ENRIQUE PLANAS Enviado especial

Guadalajara. Mario Vargas Llosa ha dicho que México ha dejado de ser la dictadura perfecta. Para el escritor Fabrizio Mejía Madrid, los cambios traídos por la democratización del país tras la derrota del PRI resultaron más bien cosméticos. Han dejado intactos muchos aspectos de la vida pública mexicana. Las reglas del juego nunca cambiaron, afirma.

El mejor ejemplo de ello, según el novelista y periodista chilango, es Televisa. En Nación TV (Grijalbo), Mejía Madrid –invitado para la Feria del Libro de Lima el próximo año– cuenta la historia de tres generaciones de la familia Azcárraga, responsable de telenovelas llenas de estereotipos, noticieros silenciados y todo un tráfico de influencias que van desde el fútbol hasta el culto religioso.

La primera transmisión de Televisa fue una misa Es lo que Monsiváis llamaba “el guadalupanismo laico”. Es necesario recurrir a la Virgen de Guadalupe, creas o no en Jesucristo. Televisa tiene un programa que ha sido objeto de burlas, pero que tiene un ráting importante: “La rosa de Guadalupe”, historias de superación personal a través de la figura del milagro guadalupano. La suya es la religión del espectáculo.

Sorprende saber que Televisa ha construido dos íconos de México: el Estadio Azteca y la nueva basílica de la Virgen de Guadalupe. Los dos con el mismo arquitecto, Ramírez Vásquez, quien también diseñó el logotipo de Televisa. Construyó una basílica y un estadio para un espectáculo televisivo, con esa intención grandilocuente de Emilio El Tigre Azcárraga. Hay una relación simbiótica entre la Iglesia Católica, el fútbol y Televisa.

Un rostro símbolo de Televisa es Chespirito. En tu libro haces un retrato menos inocente del que se conoce fuera de México. Chespirito rompió el cerco diplomático tendido por el Estado Mexicano contra las dictaduras de Pinochet, Videla y Franco. Presentó su espectáculo en estos tres países afirmando que él era simplemente un comediante. Pero eso sirvió para romper el cerco comunicativo y lograr allí la expansión de Televisa.

¿Por qué mientras gran parte de América Latina sigue viendo sus capítulos repetidos, en México se le tiene tal tirria? Es curioso. En México no tuvo ni la décima parte de la importancia que tuvo en América Latina y España. Chespirito es respaldado por un monopolio televisivo bastante odiado, y se le critica que confunda el humor mexicano con el humor del pastelazo.

Chespirito se queja de la indiferencia del canal hacia él. ¿Cuándo dejó de ser útil para Televisa? Por alguna extraña razón Chespirito creyó que lo que hacía en la televisión merecía algún reconocimiento literario. Cuando lo conocí, me dijo señalando sus libretos: “Yo escribí todo esto y el imbécil de Juan Rulfo solo dos libros. ¿Quién me lo reconoce?. Chespirito dejó de ser útil cuando aparecieron otros tipos de comediantes, igualmente acríticos, pero que leyeron mejor la vibra de los años 80.