Muchas hemos crecido con la idea de que amar significa encontrar a nuestra media naranja. A alguien que nos complete y nos llene del afecto y cariño que nos hace falta. Pero en pleno 2022, ya es hora de quitarnos esa falsa banda rosa de los ojos para empezar a priorizar nuestro bienestar y equilibrio emocional, porque solo así podremos amar sana y libremente. Por eso, la psicóloga y terapeuta de parejas Massiel Martel explica cómo diferenciar e identificar si la relación con ese alguien especial se basa en amor verdadero o si se trata de un caso de dependencia emocional.
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¿Qué es la dependencia emocional?
Existe gran debate entre lo que se entiende por dependencia emocional, pues ya existe un trastorno por dependencia que no necesariamente tiene que ver con los vínculos amorosos. Sin embargo, cuando hablamos de temas del corazón, no podemos dejar de lado que la dependencia emocional afecta a muchas personas, causando que las relaciones amorosas se deterioren y se tornen ‘tóxicas’. Por eso, podemos entenderla como un patrón psicológico: “Son personas que tienen relaciones poco -o para nada- sanas. Tienen sentimientos excesivos y poco adaptativos que hacen que experimenten miedo o incluso terror a que la relación se acabe. A que el vínculo se termine y la persona se quede sola”, explica la especialista en parejas. “La persona deja de pensar en sí misma para centrarse en el otro”.
Principales síntomas
El dicho “dime con quién andas y te diré quién eres” se aplica muy bien cuando hablamos de relaciones amorosas. Aquellos con dependencia emocional siempre buscarán un tipo específico de pareja: dependientes como ellos. “Aunque suene paradójico, buscan una persona que también sea dependiente pero con un estilo de dependencia diferente”, afirma la psicóloga.
Una persona con dependencia emocional también tiene problemas para poner límites. Es demasiado permisiva, deja que le falten el respeto y que pasen sobre ella con tal de que no termine la relación. Incluso, sus niveles de ansiedad pueden llegar a tal grado que cuando piensan que la relación está en peligro, interrumpen sus actividades cotidianas y pierden el interés por lo demás que les pueda ofrecer la vida.
Se aíslan de su familia, amigos y demás personas de su entorno para volcar toda su atención y tiempo a su pareja. No tienen pasatiempos, no siguen una rutina personal, no hacen nada de forma autónoma porque la otra persona es básicamente toda su vida. Frases como ‘dejo de hacer mis cosas para estar contigo’, ‘no veo a mis amigos para que tú no veas a los tuyos’ o ‘no salgo para que no salgas’ son comúnmente utilizadas para controlar y acaparar el tiempo y la vida de la otra persona.
“Todos estos síntomas tienen que ver con una necesidad, porque la dependencia emocional es como una adicción. Es sentir que se necesita de la otra parte para seguir viviendo”, revela la psicóloga.
Libertad vs. Necesidad
La confusa línea divisoria entre el amor y la dependencia emocional radica justamente en ese punto: la necesidad. Uno no necesita amar, sino elegir hacerlo. El amor verdadero solo se puede vivir de forma plena desde la libertad, de acuerdo a la terapeuta de parejas.
“En la dependencia, la necesidad es tan grande que se pierde la voluntad. Ya no se trata de querer, sino de necesitar a esa persona. En cambio, en el amor sí hay voluntad, por eso podemos darnos cuenta e identificar signos de alarma o hablar de aquello que no nos gusta sin miedo y con total libertad”, afirma.
La dependencia emocional: un círculo vicioso
Las actitudes y comportamientos negativos de una persona con dependencia emocional no son flor de un solo día. De acuerdo a la psicóloga, estos ‘monógamos seriales’ pasan casi la mayor parte de su vida adulta en una relación o en busca de una porque necesitan llenar ese vacío afectivo a toda costa.
Y si la relación acaba, no pasan por procesos de duelo, sino que buscan sustituir el vacío con otra persona. “Es curioso. Conocen a una nueva persona con un perfil similar y automáticamente olvidan todo el dolor o malestar que sentían. Como una adicción”, comenta la psicóloga.
Si en buena hora te das cuenta de que tú o tu pareja están manifestando actitudes que podrían indicar que se están volviendo dependientes, lo mejor es comenzar a poner límites. Si la situación es demasiado complicada de manejar, acudir a un psicólogo o especialista en terapia de parejas. Y si al final se vuelve insostenible, cortar la relación puede que sea lo mejor.