El sol está radiante en La Habana, pero hay bandera roja en las piscinas de un hotel costero, donde las habitaciones están casi llenas de visitantes acatando la cuarentena para recién llegados del extranjero, decretada en Cuba contra el repunte del coronavirus.
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“El hotel lleno y cuando caminamos por aquí parece un cementerio”, dice una empleada que pasa al lado de las sillas de playa guardadas en el Comodoro, ubicado en una turística zona de la capital cubana.
Ante el incremento de casos de covid-19 en Cuba en el último mes, las autoridades establecieron que a partir del 6 de febrero extranjeros y cubanos no residentes que llegan a la isla sean aislados de manera obligatoria en uno de los seis hoteles asignados en La Habana para este fin, pagando ellos mismos el costo del hospedaje.
“Se han creado varios paquetes que se ofrecen en el aeropuerto” o en internet para pasar la cuarentena, dice a la AFP Isabel Docampo, directora de mercadotecnia de la agencia Havanatur.
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Los visitantes pueden optar por hospedarse en hoteles de tres o cinco estrellas, con costos que oscilan entre 240 dólares y 500 dólares por cinco noches y seis días, el periodo que normalmente dura la cuarentena.
La mayoría de los visitantes son cubanos residentes en territorio estadounidense, sostiene la funcionaria, pese a la reducción de vuelos provenientes de Estados Unidos, México y Panamá ordenada recientemente por las autoridades.
Al llegar al aeropuerto cada viajero es sometido a una prueba de PCR y trasladado a uno de estos hoteles, donde permanece aislado hasta el quinto día, cuando tiene que hacerse una segunda prueba. En caso de ser negativo pueden salir del aislamiento.
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Cinco días “trancados”
“Hay protocolos para el aislamiento, no se pueden cruzar entre los cuartos, tienen que mantenerse aislados, se les está monitoreando con personal de salud”, dice de su lado Omar Milián Torres, director general del Hotel Comodoro. La ocupación de habitaciones en aislamiento es de entre 80 y 100 huéspedes.
Desde marzo pasado se han detectado 21 casos positivos en este lugar, pero ninguno en los últimos cinco días, agrega Milián.
A mediodía se ve a uno que otro huésped salir aburrido al balcón de su habitación para tomar un poco de sol o colgar ropa mojada en un improvisado tendedero.
Madeleine Hernández es una ejecutiva cubana de 49 años que viajó por trabajo a República Dominicana y a su regreso el martes fue enviada por su empresa a este hotel.
En la puerta de su bungalow, con un nasobuco en el rostro, como le llaman en Cuba a la mascarilla, dice que pasa sus días trabajando un poco y leyendo al lado de su hija y su esposo, con quienes viajó a República Dominicana.
Se siente contenta de no haber tenido que ir a uno de los centros de aislamiento gratuitos dispuestos para los cubanos que llegan del extranjero, también obligados a hacer cuarentena.
“En el caso mío particular, que viajo por la empresa, pues la misma empresa nos paga el aislamiento y no tendríamos que ir a otro tipo” de centro de confinamiento, pero “por supuesto que como la casa no hay nada”, señala.
Otros cubanos provenientes de Florida esperan registrarse en la recepción. Dicen que harán el confinamiento porque “es la regla”, pero no les gusta la idea de estar “trancados” cinco días y aseguran que lo hacen solo por ver a sus familias en Cuba.
La bata blanca manda
Menos concurridos están los hoteles para el gran turismo como el Meliá, donde este jueves guardaban cuarentena unas 28 personas.
En este hotel con paquetes especiales se ofrece servicio de menú personalizado y otras comodidades, además de dos visitas diarias de médicos para tomar la temperatura y otros cuidados.
“Ahora quien manda en el hotel es la bata blanca”, dice Mariano Elorza, director general del Meliá Habana, que asegura que el protocolo es muy estricto. Los trabajadores gastronómicos llevan guantes, bata y la interacción con el cliente es mínima, señala.
A pesar de que enfrenta un repunte de casos, Cuba, de 11,2 millones de habitantes, es uno de los países menos afectados en la región por el coronavirus con 35.772 contagios y 254 muertes desde que inició la pandemia en marzo de 2020.