La pandemia ha evidenciado el largo camino que aún nos falta por recorrer en temas de equidad e igualdad de género en el Perú. A pesar de los esfuerzos de los últimos años, la situación de las mujeres en el país continúa siendo de clara desventaja y las cifras así lo sustentan. En el marco del Día Internacional de la Mujer, indagamos en esta problemática y desmenuzamos las consecuencias de la crisis sanitaria en la vida de las peruanas.
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LOS ESTRAGOS DE LA PANDEMIA
Para Rocío Gutiérrez, subdirectora de la organización feminista Manuela Ramos, es evidente que la vida de las mujeres, así como la de otros grupos humanos en situación de vulnerabilidad, se ha empobrecido tras la llegada de la pandemia. A los desafíos sociales y económicos que ya enfrentaban, se han sumado otros en medio de esta crisis. Uno de ellos es el aumento de carga de cuidado en el hogar. Durante los meses de cuarentena e incluso después, las mujeres han visto incrementadas sus tareas en el cuidado del hogar, los hijos, la pareja; así como los enfermos. “Un punto importante ha sido el cuidado y acompañamiento de los hijos para sostener la escuela desde casa, eso ha significado una carga para las mujeres”, comenta la especialista. Perpetrando patrones machistas que aún conviven en nuestras sociedad, la mujeres continúan siendo en su mayoría, las únicas que se encargan de los quehaceres de hogar y se ponen la familia al hombro. ”Hablamos de una clara sobrecarga de trabajo de cuidados en el hogar. Un trabajo que no es remunerado y que suma a todas las otras responsabilidades que tenemos las mujeres en nuestras vidas: como nuestros trabajos, por ejemplo”, continúa.
Las cifras de violencia hacia las mujeres también han aumentado en estos últimos dos años. Según la Defensoría del Pueblo, de enero a diciembre del 2021 se reportaron 5904 notas de alerta por desaparición de niñas, adolescentes y mujeres adultas, 146 feminicidios, 39 muertes violentas y 123 tentativas de feminicidio. Cifras estremecedoras que revelan la situación de peligro que enfrentan las mujeres a diario. Esta realidad se agudizó aún más durante la época de cuarentena obligatoria en la que muchas mujeres vivieron encerradas bajo el mismo techo con sus agresores. Según el Ministerio de la Mujer, durante esos meses de confinamiento las denuncias por violencia familiar y de género aumentaron en un 130% en el país. De esta situación, las niñas y adolescentes son las más desprotegidas y vulnerables. En el 2021, el 66% de las mujeres reportadas como desaparecidas fueron niñas y adolescentes. Además, mujeres en este rango de edad son las mayores víctimas de violaciones y embarazos no deseados. Sobre esto último, Gutiérrez revela un tercer problema: la falta de atención médica.
Desde el inicio de la pandemia, las mujeres han enfrentado serias restricciones de salud. “Por obvias y justas razones, todos los servicios estuvieron dirigidos a mitigar los efectos de la pandemia. Eso dejó a la población femenina sin acceso a servicios básicos”, explica la especialista. Entre ellos resalta aquellos que tienen que ver con la salud reproductiva como los métodos anticonceptivos o las pastillas del día siguiente. “Este servicio es sumamente importante para evitar embarazos adolescentes”, apunta. Los controles prenatales y la atención de casos de violencia femenina han sido otros de los servicios más desatendidos durante estos años.
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PASOS HACIA ADELANTE
A las situaciones descritas, se suman otras luchas que las mujeres venimos enfrentando hace décadas como el acceso a la participación política, el salario justo, la llegada a puestos de mando o la salud sexual reproductiva, entre muchas más. Ante la compleja realidad, Jessenia Casani, socióloga de la organización DEMUS, señala que hay que combatir la raíz del problema para generar un cambio real. “Para acortar la brecha de igualdad de género en nuestro país, es necesario trabajar la discriminación estructural que existe. Por ahí se debe empezar. La discriminación por género está conectada con la racial o de clase. Es un tema cultural”, señala la especialista. Para ello, se debe acabar con los patrones socioculturales que refuerzan los estereotipos que generan la discriminación, como el machismo. El machismo internalizado en nuestra sociedad perpetra situaciones de discriminación y violencia hacia las mujeres.
Un segundo punto tiene que ver con la falta de presupuesto por parte del gobierno. “Actualmente, nuestro país tiene decenas de leyes que favorecen a la igualdad de oportunidades entre las mujeres y los hombres. Sin embargo, no se aplican en la vida real. Es necesario dotar de presupuesto estas medidas, sino se quedan en meras declaraciones políticas”, señala. Según Casani, los ámbitos que necesitan presupuesto con urgencia son dos: el acceso a la justicia en caso de violencia hacia la mujer y la educación sexual integral. Sobre lo primero, las cifras expuestas líneas arriba evidencian la gravedad del asunto. “En nuestro país se tolera la violencia de género y persiste la cultura de violación”, agrega Casani. “Aunque hemos avanzado en un sistema nacional especializado de justicia, no llega a todas las regiones del país porque no hay presupuesto”, revela. Sobre la educación sexual integral, la experta alerta sobre el proyecto de ley 904/2021 presentado por el congreso que busca retroceder en este ámbito. “La educación sexual integral en las escuelas es la clave para prevenir la violencia sexual, los embarazos no deseados, para nutrir a nuestras niñas sobre sus derechos y su salud sexual”, señala.
Por último, Casani apunta que es necesario romper con el ciclo de corrupción política que azota a nuestro país en las últimas décadas. “Las crisis como la que vivimos ahora mismo dejan a un lado todo el trabajo hecho. Es un retroceso constante. Damos un paso y retrocedemos cien”, lamenta.