En lo que representa una innovación en el campo de la medicina, un grupo de médicos utilizó partículas de plástico y una impresora láser de tercera dimensión para crear una tráquea y poder salvar la vida de un niño que solía dejar de respirar casi a diario.
Es el más reciente avance del creciente campo de medicina regenerativa: crear partes del cuerpo en el laboratorio.
En el caso de Kaiba Gionfriddo, los médicos no podían perder ni un segundo. Debido a un defecto congénito, la tráquea del bebé de Ohio no dejaba de colapsarse, haciendo que su respiración se detuviera y, frecuentemente, también su corazón. Médicos en Michigan habían estado investigando sobre tráqueas artificiales, pero todavía no habían implantado una a un paciente.
EL CASO El problema de Kaiba era que un bronquio no estaba totalmente formado. Cuando un caso como este es severo, los padres se enteran del defecto cuando el niño de pronto deja de respirar y muere. Eso casi sucedió cuando Kaiba tenía seis semanas de nacido. El niño se puso azul y dejó de respirar y su padre, Bryan Gionfriddo, le practicó una reanimación cardiopulmonar para revivirlo, relató la mamá del pequeño, April.
Siguieron más episodios y Kaiba tuvo que utilizar una máquina para ayudarse a respirar cuando tenía dos meses. Los médicos le dijeron a la pareja que su condición era grave y que “había muchas probabilidades de que no saliera vivo del hospital”, según su madre. Fue entonces cuando Marc Nelson, un médico en el Hospital Infantil Akron, les habló del trabajo experimental en Michigan. Kaiba se sometió a la operación el 9 de febrero de 2012.
La prótesis fue injertada alrededor del bronquio defectuoso. El plástico está diseñado para degradarse y ser absorbido gradualmente por el organismo en tres años, conforme se genere tejido sano para reemplazarlo, dijo el ingeniero biomédico que dirigió el trabajo Scott Hollister.
EL PROCESO Para hacer esto posible, los médicos imprimieron en un solo día 100 tubos diminutos, utilizando láseres guiados por computadora para apilar y fusionar delgadas capas de plástico en varias formas y tamaños. Al día siguiente, con permiso especial de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, implantaron uno de esos tubos en Kaiba, la primera vez que esto se hacía.
De pronto, un bebé que los médicos habían pronosticado que posiblemente no saldría vivo del hospital, respiraba normalmente por primera vez. Tenía tres meses cuando fue intervenido el año pasado y ahora tiene casi 19 meses de edad. Desde entonces no ha tenido una sola crisis respiratoria.
Ahora es un niño muy sano, dijo el pediatra otorrinolaringólogo Glenn Green, del Hospital Pediátrico C.S. Mott en la Universidad de Michigan, donde se realizó la operación. La intervención se describe en la gaceta de medicina New England Journal of Medicine que saldrá el jueves.