El agua de la Luna y el agua de la Tierra tienen el mismo origen. Esa es la conclusión a la que llegó un equipo científico de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, después de analizar las muestras de rocas lunares traídas en los años 70 por las misiones Apolo de la NASA.
Los resultados de la investigación, liderada por el geoquímico argentino Alberto Saal, se acaban de publicar en la revista Science Express.
No traten de rebuscar en la memoria o en sus viejos libros escolares de ciencia: la noción de que hay agua en la Luna es tan reciente que apenas tiene cinco años de vida.
Los mismos que lleva Saal trabajando en su investigación: analizando las mismas muestras de hace 40 años, pero con una tecnología moderna que le permitió sacar conclusiones que otros no pudieron.
Cuando en 2008 anunció por primera vez que hay agua en la Luna contrarió lo que la comunidad científica pensaba hasta entonces: que la Luna era completamente seca.
Esencialmente lo que nosotros medimos es el hidrógeno. Lo expresamos como agua porque es una de las moléculas más comunes, pero lo importante es la presencia del hidrógeno, explicó el argentino.
En 2011 Saal y su equipo investigaron la cantidad de agua presente en las rocas volcánicas lunares, que es similar a la cantidad observada en las rocas volcánicas terrestres.
Y ahora, en la tercera entrega de esta fascinante historia, el investigador anuncia que esas muestras de agua tienen el mismo origen que la de la Tierra.
La otra gran conclusión de esta investigación es que fueron las condritas carbonosas, unos meteoritos primitivos, y no unos cometas como se pensaba, los que trajeron el agua a la Tierra.
Para llegar a estas conclusiones los investigadores analizaron la lava del interior de la Luna y observaron el isótopo o la huella digital del hidrógeno.
Ese hidrógeno se encuentra atrapado en cristales volcánicos.
Al medir el isótopo comprobamos que tenía el mismo valor que el del hidrógeno de las condritas carbonosas y no que el de los cometas, dijo Saal.
Las condritas son unos meteoritos primitivos que son los que dieron origen a los planetas. Las condritas carbonosas, en particular, contenían hidrógeno, es decir agua.
Una parte de la comunidad científica creía que fueron los cometas los que trajeron el agua a la Tierra después de que esta ya estuviera formada. Pero los resultados del estudio de Saal apuntan a que fueron las condritas.
Entonces nosotros decimos que el agua que vino a la Luna y a la Tierra tiene el mismo origen, el mismo reservorio, que son las condritas carbonosas, resumió.
¿CÓMO LLEGÓ EL AGUA A LA LUNA? Según el investigador, el agua llegó a la Luna muy, muy temprano, antes de los 4.400 millones de años, cuando los planetas aún se estaban formando.
Nuestra explicación es que la Tierra se formó con agua desde el principio, dijo.
Después vino un impacto gigante entre la Tierra y otro de estos planetas cuando se estaban formando, cuando ya eran grandes planetas. Durante la colisión todo se funde, hay temperaturas muy altas de 5.000 a 7.000 grados kelvin. Y durante esa colisión se forma una Tierra mayormente fundida, explicó.
De los restos del choque, que incluyen pedazos de la Tierra y del planeta que choco con ella, se forma un disco fundido muy, muy caliente, como una nube muy densa. Y ese disco se empieza a agregar para formar la Luna , dijo.
Durante este impacto, de alguna forma no sabemos exactamente como no todo el hidrógeno se perdió. Se perdió algo que se evaporó por el calor pero no todo, y así es como entonces la Luna termina con agua, continuó.
Así es como entendemos de dónde y cuándo vino el agua que esta en la Luna y por tanto esta muy relacionada con el agua que está en la Tierra, concluyó.
Según el argentino el interior de la Luna quedó esencialmente fosilizado muy temprano y a medida que la Luna se fue enfriando fue formando una especie de casquete o coraza externa, llamada litosfera.
Una vez formada esa coraza es muy difícil que cualquier cosa que viniera más tarde pudiera penetrar al interior. De manera que si nosotros vemos una lava del interior de la Luna que trae agua sabemos que esa agua ha estado ahí muy, muy, muy temprano. Probablemente antes de los 4.400 millones de años, explicó Saal.
¿Y CÓMO LLEGO EL AGUA A LA TIERRA? Sabemos que las aguas de la Tierra proceden de las condritas carbonosas, dijo Saal. El problema es que no se sabe cuándo llegaron a la Tierra las condritas carbonosas, añadió.
Las condritas son de los primeros meteoritos que se formaron en el sistema solar. Son bien primitivos, describió Saal.
Estos meteoritos se fueron agregando entre ellos hasta formar el planeta.
Según le explicó Saal a BBC Mundo, hasta alrededor de 2009 se creía que los planetas llamados terrestres aquellos que están entre el Cinturón de Asteroides y el Sol: Marte, Tierra, Venus y Mercurio se habían formado a partir de materiales totalmente secos y que el agua había llegado después.
Se pensaba que estos planetas se habían formado mediante la condensación de la nebulosa solar pero que estaban formados por material sin agua porque, estando tan cerca del Sol, el agua de la nebulosa solar no se podría haber condensado. Es decir, se habría condensado el sólido sin el hidrógeno y el agua habría llegado mucho después, en cometas.
Pero a partir de 2011 aparecen modelos que dicen que los planetas se formaron con agua desde el principio, dijo el investigador.
Según estudios recientes el 98% del agua de la Tierra viene de las condritas carbonosas mientras que sólo el 2% lo hace de los cometas.
El gran interrogante que aún queda por resolver, según Saal, es como esa agua presente en la Luna logro sobrevivir a la gigantesca colisión de la Tierra con el otro planeta.
Nuestra investigación sugiere que a pesar de que haya un gran impacto no se tienen porqué perder los elementos volátiles totalmente, declaró el geoquímico.
También sugiere, según los investigadores, que hay ciertos procesos importantes sobre cómo se forman los planetas y los satélites que todavía no entendemos.
En la investigación también participó Erik Hauri, del Carnegie Institution de Washington, James Van Orman, de la Universidad Case Western Reserve, y Malcolm Rutherford, de la Universidad de Brown.