El negocio de las discotecas que le cambiaron las noches a Lima
El negocio de las discotecas que le cambiaron las noches a Lima

Se dice que la es una creación alemana que data de 1959, cuando en una sala de baile -llamada Scotch Club- ubicada en la ciudad de Aquisgrán, no asistieron los músicos que solían animar la noche. La única salida que encontraron los propietarios del lugar fue recurrir a los discos grabados por el grupo para salvar la noche.

Por supuesto, que debió ser una versión bastante arcaica de la actual. Es más, se dice que el molde real de lo que hoy se conoce como discoteca se fabricó en los años 70 con la música disco -a la que debería realmente su nombre- que le dio propiedades como las luces multicolores, una pista de baile, , seducción y tragos, todo mezclado y batido en una sola noche.

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La moda fue mundial y Lima no se quedó fuera de la tendencia. No hay registro acerca de la primera discoteca en el Perú, muchas han pasado por la historia sin dejar un recuerdo mínimo, sobre todo porque este negocio no requiere grandes capitales: entrar y salir; abrir y cerrar; reformular o relanzar; son verbos inherentes a este rubro. Hubieron muchos intentos de desarrollar una buena discoteca en Lima desde los setenta, pero quizás la primera que marcó época fue la No Disco, cuyo nombre incluso se rebela a lo que fue el origen discotequero.

La No Disco data de 1979, estuvo entre las esquinas de Schell y la calle Los Pinos en Miraflores y fue uno de los baluartes de la onda new wave en el Perú.

Las discotecas como todo negocio requieren una buena administración, darle al público novedades, y sobre todo mantenerlos satisfechos. El soporte de una discoteca es casi 100% la música. Así, en la medida que esta acompañe los cambios generacionales, podrá sobrevivir.

"Una discoteca tiene una vida de entre tres a cinco años, porque siempre hay un cambio generacional que exige nuevas tendencias", señala DJ Eduardo Lenti, quien ha escrito acerca de la movida discotequera limeña.

La onda discotequera limeña tuvo representantes después de la No Disco como No Helden (en el Centro de Lima) y el Biz Pix (en Miraflores), hasta llegar a la recordada Nirvana, una discoteca ochentera que fue todo un ícono y que abrió sus puertas alrededor de 1988, según cuenta Lenti en su blog personal.

Ahora el Nirvana, de ser una discoteca liberadora de rebeldía -ubicada en la cuadra 6 de Schell en Miraflores- ha pasado a ser una fría lavandería al peso de ropa sucia.

La historia urbana también da cuenta de discotecas en San Isidro como la Go-Go's (que después se convertiría en el Camelot), o la Reflejos, que popularmente es recordada como la Ruflejos (por aspectos aún inexplicables).

Como muchos negocios, las discotecas de finales de los 80 tuvieron que sobrevivir teniendo como atmósfera los apagones, los toques de queda y la inseguridad económica de esos años que en muchos de los casos las obligaron a cerrar.

DE OTRA ONDA
En los años 90 también se dio una segunda escalada de discotecas: Bauhaus fue una de las que marcaron época. Abierta en 1993 por un grupo de empresarios liderados por los hermanos Natteri, fue uno de los locales que rompieron la maldición generacional manteniendo sus puertas abiertas por casi 12 años (cerró en diciembre del 2002).

Bauhaus formó parte de un grupo de discotecas legendarias como The Piano (en la calle El Polo), Sexes (en el jirón Dasso, en San Isidro) y otras ubicadas en Miraflores como Psicosis (en el jirón Bellavista), Red & Blue (jirón Larco) y el Mamut (jirón Berlín).

Posteriormente, vendrían otras propuestas que aún perviven en Miraflores como Bizarro y Nébula, que pertenecen ya a la presente década, junto a (antes Mr. Frogs).

Sin embargo, la movida juvenil no se ha restringido a Miraflores, San Isidro o Surco. Se dieron otras propuestas discotequeras para jóvenes de otras tendencias musicales como el recordado Salonazo, ubicado en Surquillo -en cuyo terreno se ha construido un centro comercial-, la Máquina del Sabor (en Chorrillos y en la avenida Venezuela), el Noctambul (en Barranco) y el Tequila (en la avenida La Marina).

NO HAY FÓRMULA
En realidad, no existe fórmula para que un negocio discotequero sea eterno. El aspecto generacional asociado a estos locales suele ser fuerte. Personas dedicadas a este negocio indican que hoy deben plantear estrategias de márketing distintas cada año para atraer al público. "Siempre hay que tenerlos motivados y darles algo diferente cada vez", señala una fuente.

Siempre habrá una discoteca para cada tendencia y generación. Todos solemos guardar afecto por una que en un momento se convirtió en nuestro templo. Es seguro que usted también guarda cariño por alguna, porque sintonizó con el ritmo que logró mover su humanidad. ¿Lo recuerda? ¿Sí? Fueron buenos tiempos.

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