Si nos piden pensar en una abeja, es muy probable que todos veamos la misma imagen: un insecto con ojos y antenas grandes, alas chiquitas –en comparación con el resto del cuerpo– y un abdomen abultado, adornado con franjas negras y doradas. Quizá pensemos en un panal, en trabajo en conjunto y organizado, en una abeja reina y en miel, mucha miel. Y quizá también pensemos en su aguijón y lo “peligrosas” que pueden llegar a ser.
Sin embargo, el mundo de las abejas es mucho más amplio y complejo. Aprovechando que el sábado 20 fue el Día Mundial de las Abejas, conoceremos más de este insecto tan importante para el medio ambiente y nuestra alimentación.
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Miles de especies
En el mundo existen entre 20.000 y 30.000 especies de abejas. Muchas de esas no viven en un panal, no producen miel, ni tienen un papel asignado (como obreras o zánganos) para atender a una reina. Por el contrario, se trata de especies solitarias, que viven tanto en el suelo como en las ramas.
Tampoco son todas iguales. Inclusive, hay especies nativas de esta zona del mundo (de regiones tropicales y subtropicales) que no tienen aguijón, conocidas también como meliponinos. Entre estas sí hay las que tienen organización social (con reina y obreras) y producción de miel, etc.
Y solo para que no le quede la duda: las abejas sin aguijón o con el aguijón atrofiado se defienden mordiendo a quienes las atacan.
Según información de Conservación Internacional, se estima que en el mundo existen más de 500 especies de meliponinos, de las cuales unas 400 están en la Amazonía, y más de 175 especies en el Perú. Esas abejas sin aguijón son consideradas nuestras abejas nativas.
“Las abejas sin aguijón o con el aguijón atrofiado se defienden mordiendo a quienes las atacan”.
¿Y por qué todos pensamos en el otro tipo de abejas? Esa es la abeja doméstica o abeja europea (‘Apis mellifera’). “Esa abeja fue introducida desde Europa. Lo que tenemos hoy en nuestro continente son híbridos”, me explicó Ysabel Calderón, apicultora e ingeniera química. Esa es la abeja que más se conoce y la que más se utiliza para la producción de miel.
¿Eso quiere decir que las otras especies, sobre todo las solitarias y las que no producen miel, no son importantes para los ecosistemas? Por el contrario. Hay que recordar que una de las principales funciones de las abejas en general es la polinización, que es un proceso fundamental para la supervivencia de los ecosistemas, esencial para la producción y reproducción de muchos cultivos y plantas silvestres.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cerca del 90% de las plantas con flores depende de la polinización para reproducirse; el 75% de los cultivos alimentarios del mundo depende, en cierta medida, de la polinización, así como el 35% de las tierras agrícolas mundiales.
Siendo las abejas parte de los principales polinizadores, tienen un impacto directo tanto en la seguridad alimentaria como en la conservación de la biodiversidad.
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Un dato curioso: entre las abejas sin aguijón existen las cleptoparásitas y las abejas parásitas sociales. Con un cuerpo similar a las avispas, se calcula que casi un quinto de las especies son cleptoparásitas. Estas depositan sus huevos en el nido de una abeja recolectora de polen, para alimentarse de lo que ahí encuentren hasta hacerse adultas. Pero también están las abejas parásitas sociales, que derrocan a la reina de la colonia, la reemplazan y tienen a las obreras trabajando para la falsa reina.
Debemos recordar que estas abejas no solo sirven para mantener el equilibrio natural de los ecosistemas, sino también hacen su parte en la polinización.
Proyecto peruano
Según la FAO, la población mundial de abejas y otros polinizadores está en constante declive desde hace décadas, sobre todo por el incremento de la producción agrícola intensiva y el uso excesivo de plaguicidas.
Para promover la conservación de las abejas nativas sin aguijón en el Perú, Ysabel Calderón creó en el 2017 la iniciativa Sumak Kawsay (Buen Vivir, en español).
“Hemos desarrollado una metodología, estableciendo algunos parámetros para identificar algunas especies de plantas, por ejemplo, y realizar una restauración correcta, asegurando la conservación de los polinizadores”, me detalla.
En su emprendimiento, además de haber contribuido a la conservación de cuatro especies de abejas nativas, busca la restauración de los ecosistemas de montaña y la equidad de género. Hasta el momento han sembrado más de mil árboles nativos en Salas, Lambayeque, y brindan trabajo a mujeres del caserío El Higuerón, en la llamada ruta agroturística de la miel de abeja.
Sumak Kawsay ha sido considerado uno de los Restoration Stewards 2023 por la organización Global Landscapes Forum.
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