Ha recibido todos los homenajes que puede atesorar un hombre con zapatos palmípedos y ropa a rayas. Fue bautizado como ‘Pitito’ por su propio padre, otro payaso exitoso, porque en su debut –a los cuatro años de edad– no dejó de tocar un silbato tan agudo como gracioso.
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‘Pitito’ también fue un as de la cuerda floja, del trampolín y del trapecio en una época en que el artista tenía el deber de entretener, brillar en el ruedo y, después del espectáculo, barrer el piso con humildad. Lo mejor de su vida, dice, es que recorrió todo el país recibiendo aplausos y cariño. Pero, como recuerda la oración circense: “Fue el payaso en esta vida a quien Dios destinó a sufrir, pues tiene que hacer reír pues tiene que hacer reír aunque tenga el alma herida”.
Y ‘Pitito’ tuvo que alegrar al público cuando murió su padre, cuando murió su madre, cuando murieron algunos de sus hermanos y cuando uno de sus hijos perdió la vida. Terminaba la función, se desmaquillaba como podía y se presentaba en el entierro, en el hospital o en el cementerio. Todo dependía de cuán lejos lo había sorprendido la desgracia.
Hace un mes, en plena cuarentena, murió María Muñoz, la mujer con la que tuvo cinco hijos y 63 aniversarios. Aunque su familia trató de prepararlo para la noticia, desde que ella salió de la casa víctima de un derrame cerebral supo que no volvería a verla. Pudo ser fuerte para recibir la confirmación pero cuando le impidieron ingresar al cementerio por ser una persona en edad de riesgo, una catarata de amargura se desbordó en su interior.
La había conocido en uno de sus viajes al interior. Se enamoró de ella pero sabía que su padre no toleraría verla casada con un payaso. La trajo a Lima y se presentó después a formalizar. Aunque por su audacia fue detenido por la policía, la cosa no pasó a mayores pues María era mayor de edad. Tuvo con ella una familia totalmente dedicada al circo y un hogar humilde pero espacioso en Surquillo.
Ahora que se fue para siempre la mujer que tuvo el valor de pasar su vida entera al lado de un payaso, ‘Pitito’ se volvió a poner la ropa de trabajo en una temporada de circo que tiene hoy la desdicha de la distancia. //