Casi pura sonrisa es la directora de cine peruana Claudia Llosa. Afable, atenta. Muy reflexiva. Y ocupada. Al menos eso es lo que proyecta en nuestro encuentro por Zoom. Pide disculpas por habernos citado un sábado a las 5 de la tarde, sucede que está filmando en Colombia un nuevo proyecto y no hay tiempo para más. Vamos a conversar sobre Distancia de rescate, su primera película producida por Netflix, basada además en la exitosa novela homónima escrita por la argentina Samanta Schweblin. Aunque a la plataforma arribará hacia mediados de octubre, la cinta se estrenará el 20 de setiembre en la edición 69 del Festival de Cine de San Sebastián.
La trama de la película se sitúa en una comunidad rural de la Argentina y se inicia cuando Amanda (interpretada por la actriz española María Valverde) se muda allí junto a su pequeña hija. En el lugar conoce a Carola (la argentina Dolores Fonzi), quien vive con David, un hijo que posee una personalidad extraña. Sin poder revelar más, queda decir que la interacción entre estos personajes involucra historias de almas rotas, peligros invisibles y el poder del amor de una madre por el ser al que dio la vida. Y de cosas que están pasando realmente, pero que por algún motivo no llegamos a ver.
-Eres la primera cineasta peruana en alcanzar varios logros. ¿Qué te suscita esa situación: alegría, responsabilidad, indiferencia…?
Hay dos maneras de verlo. En el día a día uno se concentra en el trabajo, en la constancia, el rigor, el creer y avanzar. Desde ese lugar uno no suele mirar la posición que tú mencionas. Pero, a veces, ocurre que una tía manda un mensaje con algo bonito que se ha escrito y te recuerda qué pasa afuera. A mí me llena de orgullo. Es un motor, una responsabilidad, un placer y un honor.
LEE: Gonzalo Ladines y el curso en el que te enseñará a escribir comedias románticas
-Distancia de un rescate será transmitida por Netflix, la plataforma de streaming más vista en el mundo. Sin embargo, tu experiencia se ha desarrollado con el formato del cine convencional. ¿Dónde te sitúas en esta pugna que existe entre ambos soportes respecto de cuál es el mejor para ver un filme?
La experiencia de ir al cine, esa sensación gregaria, es algo mágico. El formato del cine tradicional no va a desaparecer, afortunadamente. Pero, por otro lado, hay que decirlo, creo que nunca se han consumido tantos contenidos audiovisuales como con el streaming. Esto también es una maravilla, es un cambio y una oportunidad hermosa saber que, como cineasta, mi película puede verse en todo el mundo traducida en no sé cuántos idiomas. Yo creo que todo es un diálogo global. Como formatos, ambos van a poder convivir.
-¿Qué transformaciones sustanciales están ocurriendo en la industria del entretenimiento con la pandemia?
Esta industria proveyó un gran salvavidas para esta sensación de atrapamiento que sentimos todos cuando estábamos confinados. Nos ayudó a salir sin salir. Fue muy importante el espacio que ofrecieron las plataformas de streaming y el Internet. Pero creo que también hay que estar atentos a los que pasa siempre fuera de las pantallas. De eso va la película. Podrían estar ocurriendo cosas que no estamos viendo en la vida real.
-Precisamente sobre la película. ¿Qué te atrapa del libro de Samanta Schweblin como para hacer una versión en cine?
El libro me lo recomendó una amiga peruana. Lo empecé a leer y a dos páginas de acabar sentí la necesidad de llamar a Samanta. Yo había leído algunos de sus cuentos, pero no la conocía. Me tomé el tiempo de pensar muy bien las palabras y escribirle una carta y de alguna manera compartir cómo me había atravesado la historia, la tensión que sentí con este terror a lo cotidiano, que me parece muy interesante. Yo sentía como espejo en su narración varios de los temas que yo había tratado con anterioridad en mi proceso como cineasta. Me refiero al miedo atávico, este diálogo ancestral entre el pensamiento mágico y lo racional, visto desde Occidente… Y cómo se traza desde otro lugar: la historia se ubica en el campo, en la universalidad. Tuve la oportunidad de encontrarme con Samanta en Madrid y me mandé y le dije: “¿No te interesa convertirlo en un guion de cine juntas?”. Y aceptó.
MIRA TAMBIÉN: China Suárez y Benjamín Vicuña: se separaron hace poco y hoy vuelven a ser pareja en serie de Star+
-¿Cómo fue el proceso de hacerlo a cuatro manos?
Un proceso muy de estos tiempos. Por Zoom, por suerte teníamos la misma zona horaria. Nos conectábamos entre las 9 a.m. y las 4 p.m. Solo una vez trabajamos en persona.
-Distancia de rescate, como concepto, es el hilo invisible que separa a una madre de la seguridad de un hijo. Esta podría parecer particularmente lejana con la pandemia. Hay una sensación de estar velando por ellos más que nunca. ¿A esa incertidumbre constante te refieres cuando describes a la cinta como “una pesadilla de la vida real”?
Sí, está muy bien lo que has dicho, yo siento que la pandemia es una especie de antesala que nos está preparando a algo peor que es el cambio climático. A eso hay que ponerle toda la atención y no lo estamos haciendo. Estamos distraídos. Siempre hay un momento en el que no vemos, siempre hay un punto ciego en nuestra mirada de las cosas en general, el mismo donde se pierde la objetividad. Paradójicamente, además, todos sabemos que para que un niño se convierta en individuo, esa separación o distancia es inevitable. Entonces, esta sensación de constante equilibrio es lo que a mí me parece interesante. El cuestionarnos sobre ese equilibrio todo el tiempo para ver en qué momento estamos ejerciendo ese sobrecuidado, y al mismo tiempo evaluar si ya no hay distancia del todo.
-Y eso se extrapola a nuestras relaciones en general.
Así es. Hay que reflexionar en las distancias de rescate que existen en nosotros mismos y también con el planeta. Esta frase “distancia de rescate” se refiere a algo que todos entendemos, pero necesitaba ser acuñado. [...] Al final, y esto tiene relación directa con la película, lo necesario es cuestionarse qué es lo importante, qué cosas nos distraen como personas o sociedades de lo realmente importante. Es la necesidad de estar muy atento a lo que pasa. //