A su paso crujen las piedras y salta el polvo a los lados del camino. Se estrujan hojas secas, se llenan los espacios aéreos con su figura voladora. Desde las cumbres cusqueñas ha aprendido a apreciar la majestuosidad de ese cielo imperial, antes de convertirse en el desafiante bólido capaz de domar curvas y pendientes, rodear bosques silenciosos y solitarios, bordear precipicios altísimos o flotar en su bicicleta sobre ríos como si estuviera en una escena de E.T., sin intimidarse ante la posibilidad de caer o resbalar. Mateo Negri reta a la gravedad y a la velocidad todos los días desde que tiene 8 años. El pueblo de Lamay, en el Valle Sagrado del Cusco, ha sido casa, barrio y campo de entrenamiento para la pasión de su vida: el downhill. Así ha atravesado las perfectas postales de aquellos parajes de lado a lado, de montaña a montaña, de ladera a ladera, durante más de la mitad de su vida, entrenando como jugando, hasta convertirse en uno de los mejores créditos peruanos de esta disciplina.
“Desde chiquito, le gustó tanto la bicicleta que se acostaba con el casco y las rodilleras y coderas puestas”, recuerda Franco, su padre, dedicado en Cusco al deporte de aventura y a temas de conservación desde hace más de 25 años. Algo le contagió. Cuando tenía 10, Mateo participó en su primera competición y estuvo en el podio. “Me gustó la adrenalina y saber que podía ser bueno”, cuenta Mateo. Pocas veces volvió a bajar de ahí.
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La adrenalina de Mateo vive en el peligro. “¿Qué es lo más te gusta de subirte a una bicicleta?”, le pregunto. Y responde sin titubeos: “Ir a toda velocidad”. He ahí la maravillosa paradoja de quienes practican este deporte: cuanto más rápido bajan, más cerca del cielo se sienten.
Naturaleza salvaje
Por estos días, Mateo está en Lima, preparándose para el reto de su vida: el circuito mundial de Downhill de la UCI (Unión Ciclista Internacional), 8 fechas trascendentales para tentar un posible futuro profesional, ser parte de un equipo y lanzarse al estrellato de su especialidad. Aunque una inoportuna lesión en el Panamericano de Costa Rica, hace menos de un mes, postergará su participación y la meticulosa preparación física y práctica que necesita, su plan continúa: en mayo estará en Escocia, para la segunda fecha de ese tour mundial, listo para medirse con los mejores del mundo.
Cuando no está en Lamay, se la pasa entre el Morro solar, Pachacamac o San Pedro de Casta. Suele entrenar junto a Lucio Vellutino, Alejandro Paz y Sebastián Alfaro, amigos, campeones e importantes talentos del downhill en nuestro país, quienes le dan consejos sobre su técnica y movimientos. “Una de las cosas que más me gusta de la bicicleta es que todos son súper amigos, nadie se pelea, hay buena onda. Al final va a ganar el que es mejor, simplemente”, asegura Mateo.
Sus antecedentes para llegar a la máxima competencia internacional son los mejores. “El año pasado gané todos los nacionales, todas las carreras del circuito y el nacional. Y el Panamericano pasado quedé tercero, y este último en Costa Rica igual, a pesar de la lesión que tuve en el cuello”, nos cuenta. Además, ya ha corrido en Argentina, Chile, Ecuador, Brasil o Colombia y siempre le ha ido bien. Sin embargo, la preparación no es suficiente.
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Mateo Negri camino al Mundial de Downhill 2022
Por su naturaleza, el downhill es un deporte caro y Mateo necesita alrededor de 70 mil dólares para concretar su participación en el circuito mundial, pues debe costear pasajes, estadías, implementos o entrenamientos. Para eso, su familia está organizando una campaña de crowdfunding dirigida a personas y empresas que deseen apoyar a un deportista joven que representará al Perú compitiendo en la élite. “Si soy realista, digo que quiero llegar al top 10. Pero sé que puedo estar entre los 5 mejores del mundo”, afirma Mateo, con la misma seguridad con la que toma el timón de su bicicleta cada vez que enfrenta una pendiente.
“Él está cumpliendo con un sueño suyo -nos dice Franco, su padre-. Desde chiquito lo hace y tiene claro que quiere ser profesional y competir a nivel mundial. La motivación de esta campaña es apoyar a que Mateo cumpla con su sueño”. “Como mamá, en realidad, he entendido de qué se trata la confianza –nos dice Marly, su madre, sobre los riesgos que implica el downhill-, queriendo acompañarlo en su sueño, porque antes tuve miles de argumentos para ofrecerle: que haga básquet, natación u otra cosa menos peligrosa. Pero aprendí a mirar para otro lado cuando Mateo hace algunos saltos. Tenía miedo de que mi vértigo lo hiciera caer. Ahora no miro y confío. Para mí ha sido un aprendizaje muy bonito”.
“La modalidad que yo hago es de bajada, todo el tiempo. Mi carrera dura entre 3 y 5 minutos de un punto a otro de bajada –dice Mateo-. Y lo que más nos gusta es hacer eso, bajar al límite, un poquito más y sabes que te vas a caer, pero llegas a ese punto en que te sientes bajo control, que no pasa. Es estar entre el “a punto de caerte” y el “sabes que no te vas a caer””.
Mateo confía porque sigue el consejo que le dio su madre desde pequeño: todos los días le pide permiso y protección a la montaña antes de bajar, como muestra de respeto.
A juzgar por sus resultados deportivos, el respeto es mutuo. //
Presupuesto cuesta arriba
Cada carrera internacional cuesta alrededor de US$ 2 mil y solo en equipos se llega a necesitar unos US$ 20 mil. La familia de Mateo ha abierto un crowdfunding para quienes quieran apoyar su sueño de ir al Mundial este año. (link: https://gofund.me/9aa99408). Contacto: Diego Sarmiento (mánager, 998390334). IG y Facebook: @mateo.negri y Mateo Negri Ferreyros.
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