A Santiago Roncagliolo lo mueve generar emociones físicas en quienes lo leen. A través del suspenso, el humor o lo que sea. Si un par de párrafos suyos consiguen tensar tu cuello, o quizá, relajarlo, habrá cumplido su cometido y aquello es algo que viene concretando con éxito por décadas. Quizá en parte por eso ha sido nombrado uno de los mejores novelistas latinoamericanos de su generación. Su intención este año es que duermas con la puerta abierta al publicar “El año en que nació el demonio”, un thriller histórico que se sitúa en la Lima de 1623.
Ha nacido en la Ciudad de los Reyes una horrible bestia, cuya aparición ha sido vinculada a la salida del anonimato de una mujer llamada Rosa que dice hablar con Dios y el diablo. No se sabe si es bruja o santa, pero es el objetivo del Santo Oficio. Mientras visita México y Lima para presentarlo, el también periodista, guionista y traductor habla con Somos.
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Estas giras de promoción por varios países, ¿son para ti la parte más entretenida del proceso de publicar un libro?
Depende. Al principio me encantaban. Viajas gratis y ves gente interesada en lo que haces, me sentía una superestrella. Pero pasan los años y, a veces, se vuelven agotadoras. Pasas mucho tiempo sin ver a tu familia y luego estás diciendo siempre lo mismo, hablando de ti y ya como que te odias un poco … (ríe). He ido seleccionando mejor lo que quiero hacer y aprovechando en ver a mis amigos y a la familia o conocer sitios en los que no he estado.
¿Por qué escribir un thriller ambientado en la Lima del siglo XV?
Pasé mucho tiempo obsesionado con la idea de las brujas, que fueron inventadas para culpar a las mujeres de lo que les daba miedo a los hombres. Encontré un libro que se llama “El martirio de las brujas”, que es, me parece, del siglo XV, y que decía que si no tenías una erección no era culpa tuya, sino de la bruja. Si dejabas embarazada a una chiquita, no es tu hija, sino del demonio. Así se justificaba la violencia contra el género. Originalmente, quería hacer algo contemporáneo, pero averiguando cómo podía concebir una bruja del siglo XXI me di cuenta de que aquel de 1600 era un universo terrorífico para narrar.
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El miedo es un eje temático protagonista de tus libros. ¿Qué es lo que has leído o visto últimamente que te ha dado mucho miedo?
Siempre estoy atento a escritoras latinoamericanas que escriben sobre terror como Mariana Enríquez, Samantha Schweblin, María Fernanda Ampuero o Guadalupe Nettel. Pero tampoco estoy leyendo sobre eso todo el tiempo. Mi interés por el miedo nace de haber crecido en la Lima de los años 80 donde constantemente teníamos pavor de que nos pudiera pasar algo grave. Crecer con miedo me hizo entender cómo este nos convierte en lo que somos.
El cineasta Guillermo del Toro dice que a él le apasiona la imperfección de los monstruos. Él los concibe en contextos fantásticos y tú en aquellos que podrían ser reales.
Claro… para qué quieres leer sobre gente buena que hace cosas buenas. Eso es aburridísimo. Lo que te desafía (como creador) es un monstruo. Pero también hay que hacer que el lector se pregunte: ¿podría ser yo un monstruo? Es consolador culpar al terrorista, al pederasta o al inquisidor. Pero estos también se alimentan de las injusticias sociales, de los silencios, de los prejuicios. Nos gusta creer que no tienen nada que ver con nosotros, pero nosotros los hemos hecho. Si lees mis libros bien, te encontrarás a ti mismo. Y a mí, claro.
Si nos trasladamos a la realidad peruana, ¿cuáles serían los más tenebrosos?
El monstruo más temible para los peruanos son los otros peruanos. Nos dan miedo los demás. Desde el político hasta el que camina por la calle. Y eso pasa en todos los niveles: a la izquierda le da miedo la derecha y viceversa. Lima teme a las regiones y al revés. No puedes tener un Estado que funcione si no confías en nadie.
¿Qué proyectos para cine y TV basados en tus novelas están en camino?
“Abril rojo” vende ilusiones todo el tiempo, pero es complicada de producir porque hay que poner la Semana Santa ayacuchana, entonces... Tondero está rodando ahora una versión de mi obra de teatro “Tus amigos nunca te harían daño”. Yo hice un primer guion, pero la plataforma interesada en ella quería que la protagonizaran jóvenes de hoy y no de los años 90. Yo no sé cómo habla esa gente ahora (ríe). Entonces han hecho un guion diferente. Será igual un aprendizaje para mí.
Has sido catalogado varias veces en los últimos años como uno de los mejores novelistas en español. Eso, hoy, a los 48 años, ¿ejerce presión para el futuro?
No creo que existan los mejores escritores. Cada uno tiene una voz diferente. Es muy personal, depende de quién lea el libro. Ahora, me viene muy bien que digan eso (ríe), se necesita para que los libros sigan leyéndose. Pero, la única presión que tengo es seguir siendo honesto con lo que me interesa ser.
El libro “El año en que nació el demonio” (Seix Barral, 2023), de Santiago Roncagliolo, se encuentra a la venta en las principales librerías del país y tendrá una primera presentación en el Perú en la Plaza Municipal de Barranco el 9 de mayo a las 7 p.m. El ingreso es libre.
Has dicho que eres afortunado de vivir contando historias. ¿Qué ha tenido que pasar, ya sea por tu decisión o el destino, para que esto se dé?
El gran privilegio de mi vida ha sido recibir de mis padres una increíble educación. Lo otro es que trabajo muchísimo, tal vez más de lo que debería.
En España viven otros periodistas y literatos peruanos con los que has formado una suerte de cofradía. ¿Cuán saludable es tenerlos contigo allá?
A Renato Cisneros y a Raúl Tola los veo seguido, somos muy amigos. Me hacen bien porque me recuerdan de dónde vengo. Nos reímos todo el tiempo como si estuviéramos en Lima. Y cuando estoy en Lima y veo que todo funciona mal y es un desastre, me divierto demasiado. Yo he sido, soy parte de eso y es bueno recordarlo. Algo muy característico de los peruanos es que la vida nos ha obligado a reírnos de cosas muy terribles porque no las podemos cambiar. Eso es también un pequeño triunfo contra ellas. Qué bueno que sea así. //
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