Houston, 20 (Reuter). Neil Armstrong, astronauta norteamericano, se convirtió hoy en el primer ser humano que pisa el suelo de otro cuerpo celeste. AFP PHOTO / NASA (Photo by HO / NASA / AFP)
Houston, 20 (Reuter). Neil Armstrong, astronauta norteamericano, se convirtió hoy en el primer ser humano que pisa el suelo de otro cuerpo celeste. AFP PHOTO / NASA (Photo by HO / NASA / AFP)
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Redacción EC

Houston, 20 (Reuter). Neil Armstrong, astronauta norteamericano, se convirtió hoy en el primer ser humano que pisa el suelo de otro cuerpo celeste.

El trascendental hecho que abre una nueva era en la historia de la humanidad se concretó a las 02:56 GMT de hoy 20 de julio de 1969.

El histórico instante pudo ser presenciado en el mundo entero gracias a la magia de la televisión, puesto que al iniciar su descenso desde el módulo lunar, Armstrong puso en funcionamiento una cámara especial que registró el histórico evento.

“Es el pequeño paso de un hombre, pero un enorme paso para la humanidad”, dijo Armstrong al pisar la superficie selenita.

La acción de Armstrong constituye la culminación de un vasto esfuerzo del que participaron más de 300.00 científicos, ingenieros y técnicos de la NASA y que demandó la inversión de más 30.000 millones de dólares en el lapso de ocho años transcurridos desde que el presidente John Kennedy fijara para Estados Unidos el compromiso de llevar un hombre a la Luna y traerlo de regreso a la Tierra sano y salvo.

Según el control central de la misión en Houston, el contacto físico de Armstrong con la superficie lunar se produjo a las 02:56 y 20 segundos GMT del 21 de julio.

Con la voz ligeramente temblorosa por la emoción, Armstrong comenzó a describir la superficie lunar, diciendo que parecía estar constituida por finas partículas arenosas.

No hay dificultad para caminar

“Parece no haber ninguna dificultad para caminar por ella… El motor de la etapa de descenso no produjo cráter de ningún tamaño… Estamos en un lugar muy nivelado”, dijo.

Armstrong añadió:

“Está bastante oscuro aquí a la sombra y me resulta sumamente difícil ver dónde voy a pisar…”

“Mirando al módulo puedo ver todo con completa claridad todo está claramente visible”.

El público en la Tierra pudo divisar con bastante nitidez la pata del alunizaje del Módulo y la escalerilla por la que descendió Armstrong.

También pudo verse al astronauta al llegar al pie de la escalerilla después de descender por sus nueve escalones, contrastando con la negra sombra proyectada por el “Águila”.

Al comenzar a caminar en forma algo valiente Armstrong informó: “La superficie es fina y pulverizada. Puedo mover el suelo con la punta del zapato. El suelo se adhiere como carbón en polvo a mi bota. Mi pie se hunde una fracción de pulgada, un octavo de pulgada”.

Armstrong recoge muestras

Armstrong recogió una pequeña muestra del suelo lunar para colocarla en un bolsillo de su traje espacial.

“Es muy interesante … es una superficie fina y blanca, pero cuando excavé para obtener la muestra de contingencia pareció ser un material cohesivo muy duro del mismo tipo”.

“Se parece mucho a los desiertos altos de Estados Unidos, pero tiene una belleza propia. Es muy hermoso aquí”.

El control de la misión tuvo que recordar a Armstrong que debía recoger la muestra de contingencia. Según el plan, la misma tenía que ser obtenida inmediatamente después de bajar del Módulo para el caso de que este tuviera que despegar apresuradamente de la Luna.

“Ya me ocuparé de eso tan pronto haya concluido esta serie de fotografías”, dijo Armstrong.

“Está bastante oscuro aquí a la sombra y me resulta un poco difícil ver, pero estoy pisando bien. Estoy tratando de llegar hasta donde hay sol”.

Mientras Aldrin bajaba por la escalerilla, comentó: “Es una cosa muy fácil pasar de un escalón al próximo”.

Luego, mientras se desplazaban cautelosamente por la superficie lunar, ambos astronautas dieron la impresión a los televidentes terrestres de que estaban viendo un película en cámara lenta.

Aldrin informó que las rocas eran algo resbalizas, teniendo una superficie recubierta de un fino polvo, tendiendo los astronautas a resbalat sobre ellas con bastante facilidad.

Armstrong informó que le era un poco difícil agacharse para recoger las muestras lunares.

Aldrin de guía

Pero Aldrin lo guió mediante el enlace de comunicaciones y Armstrong informó que la muestra contingencia se hallaba ya en el bolsillo de su traje.

En determinados momentos los astronautas tuvieron la impresión de rebotar mientras caminaban en torno al módulo alunizador para verificar su estado.

