Gareca ha dejado un equipo que durará todas las Eliminatorias 2026. El trabajo que falta es para después. (Foto: Daniel Apuy / Archivo)
Gareca ha dejado un equipo que durará todas las Eliminatorias 2026. El trabajo que falta es para después. (Foto: Daniel Apuy / Archivo)
/ Daniel Apuy 1
José Antonio Bragayrac

Drenado el charco de lágrimas por el adiós definitivo a Ricardo Gareca, urge un diagnóstico sobre la situación del fútbol peruano. Un 40% de los imprescindibles de la Bicolor llegará a la próxima justa mundialista con una media superior a los 35 años de edad y es improbable ensanchar esa base de manera inmediata así sea Bielsa o Guardiola quien asuma la conducción, por lo que la tarea pendiente resulta obvia para el nuevo entrenador: ampliar el universo de jugadores y propiciar un recambio generacional progresivo.

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Eso nos lleva al primer problema: el fútbol peruano. Tenemos una Liga 1 poco competitiva y en ella, clubes cuyo modelo de negocio no se vincula a la formación de futbolistas. Por el contrario, instituciones quebradas, intervenidas y de precaria infraestructura es lo que campea; además de una visión deportiva cortoplacista mayormente. El panorama no mejoró desde 2015, con la llegada de Gareca, y por el contrario la percepción es que se agudiza.

Un segundo dilema pone foco sobre el trabajo de menores desde la FPF y cuya responsabilidad mayor recae en Ernesto Arakaki, quien desde fines de 2019 hasta hoy no ha evidenciado rasgos contundentes de avance o mejora en las diferentes categorías, amparado quizá en la parálisis competitiva a efectos de la pandemia.

El tercer problema puede ser visto de manera más optimista: la captación de jugadores con raíces peruanas en el exterior. Según Pablo Bossi, quien lidera esa área en la FPF, existe ya más de medio millar de futbolistas mapeados, volumen auspicioso si la idea es inducir a que el fenómeno Lapadula se repita cuantitativamente. Los frutos de esa cosecha, sin embargo, todavía se limitan solo a la expectativa.

A todo ello se suma un factor que Gareca hizo notorio: la ausencia de una adecuada política deportiva. Esto contribuye a que nuestro fútbol se erija sobre papel mojado. Por eso, más allá del acierto o fracaso deportivo que obtenga el sucesor de Gareca, es vital que el nuevo proyecto de la FPF contemple todas las aristas, en un plan unificado de reestructuración del fútbol peruano. De lo contrario, pronto habrá que sobrevivir de la nostalgia, otra vez.

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