“Cuando a veces me preguntan cuándo habrá suficientes mujeres en la Corte Suprema y digo ‘cuando haya nueve’, la gente se sorprende. Pero antes ha habido nueve hombres, y nadie ha planteado nunca una pregunta al respecto”. Estas palabras, dichas en 2015 por Ruth Bader Ginsburg (1933-2020), jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos, han encontrado un correlato en lo dicho la semana pasada por la presidenta del Consejo de Ministros, Violeta Bermúdez: “El día que no sea una noticia que una mujer asume un cargo, ese día habremos logrado la igualdad”. Y sabe muy bien lo que dice: es la quinta mujer en jurar como jefa del gabinete ministerial en casi 200 años de vida republicana en el Perú.
MIRA: De los K-popers a los skaters: ¿cómo se organizan las tribus urbanas para expresar su indignación?
El momento histórico para esta declaración ha sido perfecto. La coyuntura tras la cual Bermúdez asumió el cargo que hoy ocupa terminó de configurar para bien un escenario femenino y feminista, pues ha coincidido que son mujeres de carrera quienes ocupan los más importantes puestos de poder en el Estado: Mirtha Vásquez es presidenta del Congreso, Marianella Ledesma es presidenta del Tribunal Constitucional y Zoraida Ávalos ocupa el puesto de fiscal de la nación. A esto podemos sumarle que el gabinete ministerial convocado por Bermúdez y el presidente Francisco Sagasti ha apostado por la paridad en los puestos designados, además de hacer historia al colocar por primera vez a una mujer, Nuria Esparch, a la cabeza de un espacio altamente masculinizado: el Ministerio de Defensa.
Al respecto, la politóloga e investigadora Narda Carranza señala que la importancia de la apuesta por Esparch en este espacio cobra especial importancia porque, históricamente, las mujeres suelen ser asignadas a ministerios que tienen que ver más con el cuidado, con lo social, replicando en la cúpula del poder político los prejuicios cotidianos a los que nos enfrentamos.
Un estudio mundial realizado por ONU Mujeres le da la razón: a enero de 2019, solo el 20,7% de los cargos ministeriales estaban ocupados por mujeres, y las carteras más comunes que ocupan son las de carácter social, como familia, infancia, juventud, mayores o discapacidad. Uno de los argumentos para relegar la participación política femenina en los espacios de decisión –que suelen ser cargos de confianza– es el primarioso y fácil de desbaratar: “No hay mujeres”. El estudio sobre la mujeres en el servicio civil peruano, realizado este 2020 por Servir, da cuenta de que el 48% de personas que trabajan en el sector público son mujeres y que el 51% de ellas cuenta con estudios universitarios, frente a un 44% de hombres. Además, como explica Diana Chávez, abogada y directora de proyectos en la Asociación Civil Transparencia, los padrones de afiliación de los partidos políticos demuestran que el 50% de personas afiliadas son mujeres.
Desbaratada la excusa de la ausencia, la segunda frase favorita para justificar la poca participación femenina es “no están preparadas”. Esto tampoco es cierto. Añade Diana Chávez: “Se establecen diversas vallas de entrada, con requerimientos adicionales para que las mujeres demuestren que están listas para asumir un cargo público. ¿Cómo demuestras que estás lista? A los hombres nunca se les ha pedido que demuestren que están listos”.
Por ello, un compromiso que deberían asumir las mujeres que llegan a cargos de decisión –dice Narda Carranza– es generar políticas públicas que puedan asegurar mayor igualdad. Le da la razón la ex congresista y ex presidenta del Consejo de Ministros Ana Jara, quien considera que es tarea del gabinete Bermúdez comprometerse a que todas las decisiones que se adopten en nombre del Estado tengan la arista del enfoque de género. “Ya tenemos la Ley de Paridad y Alternancia, pero falta sancionar el acoso político. Mientras logramos la igualdad, es necesario dar un marco legal para que la mujer que participa en política se sienta segura”, añade. Hasta que logremos la igualdad, entonces, es necesario seguir siendo noticia. //