“Las personas con habilidades diferentes también pueden ser independientes, productivas y felices”, afirma la doctora Liliana Mayo, fundadora del Centro Ann Sullivan. La prueba es el programa ‘Empleo con Apoyo’, que se creó hace más de dos décadas con el sueño de sumar al futuro profesional de jóvenes con habilidades diferentes a través de capacitaciones y alianzas estratégicas.
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Por ley, las empresas privadas de nuestro país (con más de 50 trabajadores) deben contar con un 3% de personas con discapacidad en sus equipos. Sin embargo, iniciativas como la creada por el CASP han demostrado que la verdadera inclusión va más allá de una obligación laboral. “El mundo empresarial requiere de todo tipo de inteligencias, y las empresas que han apostado por alianzas como la nuestra han descubierto, además, que estas oportunidades de trabajo vienen de la mano con calidad, no con caridad”, precisa Mayo. Gracias a sus capacidades, tres alumnos del Centro han logrado hacerse un lugar en empresas reconocidas, y nos cuentan sus historias.
-INDEPENDIENTES Y FELICES-
Rodrigo Fernández tiene 33 años. Como nadie más, conoce todos los atajos para llegar a cualquier oficina en la sede del BCP de La Molina. Hace tres años empezó a llamar a este punto de la ciudad su lugar de trabajo, sitio en el que destaca como uno de los compañeros más proactivos e impulsor de actividades de esparcimiento para fortalecer la amistad entre todos.
“Lo mejor de trabajar aquí es que me divierto. He aprendido cosas nuevas, mis compañeros me enseñan y me apoyan”, comparte a Somos emocionado. Fernández, cuyo diagnóstico es déficit cognitivo, tiene como labor armar con detenimiento los sobres con información bancaria que luego llegarán a los clientes del banco, algo que él sabe que lo conecta con diferentes puntos de la capital. “Es emocionante, me siento bien aquí, ayudando a los demás”.
Así como Rodrigo, otros alumnos del CASP —que forman parte del proyecto “Empleo con Apoyo”— también se levantan desde muy temprano con el entusiasmo de construir su propio camino en el mundo laboral. Ronald Pesantes (30), por ejemplo, destaca en el área logística de la empresa Unimaq, de Ferreycorp, desde hace cuatro años. Esta ocupación le permite ser independiente económicamente y solventar los gastos de él y su hermano menor en Lima (su familia se mudó a Arequipa a raíz de la pandemia).
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“Soy volante administrativo. Actualmente, estoy en el área de pull de facturación, como asistentente. Mis funciones son escanear facturaciones con sustento técnico, poner nombre a los archivos de los documentos y otras cosas más”, explica Pesantes, quien ingresó al CASP a los cinco años, con diagnóstico de autismo.
En el centro de la capital, Luis Felipe Olascoaga (35) hace lo propio en el Congreso de la República, trabajando como asistente de Mensajería en el área de Servicios Auxiliares Parlamentarios. Para él, la emoción de trabajar en un lugar donde a diario se hace historia es una meta cumplida. “Algún día me gustaría formar parte de la política. Desde mi lugar, animaría a todos a aprender más sobre educación cívica”, comenta.
En el Hall de los Pasos Perdidos ha aumentado su gusto por la lectura de documentación histórica, mientras asume con responsabilidad su rol en el Palacio Legislativo. Actualmente, más de cien personas con habilidades diferentes han conseguido una oportunidad de trabajo gracias a “Empleo con Apoyo”, a través de 40 empresas de Lima y provincias que continúan apostando por la inserción laboral. Apuesta que, en definitiva, asegura un futuro más justo para todos. //
El próximo sábado 19 de noviembre, el Comité de Apoyo del CASP ofrecerá un almuerzo benéfico en el restaurante de la Huaca Pucllana. Las ganancias serán destinadas al programa “Empleo con Apoyo”, del Centro Ann Sullivan. El aporte es de 75 dólares. Para más información y reservas, comunicarse al 980308788 o al 993561358.