Las vacunas contra el COVID-19 ya son administradas a millones de personas en el mundo. Y muchos proyectos siguen aún en desarrollo, con lo cual se espera contar con más opciones para los países con dificultades para acceder a las dosis necesarias.
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Hasta hoy, hay 264 vacunas que se están probando en el mundo: 182 en fase preclínica (laboratorio y animales) y 82 en fase clínica (en humanos), según la más reciente revisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En este momento, nueve vacunas son usadas masivamente en el mundo. Estas utilizan las tecnologías de vectores virales, virus inactivados y de ARNmensajero. A estas vacunas se les sumaría pronto las vacunas de Novavax y Curevac. A continuación detallamos cómo funcionan.
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Novavax
Con la vacuna de Novavax se incorpora otra tecnología a las ya disponibles. A diferencia de las vacunas tradicionales que usan el mismo virus (atenuado o inactivado), esta vacuna utiliza subunidades de la proteína S del SARS-CoV-2, virus que produce el COVID-19, con lo cual se desencadena una respuesta inmunitaria y se prepara al organismo para responder a una futura infección.
Este tipo de vacunas no usa el virus entero sino partes purificadas del mismo, “seleccionadas por su capacidad para estimular las células inmunes”, explica la alianza por las vacunas GAVI.
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Como no puede causar la enfermedad por no tener el virus completo y activo, son consideradas altamente seguras y los responsables de la vacuna de Novavax afirman que tiene una eficacia de 89%. Se encuentra actualmente en fase III y necesita dos dosis.
Esta tecnología es usada en vacunas contra la hepatitis B, tos ferina, meningococo, difteria y tétanos. Esta semana, en China se aprobó una vacuna de subunidades proteicas desarrollada conjuntamente por la biofarmacéutica Anhui Zhifei Longcom y la Academia China de Ciencias, pero solo para el uso en ciertos casos.
Curevac
La farmacéutica alemana Curevac desarrolla su vacuna de ARNmensajero, una tecnología nueva que también es empleada por las farmacéuticas Moderna y Pfizer, que ya tienen aprobación de emergencia en gran parte del mundo.
La vacuna de ARNmensajero no utiliza al virus en sí, sino la información genética de la proteína S del coronavirus, que es la responsable de unirse a la célula y así permite que esta sea infectada. Entonces, luego de la inoculación, cuando esa información llega a las células, estas producen dicha proteína.
“Nuestro sistema inmunitario reconoce que la proteína es un cuerpo extraño y comienza a generar una respuesta inmunitaria y producir anticuerpos, como sucede cuando se produce una infección natural contra el COVID-19”, con lo cual el organismo queda preparado para enfrentar a la enfermedad, explican los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU.
Estas vacunas, según información publicada recientemente por Pfizer, tienen una alta efectividad: 94% en la campaña de vacunación en Israel, uno de los países que lidera el proceso de inmunización contra el COVID-19 en el mundo.
La vacuna de Curevac se encuentra en estudios de fase III y también se prueba en el Perú. Se espera que su aprobación se dé en las próximas semanas.
Virus atenuado
Entre las vacunas que funcionan con otras tecnologías se encuentran en camino tres que utilizan el ADN del virus, como la desarrollada por la farmacéutica estadounidense Inovio y que está en fase II. También está en pruebas la vacuna de virus atenuado desarrollada por Codagenix/Serum Institute of India. Se encuentra en fase I.
A diferencia de las vacunas de virus inactivado, como la de Sinopharm, las atenuadas utilizan una versión debilitada del mismo patógeno (en este caso el coronavirus SARS-CoV-2) que produce la enfermedad.
Según explica la OMS, “se utilizan los virus patógenos o alguno que sea muy parecido y se mantienen activos pero debilitados […] En esta estrategia se utiliza una tecnología parecida a la de las vacunas inactivadas; además, es posible fabricar grandes cantidades de vacunas. Sin embargo, en ocasiones no es conveniente aplicar vacunas de este tipo a las personas inmunodeprimidas”.
“Cuando nos referimos a los virus no podemos hablar de virus muerto o vivo, sino atenuado o inactivado. La vacuna de virus inactivado es distinta a la de virus atenuado, pero ambas presentan el virus entero al organismo. Hoy en estudios clínicos hay vacunas de virus inactivado, pero no hay ninguno de virus atenuado en fase III. El virus atenuado suele tener una mayor respuesta inmune, es mucho más rápida, y por lo general es suficiente una dosis”, explica a El Comercio el epidemiólogo Edward Mezones, experto en inmunizaciones.
Es el tipo de tecnología más antigua entre las vacunas. Fue utilizada por primera vez por Edward Jenner, el creador de la primera vacuna contra la viruela en el siglo XVIII. Actualmente, esta vacuna se sigue utilizando para prevenir enfermedades como la varicela.
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