ANA VALENZUELA

Han pasado 17 años desde la primera vez que César Ritter apareció en la TV convertido en el despistado Lalo de la serie 1.000 oficios. Si bien recuerda con cariño al muchachito que le dio popularidad, Ritter, a sus 34 años, asegura que no le gustaría retomar su trabajo en la TV con un personaje similar. Ahora concentra sus energías en la reposición de la obra Escuela de payasos y disfruta al máximo su nueva faceta: la de papá.

¿El teatro es el lugar en el que ahora te sientes más cómodo? La televisión también me gusta. Haré tele cuando salga un papel, ahora me siento cómodo en el teatro. No me gusta hacer cosas alejadas de la actuación.

Como conducir Por más que uno debe trabajar, no me veo conduciendo. Además, debes tener ciertas habilidades que yo aún no he descubierto, quizá en un futuro.

¿No ha llegado un personaje que te invite a volver a la televisión? Sí, llegó. Lamentablemente, no lo pude aceptar porque tenía compromisos pactados y eran personajes igualmente interesantes. Este año hay algunas propuestas, me gustaría volver con un personaje distinto.

Pasas un buen momento familiar. ¿Cómo vives esta nueva etapa como padre? No tiene punto de comparación con nada que haya vivido. Es bellísimo. Es un descubrimiento todos los días. No sé cómo decirlo. Va creciendo y te das cuenta de que sus cejas son parecidas a las tuyas. Hay algo ahí que te vuelve loco. Lo que mi hija sabrá desde ahora es que soy un ser humano y como tal me puedo equivocar o puedo acertar. Puedo enseñarle mucho, pero no soy el dueño de la verdad. Tengo un gran padre, espero ser uno igual. Este es el momento más importante y más feliz.

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