Esta es una historia de éxito, sí, pero también es una que evidencia cómo los lugares hacen despertar a las personas y a sus sueños. De niña, Carla Gutiérrez no tenía interés alguno en dedicarse al cine. Mucho menos a los documentales. Durante su etapa escolar barranquina en Los Reyes Rojos, estaba más enfocada en los números. “Siempre tuve la idea de que iba a estudiar en la UNI”, admite entre risas. “Me encantan las matemáticas”, agrega. Gusto que no perdió cuando inició su singular sueño norteamericano.
A los 14 años emigró a Estados Unidos junto a su familia, porque su papá ganó una beca para estudios de posgrado en Boston, Massachusetts. Su partida coincidió con el último tramo del primer gobierno de Alan García, en la década de los 90, en pleno descalabro económico. Irse no era un mal plan. “Nos fuimos con la idea de regresar rápido”, comenta. Una vez allá, las cosas cambiaron. Pasaron tres años y, por la estabilidad laboral de sus padres, ella y su hermana menor obtuvieron la residencia permanente. “Con eso recibimos becas para ir a la universidad y decidimos quedarnos”, cuenta.
Al inicio, el idioma fue un problema. Eso motivó a que se refugiara en las matemáticas. Los números, aquí y allá, son los mismos. Su pasión era tanta, que al terminar el colegio optó por las matemáticas como estudio universitario en el Williams College de Massachusetts, en 1994. “No haces una carrera exacta. Tomaba clases de todo tipo. El fuerte era matemáticas y artes plásticas”, explica. Cuatro años después, tras sus estudios de pregrado, tomó un vuelo de aproximadamente una hora y media a Nueva York para probar mejor suerte. La ciudad de los rascacielos tenía planes para ella que cambiaron su vida. “Estaba en NY gozando de todo lo que ofrece en cuanto a artes”, señala, con un acento que evidencia sus años en Estados Unidos.
En la Gran Manzana, Carla empezó a ver documentales en las salas de cine. Con el sentimiento de inmigrante y las políticas respecto a ellos, optó por una maestría de cine documental en la Universidad de Stanford. “Los documentales son una oportunidad de hacer algo sobre la sociedad y que a la vez sea creativo”, comenta. Durante los dos años de maestría se dio cuenta de que la producción y la dirección no eran para ella y decidió tentar la edición. “Mucho de la edición de documentales tiene que ver con resolver problemas. Y eso es muy matemático”, reflexiona.
En la edición de filmes de ficción, señala Gutiérrez, se cuenta con un guion. De hecho, las grabaciones se rigen sobre la base de ellos. En los documentales, sin embargo, no hay una pauta a seguir. “Suele pasar que [los de producción] no saben qué historia quieren contar y filman por años. A veces he trabajado con más de 600 horas de material”, revela. Pero su talento y el ser bilingüe le ayudaron a tener un buen comienzo en su carrera. Si uno entra a la página web de Internet Movie Database (IMDB), encontrará que los primeros trabajos de Carla, en actividad desde el 2005, son documentales relacionados a Latinoamérica. “Había muy pocos editores bilingües y menos en Nueva York. Como yo entendía español, me ayudó mucho al inicio de mi carrera”.
Su arduo trabajo permitió que a finales del 2016 recibiera un mail de las directoras Julie Cohen y Betsy West. CNN Films la había recomendado para RBG, un documental centrado en Ruth Bader Ginsburg, una jueza estadounidense pionera en la lucha por la igualdad legal de las mujeres. Tras nueve meses intensos de edición, además del resto de ajustes, RBG se estrenó en enero del año pasado en el Festival de Sundance, en Estados Unidos. Desde entonces, los elogios no paran. El pasado 22 de enero la Academia anunció a los nominados para la nonagésima primera edición de los Óscar. Carla estaba en casa con sus hijos cuando se enteró de que su trabajo, junto a otros cuatro filmes, figuraba en la categoría de mejor documental. “Estaba muy feliz. Hasta ahora lo estoy. Para nosotras es importante que las mujeres jóvenes vean esta historia”.
La gala pasada de los Óscar, celebrada en marzo, fue especial para la compatriota de 43 años. No solo por la nominación, sino porque asistió como miembro de la Academia. En el 2018 fue incluida dentro de la organización por su trayectoria y el impacto generado por su trabajo. “Me siento feliz de representar a mi país aquí”. Ahora, la barranquina va por su revancha. RBG ha recibido cuatro nominaciones en los Emmy, premio más importante en lo que a televisión respecta: Mejor Dirección (Betsy West y Julie Cohen), Mejor Edición (Carla Gutiérrez), Mejor, Original Score (Miriam Cutler) y Mérito excepcional en cine documental. A cruzar los dedos.//
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