IÑIGO MANEIRO LABAYEN

Dos cosas me llaman la atención cuando entro al restaurante El Tirolés: las pequeñas avionetas de madera que cuelgan del techo y la sonrisa de Edmundo Egg, un tipo alto que transmite un permanente bienestar. Conversando con él, después de probar su espléndida comida, me dice que durante 20 años ha sobrevolado en avioneta todos los rincones de la selva central. Ahora, con su mujer, se dedica a preparar comidas, elaborar embutidos y manejar una piscigranja en su natal Iscozasín.

Edmundo es descendiente de la ola de migrantes chinos y europeos que empezaron a llegar desde mediados del siglo XIX.

Levantaron casonas, haciendas y grandes chacras de cultivo, dando esa personalidad tan especial que tiene la selva central y que la diferencia del resto del territorio amazónico. Después de que Edmundo me contase sus historias durante los años de piloto, yo le cuento mis periplos por las comunidades cafeteras de la parte alta de San Ramón.

ORQUÍDEAS Y GALLITOS DE LAS ROCAS La ruta hacia ellas va paralela al río Tulumayo. Atravieso campos de cultivo rebosantes de plátanos y frutales hasta llegar a la represa de Chimay. La señora Reyna me espera con uno de los mejores caldos de pollo que he comido. Su local, pequeño y de madera, congrega a los técnicos de la hidroeléctrica, los especialistas en café, los agricultores y a los visitantes como yo.

Desde este lugar salen dos rutas. Una de ellas, después de una caminata de dos horas por un valle profundo lleno de orquídeas y helechos, a Nuevo Condorbamba. La experiencia la marca el viaje, sus paisajes, el silencio y la naturaleza que me envuelve.

En Nuevo Condorbamba, la gente trabaja sus semilleros de café, secan las semillas al sol y trasladan con sus burros el producto final hasta San Ramón.

La otra ruta sigue paralela al río Uchubamba, un camino que va ganando altura hasta llegar a San Juan de Uchubamba. Me sorprende su iglesia blanca, de piedra y barro, una joya colonial que data de principios del siglo XVII. Esta localidad fue punto estratégico de conexión con Concepción y Jauja, lugares de muy temprana ocupación española. Muy cerca a ella también existe un fuerte de piedra donde los españoles se enfrentaron a Juan Santos Atahualpa.

La comunidad produce los mejores rocotos del Perú y en sus chacras abundan las papayas enanas con las que se preparan mermeladas. En un ambiente de gran acogida, me voy con los comuneros a los baños termales que están a dos kilómetros.

Uchubamba es un destino de gran potencial por sus bosques, como los que rodean el lodge de Waldir Aylas, que son ideales para ver gallitos de las rocas, orquídeas, conocer sus cataratas y donde la comida, elaborada con insumos recién sacados del campo en un clima benigno como pocos, resulta superagradable.