Astrofísicos australianos han detectado las dos supernovas más lejanas en el Universo, un hallazgo que acerca a los científicos a la observación de las estrellas que se formaron inmediatamente tras el Big Bang, informó hoy la revista científica Nature.
Ambos astros son supernovas superluminosas, caracterizadas por un brillo hasta cien veces superior al de una supernova normal, y que solo durante la explosión que las origina emiten más luz que la que producirá el Sol si llega a cumplir los 10.000 millones de años de existencia que prevén los científicos.
Este tipo de supernova es extremadamente rara de encontrar y, hasta ahora solo se había detectado una en 2007, situada mucho más cerca de la Tierra que las dos descritas hoy, según explicó el investigador Jeff Cooke de la Swinburne University of Technology de Hawthorn (Australia).
SUS CARACTERÍSTICAS Las dos supernovas observadas por Cooke son el producto de la muerte de un par de estrellas muy masivas, de entre 100 y 250 veces la masa del Sol, que explotaron de una manera completamente diferente al resto de supernovas y con una gran intensidad.
De hecho, la explosión de una sola de estas supernovas tenía el poder de detener el proceso de formación de un conjunto significativo de estrellas o, por el contrario, proporcionar el material necesario para acelerar este fenómeno.
Pueden ser las portadoras de la muerte o las portadoras de la vida para las otras estrellas, apuntó Cooke, en cuyo equipo figura también el investigador argentino Carlos Gonzalo Díaz.
En concreto, las supernovas observadas alcanzaron desplazamientos hacia el rojo (redshift) de 2,05 y 3,90 puntos, por lo que baten el récord situado hasta ahora en 2,36 puntos.
Esto significa que ambas se formaron hace entre 10.000 y 12.000 millones de años, en una época en la que el Universo era más de tres veces más pequeño que en la actualidad.
PRIMERAS CONCLUSIONES Por ello, su hallazgo sugiere que la formación de superluminosas era un fenómeno más frecuente en las primeras etapas de la historia del Universo que en la actualidad, lo que las convierte en un objeto de estudio interesante para comprender la diversificación que tuvo lugar tras el Big Bang.
Poco después del Big Bang sólo había hidrógeno y helio en el Universo. El resto de elementos que podemos ver alrededor de nosotros hoy en día, como el carbono, el oxígeno o el hierro, fueron producidos en el núcleo de las estrellas durante las explosiones de las supernovas, detalló Cooke.
Así, las primeras estrellas en aparecer tras el Big Bang produjeron los materiales necesarios para el largo proceso de formación del Universo, que dio lugar a una gran variedad de galaxias, estrellas y planetas.
Aunque estas supernovas probablemente no pertenezcan a la primera generación de estrellas del Universo, Cooke considera que los científicos se encuentran cada vez más cerca de poder observar los astros más primitivos, con desplazamientos al rojo de más de 10 puntos.
Nuestros descubrimientos significan que ahora tenemos los medios para detectar y estudiar la muerte de las primeras estrellas y comenzar a entender este proceso desde el principio, agregó el investigador.