¿Qué significa ser maestro en el Perú?
Para muchos, ser maestro es sinónimo de perseverancia, valor y sacrificio, aunque a veces la imagen de los últimos años sea de cierta desidia e incomprensión. Sin embargo, pensar en la historia del maestro es ir por un camino de pequeños y grandes momentos. El 6 de julio se celebra en el Perú el Día del Maestro. Hay muchos motivos para recordarlo…
En el Perú la fecha se celebra desde 1953, cuando gobernaba Manuel A. Odría, y se implantó para conmemorar la fundación de la Primera Escuela Normal de Varones. Los maestros, docentes o catedráticos han dejado huella imborrable en cada uno de nosotros, muchos mantenemos vivas sus enseñanzas, y han sido hacedores de muchos personajes importantes en el país. Cada logro que obtenemos, de alguna manera, ha sido influenciado por alguna experiencia o consejo memorable de estos “héroes” de la educación.
Tal vez no sepamos más de ellos, asistimos a reencuentros de antiguos alumnos, donde revivimos grandes anécdotas de aula; revisamos fotos de colegio o asistimos al entierro de algún profesor. Cuando recordamos a estos “padres sustitutos”, pensamos en la educación que nos dieron para ganarnos la vida y la que nos dieron para vivirla.
Nos enseñaron a escribir, leer, sumar, jugar limpio o tener confianza en nuestras ideas, decisiones y propósitos. Los mayores recordarán a Raúl Porras Barrenechea, a Jorge Basadre, o a Washington Delgado; los más jóvenes a Constantino Carvallo, por ejemplo; y otros, aún en aulas, tendrán sus nombres en la memoria de todos los días, frente a un pizarrón.
¿Quién recuerda el nombre del profesor que le enseñó a escribir por primera vez? Sin duda, habrá más de una añoranza. Recuerdo bien a mi profesora de ballet, acababa de cumplir mis 5 años y me decía “sin disciplina no hay logros, y sin logros no hay felicidad”. Con los años entendí lo importante de sus palabras, cuando caía al dar un mal salto. Me repetía “una vez más, hasta que lo logres”; en sus palabras dulces y claras encontré seguridad y confianza. Muchas gracias por eso.
Entre huelgas y reclamos por mejorar sus beneficios, o en las celebraciones del 6 de julio en los colegios, no dejamos de sentir nostalgia por ellos o vernos en el espejo y percibir que nosotros somos un poco su reflejo.
Nos sentirnos golpeados cuando son mellados. Nos hicieron la vida placentera e imposible -a veces- con el único objetivo de vernos crecer. Nos llevaron a reír y también nos obligaron a algunas amanecidas. Les hicimos bromas pesadas o los bautizamos con algún apodo imborrable y creativo. Cosas de chicos.
Algunas de las fotos de mis amigos de trabajo registran -como grabados egipcios- instantes con nuestros “segundos padres”. Pasamos tantas horas en la escuela o los tuvimos detrás de nuestras tesis.
La verdad es que no alcanzaría papel para enumerar esos momentos, o escritos como los de Paco Yunque, de César Vallejo; Los Cachorros, de Vargas Llosa; Diario Educar, de Constantino Carvallo; o El Profesor, de Francis “Frank” McCourt; sin mencionar las películas que han ambientado esos pasajes como “Los Coristas” de Christophe Barratier. Son demasiados.
Desde pequeños nos aventuramos en educación inicial, luego en la primaria, salimos vivos de la secundaria, y seguimos estudios universitarios; luego, quizás, una especialización… En todos esos momentos nos acompañaron estos verdaderos amigos, a quienes llamamos “maestro” o, con cariño, “profe o miss”. Gracias por su amor educativo. ¿Cómo agradecerles tanta dedicación?
(Marleny López)
Fotos color: Archivo Familiar
Fotos: Archivo Histórico El Comercio