IÑIGO MANEIRO LABAYEN
En el interior de la plaza, que queda a dos metros por debajo de la superficie del suelo, las 160 cabezas clavas sobresalen en un perfecto muro de piedra. El pulido no alcanza la perfección inca, pero las texturas y colores de la piedra son especialmente llamativos cuando les da el sol. Las cabezas, todas con expresiones diferentes, te miran desafiantes, igual que el monolito de Bennett que, con siete metros de altura, se encuentra en el centro de esa plaza hundida. Esta construcción es una de las tantas que forman el monumento arqueológico más importante de Bolivia: Tiahuanaco.
Está situado a medio camino entre la frontera de Desaguadero y La Paz, y a unos 15 kilómetros del lago Titicaca. Aunque hay algunos hotelitos básicos cerca, normalmente los visitantes llegan desde la capital boliviana, que se encuentra a 74 kilómetros.
El sitio fue el epicentro de la cultura Tiahuanaco, una sociedad de guerreros y sacerdotes que supieron dominar el uso del cobre y el bronce. Estos metales les permitieron hacer guerras y conquistar territorios más allá de sus fronteras entre los años 1.500 a.C. y 1.000 d.C., en los que llegaron a cubrir una extensa área comprendida entre el sur del Perú, el norte de Chile y Argentina, además de todo Bolivia.
SONIDOS AMPLIADOS El lugar tenía varias funciones. Su construcción fue diseñada considerando la posición del sol durante el año, lo que le daba una utilidad astronómica. Además de oficiar ceremonias y ritos propiciatorios, supieron dominar la difícil agricultura altiplánica a través de los waru waru, sistemas de camas elevadas del suelo que aseguran la humedad y evitan el congelamiento de las raíces.
También hay una pirámide, la de Akapana, que se encuentra en proceso de excavación y que, según los cálculos, tiene 18 metros de altura y 8 mil m de perímetro. Pero la estructura mayor del Tiahuanaco es el Templo de Kalasasaya formado por larguísimos muros de piedra en los que se asoman puertas de acceso y canales de agua.
Dentro de él, en la parte más alta destaca, la Puerta del Sol, adornada con formas en altorrelieve de personas arrodilladas o aladas, además de una figura que representa al Señor del Báculo.
También hay rampas, andenes, plazas y varios monolitos como el del Fraile y el Ponce. El primero tiene figuras en altorrelieve, en este caso un cinturón formado por cangrejos, un báculo y un kero, el vaso ceremonial andino. Es en esta parte del templo donde se producen los efectos de la amplificación del sonido, de tal manera que una persona puede entender los susurros de otra ubicada a considerable distancia.