua de lluvia”, comenta.

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Seis décadas después, Cruz es reconocido a nivel mundial por consolidar un proyecto que capta agua de los cielos y lo destina a las comunidades más pobres de la capital. No de lluvias, como en su infancia, sino de la neblina espesa que cubre las colinas limeñas en el invierno. En 2023, y en medio de un estrés hídrico sin precedentes, su idea parece una luz al final del túnel.

“Con dos postes y una malla de nylon levantada en dirección al viento, este mecanismo es capaz de acumular entre 200 y 400 litros de agua por día, abasteciendo a cientos de familias en asentamientos humanos de Villa María del Triunfo, Ancón, San Juan de Miraflores, Lurín, Pachacamac, entre otros”, explica el ingeniero.

En Lima, ya son más de 600 atrapanieblas, y una reciente alianza con la Municipalidad de Lima augura que se levantarán muchos más en los próximos meses. “Aunque este invierno no está siendo tan frío como lo esperábamos, la neblina aún cubre la capital por la noche, así que la recolección continúa”, agrega Cruz, que precisa que también ha llevado el artilugio a otras partes del Perú, siendo en total más de 3.500 ‘cazadores’ de agua.

TOMAR ACCIÓN

El Fenómeno del Niño y sus efectos ya son un hecho. Las lagunas que abastecen de agua a Lima, han reducido su volumen en un 30% por la ausencia de lluvias, como Huascacocha y Marcapomacocha, por ejemplo. En este sentido, cuidar el recurso es un compromiso al que todos deberíamos sumarnos desde nuestras tribunas.

“Esta tecnología no es tan cara y hay varios lugares donde se puede aplicar para llevar agua a las familias, en lugar de tomar el recurso de lagunas que ahora están sometidos a estrés hídrico. Es más viable y sostenible que desalinizar el mar, que es otra de las variables que se manejan”, dice Abel, que frecuentemente debe enfrentarse a las invasiones en las periferias que amenazan con derribar su legado. “Es complicado. Por eso es crucial poner los atrapanieblas pero también concientizar a la gente del cuidado del agua. Enseñarles que esto es importante para el futuro, que cuidar sus atrapanieblas puede ser cuestión vital en unos meses”, concluye.

Con su ONG, “Los sin agua”, que se sostiene mayormente del apoyo privado, el ingeniero Cruz también se encuentra desarrollando un proyecto de aprovechamiento del agua de la cuenca del Amazonas, con atrapanieblas que capten el recurso de neblinas y lluvias. “Se pueden aprovechar casi 22 millones de M3 de agua que se vierten al año por el río Amazonas hacia el Atlántico. Esta agua se puede bombear hacia represas en diferentes lugares de la sierra del Perú, que ya están siendo golpeadas por la falta de lluvias”, sentencia el experto.

El proyecto, que aún está en etapa de planificación, espera sumarse pronto a los esfuerzos por cuidar parte fundamental de nuestra vida (y que ya no es más un recurso negociable): el agua dulce. //