Esta tarde, la pista de carreras del kartódromo de La Chutana es puro fuego. Bajo una atmósfera en la que se percibe una sensación térmica de casi 35 grados, los motores rugen, el público se enciende y los bólidos que saltan a la cancha vuelan. Hemos llegado al kilómetro 50 de la Panamericana Sur para presenciar la tercera fecha del campeonato nacional de kartismo Rotax Max Challenge Perú. Uno a uno van llamando a los competidores a través de un megáfono. Entre un centenar de pilotos, se distinguen a niños y niñas que aguardan su turno para correr en las categorías Baby Kart (4-5 años), Mini Max (6-7 años) y Micro Max (8-11 años). Hace poco aprendieron a caminar, pero hoy, timón en mano, pueden alcanzar velocidades que sobrepasan los 200 kilómetros por hora.
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Uno de los pilotos con mayor proyección es Juan Diego Shimabukuro (11). El 2023, se coronó campeón sudamericano en la categoría Micro Max, en una carrera en la que participaron 30 chicos de diferentes nacionalidades. Esto le permitió conseguir un cupo para el Campeonato Mundial de Kart, que se llevó a cabo el pasado mes de diciembre en Bahréin, en el Golfo Pérsico. “Me encanta la velocidad y tomar curvas. La adrenalina es indenoscriptible”, nos dice Juan Diego desde el taller donde ponen a punto su kart, justo antes de la competencia.
Por estos días, es uno de los mejores 26 pilotos del mundo en su categoría. Su objetivo es llegar a la Fórmula 1. Sin embargo, no solo basta con ser talentoso: necesita de una gran inversión para no frenar sus metas. Gracias a sus logros cuenta con algunas marcas y auspiciadores que le permiten seguir soñando —para tener un kart en óptimas condiciones, se puede llegar a desembolsar hasta 10 mil dólares—, pero como en todo deporte de alta competencia requiere de entrenadores, nutricionistas y psicólogos que contribuyan a su desarrollo para llegar a la élite profesional. Va por buen camino, pero aún no es suficiente. “Lo que más quiero es dedicarme a este deporte por el resto de mi vida”, concluye Juan Diego.
El karting o kartismo es el deporte por excelencia en la formación de pilotos: suele ser el primer automóvil en el que debutan los aspirantes a las competencias de primer orden. La mayoría se inicia entre los cuatro y cinco años, por tradición familiar: padres que les inculcan a sus hijos la afición por los fierros y las tuercas. Un caso especial es el de los hermanos Santiago (7), Cristóbal (10) y Salvador Ricci (13), quienes vienen destacando en el circuito nacional de kart. Los tres son hijos del expiloto profesional Salva Ricci, que durante varios años disputó el Campeonato de Circuito Turismo Competición (CCTC Perú). “Es un deporte que requiere un importante sacrificio económico. Yo, por ejemplo, ya no corro para que ellos lo puedan hacer”, nos dice Salva. “Hace unos años, no había cantera de pilotos. Con otros padres nos juntamos e hicimos la categoría Baby Kart, para que se empiecen a formar desde pequeños”, añade.
Mujeres en acción
De un tiempo a esta parte, cada vez se ve a más niñas y adolescentes que se animan a competir en los circuitos de kart. Uno de los nombres que empieza a sonar con fuerza es el de Oriana Traverso (7), una pequeña piloto de carreras que no teme enfrentarse en la pista con otros niños de su edad. Oriana es hija del expiloto de rally Nicolás Traverso. Desde los cuatro años y medio, empezó a correr en su propio monoplaza. Hoy es la única niña que compite en la categoría Mini Max. “Oriana decidió correr luego de ver competir a su hermano Valentino. Es una niña que se toma muy en serio este deporte. Desde que comenzó, su crecimiento ha sido exponencial”, comenta Nicolás. “Lo que más disfruto es la velocidad”, nos dice Oriana.
Del lado femenino, Daniella Oré (17) es quizás el mejor prospecto que tiene el país en las pistas de carreras. El 2023, hizo historia en el automovilismo nacional: fue la primera piloto peruana en salir campeona sudamericana, tras ganar el título del Rotax Max Challenge International Trophy South America, que le permitió clasificar al Mundial de Kart, en Bahréin. “Estamos muy felices de ver su talento y determinación para conseguir sus objetivos. Sus hermanas y su mamá, así como la familia, la queremos mucho y sus éxitos nos llenan de orgullo”, sostiene César Oré, su papá.
Como vemos, el automovilismo no solo es cosa de hombres. Lo más importante: estas jóvenes promesas todavía tienen mucho techo por alcanzar. //