“Uno tiene que tener mucho cuidado e inclinarse en la dirección que se quiere ir pues de lo contrario se desvía”.

Aldrin informó haber encontrado una roca de color púrpura.

“Los pies se hunden en ese suelo pero no más de un cuarto de pulgada”, dijo Aldrin al describir el tipo de superficie sobre la que estaba caminando.

Armstrong posteriormente trasladó la cámara de televisión hasta un emplazamiento más alejado para mostrar una escena diferente.

Placa que se quedará en la Luna

Armstrong entonces descubrió una placa adhosada a la pata de la etapa de descenso del módulo lunar.

Esta tapa quedará en la Luna cuando los astronautas retornen a Tierra.

Armstrong leyó en alta voz las palabras inscritas en a Tierra: “Aquí hombres del planeta Tierra pusieron pie por primera vez en la Luna. Julio de 1969. Vinimos en paz en nombre de toda la humanidad”.

Aldrin desplazó la cámara en torno para mostrar la curvada y blanca superficie de la Luna a los telespectadores que seguían el acontecimiento desde 384.000 kilómetros de distancia.

Pudo verse entonces la estrambótica silueta del módulo alunizador dirigiéndose sobre la superficie lunar.

Hablando con Armstrong, desde el centro de control de Houston, se hallaba el astronauta Bruce McCandless, teniente comandante de la marina de 32 años de edad.

Elegido como astronauta en 1966 tiene acumuladas unos dos mil horas de vuelo, la mayor parte en aviones a reacción.

Los astronautas llevaron luego la cámara hasta el límite que permitía el cable de conexión con el módulo.

Allí comenzaron a hacerla girar paulatinamente para mostrar la vista panorámica de la superficie lunar de un blanco resplandeciente en algunos sectores y en otros de una profunda negrura.

También mostraron cómo el horizonte se curva a corta distancia.

Habla Nixon con astronautas

El presidente Richard Nixon congratuló cálidamente esta noche a los astronautas Neil Armstrong y Edwin Aldrin por la hazaña de haber concretado el primer alunizaje humano.

Nixon habló directamente desde Tierra con los astronautas.

“Les hablo por teléfono desde la sala oval de la Casa Blanca y creo que indudablemente esta es la llamada telefónica más histórica que jamás he efectuado”.

“Me resulta difícil expresarles el orgullo que por lo que habéis hecho experimentamos todos los norteamericanos. Este es indudablemente el día más honroso de nuestras vidas”.

“Durante un invaluable momento en la historia de la humanidad toda la gente de esta Tierra está realmente unida, unida en su orgullo por lo que habéis hecho y unida en las plegarias para que retornéis sanos y salvos a Tierra”.

Agradece Armstrong

Armstrong respondió: “Gracias, señor presidente”.

Nixon manifestó a los astronautas: “Tengo la certeza de que la gente de todo el mundo se une a nosotros los norteamericanos en el reconocimiento de la inmensa proeza que estáis realizando”.

“Debido a lo que habéis hecho los cielos se han convertido en parte del mundo del hombre”.

El descenso del módulo en la Luna fue suave y perfecto

Centro Espacial de Houston, julio 20 (UPI). El hombre llegó hoy a la Luna, haciendo realidad un sueño milenario y justificando los sacrificios y esfuerzos de muchos millares de personas.

Los astronautas norteamericanos Neil A. Armstrong y Edwin Aldrin colocaron su cosmonave Águila sobre la superficie lunar a las 4:17:42 (20:17,42 GMT) culminando un programa de 24.000 millones de dólares que abrió las puertas del universo para la humanidad.

Durante largos minutos el mundo pareció detenerse. Desde el espacio los tranquilos pilotos proporcionaban datos técnicos mientras caían hacia la superficie lunar.

A los 65 metros: “Bajamos bien”

A los 20: “Buen aspecto”

A los 10: “Recogemos un poco de polvo”

Y finalmente a las 4:01:42; “La luz de contacto encendida. El motor apagado. El Águila ha aterrizado”.

En el momento del alunizaje el satélite natural se encontraba a unos 383.900 kilómetros de la Tierra. Michael Collins, el tercer miembro de la expedición, mantenía a la nave madre Columbia en órbita alrededor de la Luna, a una altura de 111 km. mientras Armstrong y Aldrin descendían suavemente hacia su meta.

Collins a la expectativa

Collins estaba preparado para lanzarse en ayuda de los otros dos exploradores espaciales si hubiera surgido algún tropiezo grave, pero una vez que Armstrong y Aldring llegaron a la superficie desapareció toda posibilidad de auxilio.

El punto de contacto fue el Mar de la Tranquilidad, casi exactamente en el lugar elegido previamente, y el alunizaje del Águila fue acompañado de una pequeña nube de polvo.

