La guerra de Rusia en Ucrania ha provocado una gama de sanciones económicas, financieras, deportivas y culturales. El boicot contra el régimen que lidera Vladimir Putin, que impulsan principalmente los países de la Unión Europea y Estados Unidos, incluye una serie de represalias comerciales temporales que gigantes de la industria mundial han aplicado.
En medio de la repulsa, una de las medidas anunciadas resulta notablemente llamativa. Me refiero a la declaración de la Federación Internacional Felina (FiFe, por sus siglas en francés) del 1 de marzo por la cual prohibió registrar gatos de raza nacidos en Rusia en su cotizado libro de pedigrí. A ello añadió también el veto a que los gatos rusos participen en ferias de la FIFe.
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La declaración publicada en la web de la organización estipula que “ningún gato criado en Rusia puede ser importado y registrado en ningún libro de pedigrí de FIFe fuera de Rusia, independientemente de qué organización haya emitido su pedigrí”. Además, señala que “ningún gato que pertenezca a expositores que vivan en Rusia podrá participar en ninguna feria FIFe fuera de Rusia, independientemente de la organización a la que pertenezcan estos expositores”.
La FIFe justifica su decisión porque “siente que no puede simplemente presenciar estas atrocidades (de muerte de personas inocentes y destrucción) y no hacer nada”.
La institución se considera a sí misma como las “Naciones Unidas de los gatos” y está conformada por 40 países con 42 organizaciones miembros. La FIFe se creó originalmente en 1949 como una Federación que reunía solo a amantes y criadores de gatos europeos, pero en 1972 se extendió fuera del continente europeo y se globalizó. Sus cifras indican que tiene registrado más de 110.000 pedigríes y 3000 nombres de criaderos al año.
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Entre las razas felinas de origen ruso destacan el gato de Siberia y el “Azul ruso”, una de las razas rusas más populares en el mundo occidental. Su pelaje es de color plateado y corto. De mediano tamaño, sus orígenes son un misterio, pero se vincula a zonas septentrionales rusas. Se afirma que merodeó la corte del zar Nicolás 1, quien gobernó de 1825 a 1855. Su presencia en Europa se remonta a 1860 donde desembarcó con marinos rusos en Inglaterra. Participó por primera vez en una exhibición felina de razas en 1875 en Londres. Durante la segunda guerra mundial casi se extingue, pero a partir de la década prodigiosa de 1960, gracias a cruces de razas con sus parientes siameses y azul británicos, despega y se consolida en los hogares, por la elegancia que prodiga con su cuello y cola más alargados que los de sus compinches de otras razas. Se le suele confundir con el gato Cartujo, pero como el Azul Ruso, con sus ojos verdes, no hay ninguno. //
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