El SARS-CoV-2, el virus causante de pandemia mundial de COVID-19, se propaga principalmente por inhalación de aerosoles cargados de virus tanto a corta como a larga distancia, y una nueva y exhaustiva evaluación de los virus respiratorios concluye que muchos otros probablemente también lo hacen.
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Según informa un equipo internacional e interdisciplinario de investigadores en una revisión publicada en la revista ‘Science’, el conocimiento convencional sobre la transmisión de enfermedades víricas debe revisarse.
El SARS-CoV, el MERS-CoV, la gripe, el sarampión y los rinovirus que causan el resfriado común pueden propagarse a través de aerosoles que pueden acumularse en el aire interior y permanecer durante horas. Durante el siglo pasado y al principio de esta pandemia, se creía que los virus respiratorios, incluido el SARS-CoV-2, se propagaban principalmente a través de las gotitas producidas en la tos y los estornudos de las personas infectadas o al tocar superficies contaminadas.
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Sin embargo, la transmisión por gotitas y fómites del SARS-CoV-2 no explica los numerosos eventos de superdifusión observados durante la pandemia de COVID-19, ni la transmisión mucho mayor que se produce en el interior frente a la del exterior.
Motivados por el deseo de comprender los factores que condujeron a la pandemia de COVID-19, los investigadores de Taiwán, Estados Unidos e Israel trataron de identificar con la mayor claridad posible cómo se propagan el coronavirus y otros virus respiratorios.
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Por ejemplo, el equipo revisó numerosos estudios sobre eventos de superdifusión observados durante la pandemia de COVID, y descubrió que los trabajos mostraban sistemáticamente que la transmisión aérea es la vía de transmisión más probable, y no los contactos superficiales o el contacto con grandes gotas.
Un factor común en estos eventos de superdifusión fue el aire compartido que las personas inhalaron en la misma habitación. Muchos de ellos estaban relacionados con lugares muy concurridos, duraciones de exposición de una hora o más, mala ventilación, vocalización y falta de mascarillas correctamente utilizadas.
“La transmisión por inhalación de aerosoles cargados de virus ha sido infravalorada durante mucho tiempo. Ha llegado el momento de revisar los paradigmas convencionales aplicando precauciones con los aerosoles para proteger a la población contra esta vía de transmisión”, afirma Chia C. Wang, director del Centro de Investigación Científica de Aerosoles y químico físico de aerosoles de la Universidad Nacional Sun Yat-sen de Taiwán, que dirigió la revisión.
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Los paradigmas predominantes sobre la transmisión de enfermedades respiratorias se remontan a un siglo atrás, señaló el equipo. A principios del siglo XX, Charles Chapin, una destacada figura de la salud pública, descartó de forma paternalista la transmisión por el aire debido a la preocupación de que la mención de la transmisión por el aire asustara a la gente para que no actuara y desplazara las prácticas de higiene.
Esta suposición sin fundamento que equiparaba erróneamente las infecciones a corta distancia con la transmisión por gotitas ha conformado el paradigma actual para controlar la transmisión de los virus respiratorios. Sin embargo, “esta suposición deja de lado el hecho de que la transmisión por aerosol también se produce a corta distancia, porque la concentración de los aerosoles exhalados es mayor cuando se está más cerca de la persona infectada que los emite”, advierte Kim Prather, director del Centro de la Fundación Nacional de Ciencias para el Impacto de los Aerosoles en la Química del Medio Ambiente del Instituto Scripps de Oceanografía de la UC San Diego y químico de aerosoles que codirigió la revisión.
Los aerosoles respiratorios se forman por actividades espiratorias, como respirar, hablar, cantar, gritar, toser y estornudar. Antes de COVID-19, el límite de tamaño tradicional entre los aerosoles que flotan como el humo y las gotas que caen se había fijado en 5 micrómetros, sin embargo, 100 micrómetros es una distinción de tamaño más adecuada. Este tamaño actualizado representa mejor las partículas más grandes que pueden permanecer suspendidas en el aire quieto durante más de 5 segundos (desde una altura de 1,5 metros), viajar más allá de un metro de la persona infectada y ser inhaladas.
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El tamaño físico determina predominantemente el tiempo que pueden permanecer suspendidas en el aire, la distancia que pueden alcanzar, si son inhalables y la profundidad a la que pueden entrar en el tracto respiratorio si se inhalan. “La mayoría de los aerosoles producidos por las actividades respiratorias tienen un tamaño inferior a 5 micrómetros, lo que les permite viajar hasta las regiones bronquiolares y alveolares y depositarse allí”, afirma Josué Sznitman, fisiólogo pulmonar del Technion (Israel).
Otro comportamiento distintivo de los aerosoles que debe tenerse muy en cuenta es su capacidad para ser influenciados por el flujo de aire y la ventilación. Garantizar tasas de ventilación suficientes, la filtración y evitar la recirculación ayudan a reducir la transmisión aérea de aerosoles cargados de virus infecciosos.
“La monitorización del CO2 con medidores portátiles ayuda a verificar que la ventilación es suficiente, y la implementación de purificadores portátiles HEPA (aire con partículas de alta eficiencia) y sistemas de desinfección UV de la sala superior también ayudan a reducir las concentraciones de aerosoles cargados de virus”, añade José-Luis Jiménez, químico de aerosoles atmosféricos de la Universidad de Colorado Boulder.
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Por otro lado, “las barreras de plexiglás que se utilizan habitualmente para bloquear la pulverización de gotas procedentes de la tos y los estornudos en los espacios interiores pueden impedir una ventilación adecuada y crear exposiciones más elevadas para algunas personas -advierte Linsey Marr, de la Universidad Tecnológica de Virginia, que lleva años estudiando la transmisión de patógenos por el aire-. No se recomiendan salvo para las transacciones breves y cara a cara, pero incluso entonces, las mascarillas son mejores porque ayudan a eliminar los aerosoles, mientras que las barreras solo los desvían”.
Con el aumento de las infecciones causadas por la variante Delta y la creciente aparición de casos de infecciones entre personas que han sido totalmente vacunadas, muchos gobiernos y organismos nacionales de control de enfermedades han retomado el enmascaramiento universal en público, una forma eficaz y económica de bloquear los aerosoles cargados de virus, según el informe.
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Sin embargo, “hay que tener en cuenta múltiples barreras a la transmisión, como la vacunación, el enmascaramiento y la ventilación. Es poco probable que una sola estrategia sea lo suficientemente fuerte como para eliminar la transmisión de las variantes emergentes del SARS-CoV-2”, añade Seema S. Lakdawala, viróloga de la Universidad de Pittsburgh.
“Lo que hemos aprendido de esta pandemia también ilumina los caminos para que hagamos los cambios apropiados para entrar en la era posepidémica”, apuna Wang.
Como se aborda al final de esta revisión, estas medidas de precaución contra los aerosoles no sólo protegerán contra la transmisión de enfermedades respiratorias por el aire, sino que también mejorarán la calidad del aire interior y producirán beneficios para la salud que se extenderán mucho más allá de la pandemia de COVID-19.
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