“Un descenso muy suave”, confirmó Aldrin, mientras el encargado de las comunicaciones en Houston, Charles M. Duke, anunciaba a Collins: Ha descendido en la Base Tranquilidad. El Águila está en tranquilidad”.

Aldrin, a quien se ha calificado como el mejor científico norteamericano jamás enviado al espacio, señaló: “Conseguiremos todos los detalles de lo que nos rodea, pero parece una colección de todas las variedades de formas, ángulos… todos los tipos imaginables de piedras… parece que varias piedras y peñascos tendrán colores interesantes”.

Las muestras de la superficie lunar que recojan los astronautas serán objeto de minuciosos análisis en Tierra y su obtención es uno de los objetivos principales de la misión, pues tales fragmentos podrían revelar cómo se formó la Luna y hasta proporcionar algún indicio sobre el origen de la vida.

Armstrong ocupado

Armstrong dijo que había estado demasiado ocupado en los momentos finales del descenso para fijarse en los accidentes de la zona con el propósito de precisar exactamente su posición.

Mientras la atención general se concentraba en las maniobras de la Apolo 11 y sus tripulantes, los técnicos soviéticos hacían descender a su misterioso sateloide Luna-15 a una órbita a 15 kilómetros de la superficie lunar. Los rusos no han indicado cuál es la misión de la estación espacial, pero algunas fuentes bien informadas dicen que podría descender hasta la superficie selenita, recoger algunas muestras del suelo y tratar de regresar a la Tierra antes que los pilotos norteamericanos.

Armstrong, que es el comandante de la expedición, y que dentro de unas pocas horas será el primer hombre que pise un cuerpo celestre extraterrestre, informó que podría ver centenares de torcas de diámetros reducidos y agregó “Frente a nosotros tenemos bloques angulares (de piedra)”.

Superficie de Luna es gris

“Diría que el color de la superficie local es muy similar al que observamos desde la órbita con este ángulo del sol —declaró luego— no tiene mucho color. Es gris, un gris pizarra cuando se mira en la línea solar y más oscuro, como ceniza, cuando se mira a 90 grados del Sol”.

Sin embargo, las preocupaciones terrenas no habían quedado muy atrás.

Mientras se hacía historia en la superficie de la Luna, Collins pidió el centro del control: “Háganme saber cuando llegue el momento del almuerzo”.

Enfoque

El Comercio dio amplia cobertura a la llegada del hombre a la Luna. El día en que anunciaba la proeza tituló: “El hombre llega hoy a la Luna”. “A las 1:16 p.m. del lunes (hora de Lima), Armstrong pisará nuestro satélite”. La noticia de la agencia Reuters del 19 de julio de 1969, contaba las horas previas al alunizaje: “Mediante encendidos impecables del motor principal de nueve mil kilos de empuje, la cápsula Apolo 11 se colocó esta tarde en órbita casi circular desde la cual mañana se desprenderá el módulo de alunizaje para llevar a dos seres humanos a la más tremenda aventura del espacio, el contacto físico con la Luna.

El segundo funcionamiento del motor del módulo de servicio, que duró 17 segundos, colocó a la cosmonave en un órbita cuyo punto más alejado de la Luna está a 122,22 kilómetros y el más próximo a 100,64 kilómetros.

Debido a las variaciones en la atracción gravitacional lunar se estima que esta órbita se hará circular y quedará a 100 kilómetros de altura para cuando haya concluido la misión de exploración del suelo selenita.

En las primeras horas del lunes, el potente motor cohete de la Apolo volverá a ser puesto a prueba para que saque a la cosmonave de órbita lunar y devuelva a tierra a los astronautas.

Mañana, el módulo alunizador, con Armstrong y Aldrin como tripulantes, se separará de la Apolo y conducirá a los dos astronautas hasta el suelo selenita.

Mientras el tercer astronauta, Michael Collins, queda al comando de la espacionave principal que seguirá en órbita lunar, sus compañeros Armstrong y Aldrin concretarán la exploración soñada desde siempre por el hombre en su insaciable afán desentrañar todos los misterios del universo.

Después de permanecer casi un día entero en la Luna, los dos temerarios exploradores harán despegar el módulo para acudir al encuentro de la Apolo. En total, la cápsula de comando efectuará treinta órbitas completas en torno a la Luna, iniciando el camino de regreso a la Tierra al comienzo de la órbita número 31.

Al colocarse en órbita, casi circular, la Apolo superó airosamente uno de los escollos más difíciles y entró en la etapa culminante de su misión.

Al llegar a la cercanía de la Luna siguiendo una trayectoria inercial de retorno libre y cuando la cápsula se hallaba detrás del satélite natural de la Tierra, los cosmonautas hicieron funcionar las 17:21 GMT el motor principal para disminuir la velocidad y colocarse en órbita selenita.

