Una muerte como la de George Floyd es impactante, pero habitual.
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Las muertes de personas en confrontaciones con la policía, como en el caso de Floyd el 25 de mayo en Minneapolis, es algo que se repite cientos de veces al año en Estados Unidos.
Floyd, un afroestadounidense de 46 años, murió por asfixia cuando varios policías intentaban arrestarlo, según la autopsia, lo que ha generado una ola de protestas, algunas con disturbios y violencia, como no se había visto en EE.UU. desde hace décadas.
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Pero en el país cada año mueren más de 1.000 personas por la acción -justificada o no- de la policía.
También los agentes son víctimas habituales en estos incidentes violentos.
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En 2018 más de 85.000 personas sufrieron heridas en intervenciones de la fuerza pública, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
Esos casos, y las consecuencias que generan, ha llevado a instituciones como la Asociación Médica Estadounidense (AMA, por sus siglas en inglés), el gremio más grande de profesionales de la salud en EE.UU., a considerar la violencia de la policía como un "problema de salud pública".
“La investigación demuestra que las comunidades marginadas racialmente están sujetas de manera desproporcionada a la fuerza policial, y existe una correlación entre la vigilancia y los resultados adversos para la salud”, dijo la AMA en un comunicado a raíz del caso Floyd.
Según diversos análisis, la violencia en los encuentros entre policías y civiles no solo tiene efectos en las muertes o heridas, sino en trastornos que perduran a lo largo del tiempo y que impactan a comunidades enteras.
“Una mayor prevalencia de encuentros policiales está relacionada con niveles elevados de estrés y ansiedad, junto con mayores tasas de presión arterial alta, diabetes y asma, y complicaciones fatales de esas afecciones”, sostiene la AMA.
Por su parte, la Asociación Estadounidense de Salud Pública (APHA, por sus siglas en inglés) coincide en que la violencia sistemática por parte de la policía "da como resultado muertes, lesiones, traumas y estrés que afectan desproporcionadamente a las poblaciones marginadas".
"Las personas de color representaron más del 50% de los años de vida perdidos debido a una intervención de autoridades en 2016, pero representan poco menos del 40% de la población de EE.UU.", dijo la APHA en un estudio de 2018.
Los números
El estudio de la APHA, llamado "Abordar la violencia policial como un problema de salud pública", hizo un análisis basado en datos de 2016 en los que encontró que al menos 1.091 personas murieron por acción de la policía en EE.UU.
La cifra de más de 1.000 personas muertas en este tipo de incidentes se ha sostenido a lo largo de la última década.
Ese año, más de 76.400 personas sufrieron heridas (según números de los CDC) debido a la intervención legal de la fuerza pública. En 2018, la última cifra disponible, fueron de más de 85.000.
Los costos por el tratamiento médico de esas personas, así como por la pérdida de fuerza de trabajo, ascendieron a más de US$1.800 millones.
Además, el millar de personas que perdió la vida significó 54.754 años de vida perdidos.
Por otro lado, el estudio "Muertes por uso de fuerza letal por parte de las fuerzas del orden" determinó que la sexta causa de muerte entre varones de 25 y 29 años es una confrontación violenta con la policía.
Pero las autoras Sarah DeGue, Katherine A. Fowler y Cynthia Calkins, las dos primeras de la División de Prevención de Violencia de los CDC, hacen notar que los afroestadounidenses tienen 2,5 más probabilidades de ser víctimas de la policía u otras fuerzas del orden.
Las autoras sostienen que sus hallazgos refuerzan los llamados a "tratar la violencia policial como un problema de salud pública", pues a su juicio tiene "profundas consecuencias para la salud pública, la democracia y la estratificación racial".
El estudio excluye las muertes relacionadas con la policía que se determinaron como suicidio, resultado de un accidente automovilístico o un accidente, como una sobredosis o una caída. Y no juzga si una acción de la policía fue justificada o no.
Las víctimas uniformadas
Lo que los análisis también hacen notar es que los policías suelen ser víctimas fatales de los encuentros violentos con civiles.
Debido a la posesión de armas a la que tienen derecho y acceso fácil los estadounidenses, los policías son más propensos a temer por su vida en EE.UU., según el estudio de DeGue, Fowler y Calkins.
Una base de datos del diario The Washington Post sobre casos de violencia fatal con policías determinó que más de la mitad de las personas asesinadas a tiros por la policía en 2019 portaban armas de fuego.
Entre 100 y 200 agentes mueren cada año en cumplimiento de su deber, lo cual se suma a los costes de salud y pérdida de fuerza laboral.
Cifras del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) muestran que, entre 2013 y 2017, una media de 451 personas fueron víctimas de "homicidio justificado" a manos de agentes de la ley.
¿Por qué es un problema de salud pública?
Las consecuencias de un encuentro fatal entre agentes y civiles van más allá de cada caso, según la AMA, y generan "efectos nocivos" para víctimas directas e indirectas, y para el sistema de salud y las comunidades en Estados Unidos.
Al tener una proporción más alta de incidentes con la policía que otros grupos sociales, la población afroestadounidense tiende a padecer más estrés y ansiedad, presión arterial alta, diabetes y asma, dice la institución.
Y en sus comunidades hay un efecto negativo más notable que en otras.
"El trauma de la violencia en el curso de la vida de una persona se asocia con estrés crónico, tasas más altas de comorbilidades (coexistencia de dos o más enfermedades en una misma persona) y menor esperanza de vida, todo lo cual conlleva una gran atención y carga económica en nuestro sistema de atención médica", expone la AMA.
"La fuerza policial excesiva es una violencia comunitaria que genera lesiones innecesarias y costosas, además de morbilidad (proporción de personas que enferman en un sitio y tiempo determinado) y muerte prematuras", añade.
Ante esto, casos como el de Floyd señalan la necesidad existente de garantizar la rendición de cuentas y la equidad “como medida de salud pública” en Estados Unidos.
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¿Cuáles son los síntomas del nuevo coronavirus?
Entre los síntomas más comunes del COVID-19 están: fiebre, cansancio y tos seca, aunque en algunos pacientes se ha detectado dolor corporal, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta y diarrea. Estos malestares pueden ser leves o presentarse de forma gradual; sin embargo, existen casos en los que la gente se infecta, pero no desarrolla ningún síntoma, precisó la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Además, la entidad dio a conocer que el 80 % de personas que adquieren la enfermedad se recupera sin llevar un tratamiento especial, 1 de cada 6 casos desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar, la gente mayor y quienes padecen afecciones médicas subyacentes (hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes) tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave y que solo el 2 % de los que contrajeron el virus murieron.
¿Quiénes son las personas que corren más riesgo por el coronavirus?
Debido a que el COVID-19 es un nuevo coronavirus, de acuerdo con los reportes que se tienen a nivel mundial, las personas mayores y quienes padecen afecciones médicas preexistentes como hipertensión arterial, enfermedades cardiacas o diabetes son las que desarrollan casos graves de la enfermedad con más frecuencia que otras.
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