Una de las consecuencias más funestas de la gran pandemia del 2019 es, sin duda, la aún no evaluada afectación de la salud mental y el desarrollo cognitivo de los niños. Los expertos coinciden en que casi dos años de inasistencia a clases presenciales dejarán una estela de problemas emocionales en la población escolar.
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Ante esa realidad, muchas sociedades –incluida la peruana– protestan por la falta de un rápido regreso a clases presenciales, pero aceptando que el curso de la pandemia es incierto, hoy haremos algunas preguntas esenciales antes de decidir reabrir las escuelas completamente.
—¿Cuán peligroso es el COVID-19 para los niños?—
Sabemos que los niños pueden contagiarse, enfermar y ser hospitalizados, pero –aparte del raro síndrome multiinflamatorio sistémico infantil– los niños presentan baja morbilidad y mortalidad. En términos de salud entonces, el regreso a clases debe poner en la balanza el riesgo de enfermarse y el daño emocional causado por la falta de instrucción y la socialización de los niños. La balanza parece inclinarse al lado de la salud mental del niño.
—¿Cuán riesgoso es que los niños lleven el virus a casa?—
En hogares en los que vivan personas vacunadas y que no tengan factores de riesgo para complicarse por COVID-19 (padres jóvenes y saludables), el riesgo es mínimo y los niños podrían volver a clases. Pero sabiendo que ciertas personas en riesgo (ancianos, personas con cáncer u otras enfermedades crónicas o problemas inmunitarios) pueden complicarse incluso estando completamente vacunadas, existe el riesgo de que el niño lleve el virus a la casa y afecte la salud de esas personas.
“Lamentablemente, esas condiciones [de sanidad] no son parejas en el Perú, pues existen miles de colegios en estado precario”.
—¿Qué deben hacer las escuelas para asegurar un regreso saludable a clases?—
Sin duda que lo más importante es que las escuelas se aseguren que profesores, personal administrativo y alumnos estén vacunados. El problema en el Perú es que recién en noviembre se iniciará la vacunación de adolescentes de 12 a 17 años; y la vacunación de niños mas pequeños, de 5 a 11 años, está aún en proceso de ser aprobada en EE.UU., y dependiendo de la capacidad de compra de vacunas del Estado Peruano, no se sabe cuándo llegará al Perú.
Sin esa vacunación, las medidas de mitigación en la escuela, que incluyen uso obligatorio de mascarillas, ambientes ventilados, distancia física, y agua y jabón en los baños, son muy importantes. Lamentablemente, esas condiciones no son parejas en el Perú, pues existen miles de centros educativos en estado precario en el Perú.
—¿Qué debe hacer el padre de familia cuando percibe que su escuela no es segura?—
El sistema debe proveer la posibilidad de que ciertos alumnos continúen su educación de manera remota o semipresencial.
—¿Qué debe hacer el Ministerio de Salud para asegurar un regreso a clases saludable?—
El Minsa debe asegurar un programa distrital de testeo con pruebas moleculares, pruebas que no solo deben ser hechas en personas sintomáticas, sino también en personas asintomáticas de manera aleatoria. Esos resultados deben ser públicamente exhibidos para conocer la tasa de positividad distrital y se brinde la confianza a los padres de familia.
En coordinación con el Ministerio de Educación, el Minsa debe proveer también un programa proactivo de administración de pruebas moleculares a profesores y alumnos, para encontrar casos asintomáticos e iniciar los protocolos de aislamiento y cuarentena. Hacer lo contrario, es decir, hacer la prueba solo en personas con síntomas, y que tengan que esperarse resultados por dos o tres días, no sería lo más eficiente.
El Minsa debe proveer también un protocolo basado en ciencia y evidencia, de acciones a tomar en caso un alumno o miembro del personal tenga una prueba positiva. Recientes estudios han demostrado que un aislamiento en casa por 14 días no sería necesario si los alumnos en contacto con un niño infectado estuvieron usando mascarillas.
“Cada país, cada región, tiene una realidad diferente, la cual va a determinar las acciones a seguir”.
—¿Qué deben hacer los padres de familia en esta transición?—
Si los niños ya están yendo a la escuela, los padres deben tener discursos positivos con sus hijos, reasegurándoles que –de infectarse– la enfermedad en ellos es leve, pero al mismo tiempo deben reforzar las medidas de prevención de la infección.
Si los niños aún no están yendo a clases presenciales, los padres deben ir preparándolos para la eventualidad de que pronto puedan hacerlo, dando mensajes positivos, pero reforzando las medidas de prevención.
Por otro lado, sabiendo que la pandemia ha aumentado los índices de ansiedad y depresión en los adultos, los padres de familia deben estar dispuestos a reconocer el estado de su propia salud mental, y buscar ayuda si fuera necesario. Será imposible ayudar a sus hijos sin que ellos reciban primero la ayuda que necesitan.
—¿Qué deben hacer las escuelas en esta transición?—
El elemento más importante es la transparencia: comunicar rápida y efectivamente a padres de familia, profesores y empleados las ocurrencias relacionadas a los casos de infección y las medidas adoptadas.
—Corolario—
Así como no existe una receta única para luchar contra la pandemia, no hay una receta única para el regreso seguro a clases. Cada país, y dentro de cada país, cada región, tiene una realidad diferente, la cual va a determinar las acciones a seguir. Las autoridades deben proveer, sin embargo, lineamientos generales claros y basados en ciencia, que escuelas, padres de familia y alumnos puedan seguir de acuerdo con su realidad particular.
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