Al ocultarse la cosmonave detrás de la Luna en ese crítico periodo se interrumpieron por primera vez, desde la iniciación del vuelo, las comunicaciones con Tierra.

Cuando el contacto radial quedó restablecido unos 25 minutos después del funcionamiento del motor del módulo de servicios, los supervisores de la misión dieron un enorme suspiro de alivio al escuchar la voz de uno de los tripulantes que, desde el cosmos llegaba nítidamente y decía calmosamente:

“El motor funcionó a la perfección”.

El centro de control volvió a captar las señales automáticas de telemetrías emitidas por la cápsula apenas la misma reapareció desde detrás de la Luna exactamente en el instante previsto.

Ello dio la primera pauta de que el motor había operado satisfactoriamente y había colocado a la cosmonave “Columbia” y al módulo alunizador “Águila” en la órbita deseada.

Pero pasaron tres largos minutos antes que se escuchara la voz de los astronautas, quienes al parecer tuvieron alguna dificultad en orientar la antena de elevada ganancia. Finalmente, se escuchó a Armstrong que informaba que todo había marchado “a las mil maravillas”.

El centro de control informó que el motor funcionó durante cinco minutos y 57 segundos habiéndose previsto que el tiempo de encendido fuera de seis minutos y dos segundos, estimándose, sin embargo, que la ligera diferencia registrada no afectaba seriamente los parámetros de la órbita provisoria elíptica.

El centro de control informó seguidamente que dicha órbita tenía 114 kilómetros en el punto más alejado, habiéndose previsto en el plan una trayectoria de 113 por 313 kilómetros respectivamente.

Durante los tensos 45 minutos que transcurrieron mientras la cápsula se hallaba detrás de la Luna, un silencio sepulcral se abatió pesadamente sobre consolas y supervisores en la sala principal de control de este centro espacial.

La mayoría de los supervisores quedaron silenciosos y mustios. Uno o dos miraban furtivamente sus paneles de control. Solo unos pocos musitaban una conversación, simulando una tranquilidad que las nerviosas manos desmentían.

Mientras efectuaban la primera pasada a baja altura sobre la Luna, el comandante de la misión, Armstrong, informó a Houston que la citada superficie era muy similar a la que había podido apreciar en las fotografías y mapas trazados en base a los datos recogidos por la Misión Apolo 10 efectuada hace dos meses.

“Pero nada puede igualar a la realidad”, acotó.

Armstrong añadió que había podido ver varios peñascos de regular tamaño en el fondo de un cráter aparentemente volcánico”.

La misma tarde del 20 de julio de 1969, salía una edición especial de El Comercio Gráfico:

A las 4 de la tarde, tres cuartos de hora después de la llegada del hombre a la Luna, El Comercio Gráfico estuvo en las manos de nuestros lectores con la primicia del día: “Alunizaron”. Fue un notable esfuerzo de nuestro vespertino en su afán de servir cada vez mejor al público lector, sin tener en cuenta que se trataba de un día feriado.

El sistema electrónico

21 de julio de 1969

Todo el sistema electrónico del módulo lunar Águila tiene tungsteno del Perú

Tungsteno peruano está en la Luna. No solo hay allí la porcelana nacional que lleva en un diente Armstrong como consecuencia de haberle sido empastado en Lima con ocasión de su visita a esta ciudad, de lo que dimos cuenta recientemente. También el tungsteno nacional ha llegado a nuestro satélite.

Esto fue conocido, de modo accidental, por le ingeniero Fermín Málaga, en circunstancias en que se encontraba en Nueva York, almorzando con el jefe de compras de material de General Electric, el jueves último.

El señor Agan, que así se llama ese dirigente de la indicada compañía, le dio a conocer que toda la parte eléctrica y de iluminación, preparada por la General Electric, esto es, tubos de radio, de televisión, de las computadoras y el sistema de iluminación de la Apolo y del módulo lunar tienen tungsteno nacional.

Señala el ingeniero Málaga que la firma Fermín Málaga Santolalla e Hijos, desde hace más de cuatro años, tiene contrato de venta de tungsteno con la General Electric, compañía que lo prefiere por ser el más adaptable y de mejor calidad.

Por rara coincidencia, anotó el ingeniero Málaga, el tungsteno nacional llega a la Luna el día en que se cumplen cien años de la fecha del nacimiento de su padre, el ingeniero Fermín Málaga Santolalla, quien fundó luego la empresa dedicada a explotar la mina de tungsteno, material harto escaso y que lleva el nombre de “Tungsteno Málaga” por proceder de mina de esa empresa.

Al respecto cabe anotar que la Sociedad Nacional de Minería y Petróleo rindió ayer homenaje al ingeniero Fermín Málaga Santolalla, en el centenario de su nacimiento.


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