MARÍA HELENA TORD
Si bien en los últimos años el consumo de pisco y la cultura del vino en el país se han incrementado notablemente, la experiencia enológica de las catas y la infraestructura hotelera relacionada con este rico universo de los sentidos que es la vinicultura está aún en desarrollo. En Ica, las más grandes haciendas y viñedos han abierto sus puertas a los visitantes y no solo para recorridos guiados. El mejor ejemplo es Viñas Queirolo que tiene desde hace un tiempo un hotel frente a los viñedos que permite enriquecer y prolongar la estadía.
RODEADO DE VIÑAS Para disfrutar de esta experiencia en la cálida región sureña, debe seguir por la Panamericana Sur hasta el km 300, aproximadamente. En el cruce de la avenida La Angostura –donde están el hotel Las Dunas y el acogedor hotel Casa Sur– doble a la izquierda, con rumbo al río Ica. Cruzando se prosigue por la Av. Finlandia y finalmente por la Av. Gotuzzo hasta el km 11 donde lo espera, en medio de 350 hectáreas de viñedos, el hotel Viñas Queirolo. Una vez en Ica, consulte el plano de su web para llegar sin problemas.
El acogedor lugar y el cálido clima le aseguran una estancia placentera en una antigua casona, que ha sido convertida en hotel y que cuenta ahora con modernas habitaciones.
Aquí los huéspedes pueden extender sus caminatas entre las viñas con un exquisito coctel en mano hasta la noche, momento en el cual se programa la cata de vinos guiada por un experto sommelier.
Si solo quiere pasar a almorzar, debe hacer su reserva con la debida anticipación al restaurante del hotel que ofrece cocina regional, internacional y pizzas en horno de barro.
El bar también está abierto al público, con una amplia variedad de cocteles preparados en base a pisco y otros destilados, así como los vinos de la bodega.
BODEGA ABIERTA Ubicado en un oasis rodeado de desiertos, el viñedo Tacama con una extensión de 180 hectáreas, es una de las viñas más hermosas y tradicionales de Ica, donde se elaboran distintas variedades de los mejores vinos y piscos de nuestro país.
En la imponente reja de hierro, que se abre sobre una extensa y florida alameda, nos reciben los trabajadores de Tacama para mostrarnos con orgullo esta ejemplar empresa.
La visita se inicia con un paseo por la casa hacienda, la cual fue antaño propiedad de la orden de los agustinos, antes de que la poseyera y ampliara la familia Olaechea, fundadora de la viña en el 1889.
La casa posee una hermosa capilla, en la que se exhiben antiguas vestiduras eclesiásticas. Cerca de la casa hacienda se encuentra el patio de los almácigos, vivero que sirve para multiplicar las nuevas variedades de semillas procedentes de Francia. Junto a estas pequeñas parras para selección de semillas se encuentra la caballeriza, que alberga finos caballos de paso que le dan al lugar una cálida atmósfera.
Otro ambiente destacado es su museo, en el cual se exhibe la maquinaria que se usaba para la elaboración de los vinos.
La visita a la bodega nos permite conocer de cerca el cuidadoso proceso de elaboración de los vinos.
El ciclo del cultivo de la vid se inicia en agosto, período en el cual se realizan las faenas agrícolas. La uva brota en setiembre y florece en octubre. La vendimia comienza en enero y termina en marzo. A partir de este mes, la planta ingresa en un descanso vegetativo que renovará su vigor para el año próximo. Las fechas varían un poco dependiendo del clima de cada año.
El visitante concluye el paseo bajo la sombra de una fresca ramada donde prueba los vinos y piscos que produce año a año este antiguo viñedo de Ica.