Estaba por terminar la secundaria cuando Denisse Vega Farfán (Trujillo, 1986) se topó por primera vez con la poesía de César Vallejo en un tomo de literatura latinoamericana que publicó El Comercio en 2002. Quedó maravillada con esa forma de “desarmar las palabras sin romperlas, del poder transgresor que mueve emociones”. Hasta ese momento, su contacto más significativo con la escritura eran las cartas a su madre, que estaba lejos por trabajo. Escribir le entregó la llave a una dimensión que hasta hoy explora. Llevar un taller de pintura le ayudó a moldear su verso: con relieve y mucho detalle.
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“Un poema es como tener un lente de aumento a las mil potencias. La verdadera poesía trasciende y lo hace con su estética, con su transgresión”, dice la autora de Una morada tras los reinos (2008), con el que ganó el Premio Poesía Joven del Perú ese mismo año; El primer asombro (2014); La oscuridad tras el relámpago (2015), una antología de un encuentro de poesía en Colombia; y su más reciente poemario, Fiesta (2021), con el cual obtuvo el Premio Luces a mejor libro de poesía. “Muchas veces nos vamos del mundo sin saber quiénes somos ni qué es lo genuino de nosotros. La poesía es un llamado a develarte y también una forma de acercarte con mayor cercanía al otro”.
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El recuerdo literario más antiguo que tiene Daniel Arenas Bardales (31) es de su madre leyéndole “Un cuento de Navidad”, de Charles Dickens, antes de dormir. La veía también con un libro de Agatha Christie en mano; y a su abuela siempre en la mesa con los periódicos. La naturalidad con que leían en su casa lo marcó. Su primera lectura ‘adulta’ fue Cien años de soledad, de García Márquez, a los 15 años, y luego de ello ya no pudo leer cualquier libro. Aunque optó por estudiar Ingeniería Industrial, no abandonó su vínculo con las letras. El momento determinante de su carrera es cuando conoce al escritor Camilo Torres, quien por entonces organizaba ferias de libros de segunda mano en la PUCP. “Camilo me demuestra que con las humanidades uno podía tener una vida sosegada, y me aconseja, entre la gama de carreras, estudiar Filosofía”. Ese cambio lo hizo más consciente de su necesidad de escribir.
La pandemia lo enfrentó a textos que había escrito a lo largo de casi 10 años. “Hubo una cantidad considerable de material que fui descartando o mejorando. De pronto, noté que le estaba dando forma a un libro”. Envió Ciertas formas del fuego con el seudónimo de Clarisa Acevedo (el nombre de su abuela y el apellido de la madre de Jorge Luis Borges) al Premio Copé 2021 a mediados de julio, y ganó. “Perú tiene una gran tradición poética. En Latinoamérica, el único comparable con Vallejo es, quizá, Neruda. Sin embargo, nosotros podemos seguir enumerando varios otros grandes nombres: tenemos a Varela, Eguren, Westphalen. Esa tradición debería constituir una cierta necesidad nacional”.
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María Belén Milla Altabás (Lima, 1991) empezó a formar su biblioteca literaria -en casa abundaban los libros jurídicos- a los 16 años, luego de que un profesor le pidiera leer La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera. “Me marcó mucho porque era un libro que hablaba de cosas realmente fuertes. Se ha creado un mito alrededor de los jóvenes lectores: que hay que darles las cosas ya masticadas o no van a terminan el libro. Es un error”. Las enseñanzas del maestro Alonso Cueto durante los primeros ciclos de Literatura Hispánica en la PUCP la animaron a escribir una saga de cuentos cortos. Eso hasta que, con el profesor Víctor Vich, leyó a Vallejo. Sintió un puñetazo. “La inmediatez, el hecho de resumir las ideas y sentimientos en pocos versos… Incluso si es un poema largo, cada verso tiene esta potencia, es como un poder encapsulado. Sentía que la poesía era inaccesible, pero con Vich me di cuenta de que era posible: me sentía a la altura porque entendía su naturaleza y podía alcanzarla”. Y lo hizo.
María Belén es autora de los libros de poesía Archipiélago (2016) y Amplitud del mito (2017), gracias al cual quedó finalista en el X concurso “El poeta joven del Perú”, y coautora de Había una vez una peruana (2018). En 2021, el crítico literario José Carlos Yrigoyen la incluyó en su lista de los diez escritores peruanos imprescindibles, que elaboró para el suplemento Babelia del diario español El País. “Estoy en un momento brutal de reconocimiento y exploración de la narrativa de mujeres. El canon está constituido, en su mayoría, por hombres. Ahora, mis referentes son mujeres: desde Blanca Varela hasta Adrienne Rich”.
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Expulso a los santos
y recupero mi cuerpo
No como un hongo, no como un dueño.
Me hago. Nazco [cada segundo]
Antonella Chichizola Cisneros (24) tenía 17 años cuando escribió esos versos, que forman parte de Rectángulo Rojo Vacío, el poemario que le dio el segundo puesto en los Juegos Florales de la PUCP en 2015. Su acercamiento a las letras se dio de niña: la casa de su abuelo, donde vivía, tenía una biblioteca inmensa, “como de cinco cuartos”. “Ciertas consecuencias epistémicas te permiten percibir el mundo de una manera más abierta, empiezas a cuestionar todo y creo que la literatura es un nido perfecto de insumos alternos para lo que existe”.
Para Antonella, el auténtico acercamiento con la poesía fue en segundo ciclo de Estudios Teóricos, cuando llevó un electivo de Literatura Francesa con el profesor Luis Fernando Jara y conoció a los poetas franceses, los poetas malditos. Su trabajo como periodista y gestora cultural y sus investigaciones la han acercado a los escritos de Alok Vaid Menon, Alejandra Smiths, Maggie Nelson y Eielson, por mencionar algunos. “Me interesa la injusticia epistémica, que consiste en entender cómo el estado en el que están las cosas hace que la cancha sea desigual. La poesía y la literatura permiten crear recursos lingüísticos que nos ayudan a definirnos y entendernos como sociedad”. //
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“El acercamiento de los jóvenes a la poesía es muy natural”
Jaime Cabrera, periodista y gestor del proyecto literario “Lee por gusto”
Se considera que la poesía es un género para los predestinados. Al contrario, hay mucho interés en la poesía. Se da un acercamiento de los jóvenes muy natural. La poesía permite explicar distintos temas muy cercanos para ellos, y también para cuando uno va creciendo: el amor, la vida, la muerte, la existencia. Cuando joven, uno va ubicándose en el mundo, y a través de la poesía va entendiendo y conociendo. Desde el lado de los autores jóvenes, hay una diversidad de voces muy importante. El 2020 y 2021, curiosamente por la pandemia, han sido años muy fértiles en creación poética. Hay mucho entusiasmo desde las publicaciones y transmisiones.
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