Es la segunda vez que converso por Zoom con Mon Laferte en el mundo pospandémico. Ella teletrabaja desde su casa en México; yo también, pero desde una Lima con el cielo panza de burro que la cantante tanto quiere y recuerda. Al otro lado de la pantalla, está promocionando el lanzamiento del sencillo “Tenochtitlán”, el primero de un nuevo álbum que aún no tiene nombre, pero que desde ya se caracteriza por incluir sonidos electrónicos. Eso mientras espera la velada del 6 de noviembre, fecha en que se realizará la ceremonia de los Grammy Latinos. Entonces recibirá un homenaje, entre otras destacadas mujeres, debido a su aporte a las artes y el entretenimiento. Sobre aquel material y sus nuevos tiempos capitaneados por la maternidad, esto fue lo que compartió con Somos.
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—“Tenochtitlán”, entre otros temas, aborda el juicio social al que estamos afectos hoy más que nunca. Al ser un personaje público y con tantos años de carrera, ¿cuánto te impresiona hoy lo que la gente diga sobre ti?
Hay días, eh… [risas]. Algunos días me afectan más, otros no. Depende de qué se ha dicho, de quién proviene. No tengo tiempo de leer todos los comentarios [en Internet] siempre, pero de cuando en cuando sí me siento a buscarlos para saber en qué está la gente y el mundo. En todo caso, lo que trato de hacer es el ejercicio de tomármelos más tranqui, porque las personas tendemos a deshumanizar a quien está detrás de las redes por ser alguien público. Entonces, entiendo que no me están hablando a mí, sino al personaje que represento.
—En este asunto del escrutinio público, ¿te parece que los latinoamericanos juzgamos más que otros o que es algo propio del ser humano?
No, me parece que es una condición del ser humano en general. Pero sí que se da mucho más a través de las redes, porque tenemos la protección del teléfono o del anonimato.
—Otro tópico de la canción tiene que ver con la reinvención. Has dicho que esta es una necesidad para no aburrirte como artista. Este proceso, en ti, ¿fluye o es programado?
Tiene un poco de los dos. Primero sí, es una necesidad mía natural el estar constantemente cambiando y tratando de salir de la zona de confort, que es algo que me produce mucho placer, además. Pero, hablando de esta canción y de este álbum, elegí un camino planeado que tenía que ver con hacer música solo con las máquinas. Ha sido como un proceso más reflexivo.
—¿Tomarte más tiempo del habitual para hacer este álbum es una licencia que ya te puedes dar o aún sientes la presión de producir sin parar?
Creo que fue una cosa autoimpuesta al principio. Cuando comencé a tener este éxito masivo y comercial, yo decidí, por voluntad propia, ser lo más productiva que pudiera todos los años que me diera la creatividad. ‘Voy a crear música, y luego hacer gira, y luego música otra vez’, pensaba. Sin embargo, las cosas cambian. Ya soy mamá y no se puede hacer todo al mismo tiempo. De hecho, es muy difícil ser mamá y trabajar, sea lo que sea que hagas. Hoy, por ejemplo, tuve que pedirle al papá de mi bebe que se lo llevara a la cocina para poder salir de la habitación porque está en esa etapa que solo quiere estar conmigo. Sufro mucho porque si no me ve, llora; y eso que estamos pegados siempre. Hago malabares. Entonces, ha sido una decisión propia el también ir más lento. Estar en casa y ponerme incluso horarios para crear música. Ya así tengo más controlada la cosa.
—Por otro lado, vas a ser reconocida en los Grammy Latinos. ¿Cuán revitalizantes son estos espaldarazos?
Yo agradezco muchísimo que me reconozcan. Aunque también siento que soy muy joven para ello, se me hace un poco de vieja… [risas]. Pero la gente asimila de buena manera ello, lo avala y eso suma. Y hay algo de ego que interviene ahí. Significa que soy parte de la industria, que ya estoy instalada de alguna manera, así que se siente bonito.
—En la revista “Rolling Stone” hablan de ti como la cantante chileno-mexicana. ¿Te sientes así?
Bueno, de hecho, tengo doble nacionalidad ya, pero no sé si me definiría así. Mi país son las personas que amo. Si soy chileno-mexicana, en todo caso, es porque ahí están mis querencias. Pero si mañana nos vamos a Finlandia, pues seré de allá. Siempre hay sitios que están de manera especial en el corazón y la memoria. Pero yo soy muy antinacionalista, muy antipatriota.
—¿Cómo ha impactado en tu vida el estar varios años en México?
Muchísimo. México tiene una cultura gigante y riquísima, como todos los países de América Latina. Pero este país ha permeado en mí [...]. Hay una mitología mexicana muy fuerte en este álbum.
—¿Cuándo estarás de vuelta por el Perú, ya sea de gira o por vacaciones?
Yo amo muchísimo el Perú, le tengo un cariño muy particular, he estado muchas veces ahí. Una de mis mejores amigas de la vida es peruana. Si me preguntas en este momento, me gustaría estar en Lima la gris tomándome un pisco delicioso y comiendo, mirando ese mar tan precioso y violento que amo tanto. Pero no estoy viajando por ahora. La idea es estar de ‘tour’ el próximo año, así que seguramente estaremos por allá. Eso de todas maneras. //
Norma Monserrat Bustamante Laferte nació en Viña del Mar, Chile, en 1983. Desde muy joven, evidenció su pasión por la música. Finalmente, emigró a México a los 23 años, desde donde desarrolla su carrera.
Tiene siete discos hasta la fecha: “Desechable” (2011), “Tornasol” (2013), “Mon Laferte Vol. 1” (2015), “La trenza” (2017), “Norma” (2018), “Seis” (2021) y “1940 Carmen” (2021), trabajos que han sido el resultado de la experimentación y el vencer el miedo al ensayo y al error.
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