(Rolly Reyna / El Comercio)
(Rolly Reyna / El Comercio)
Renzo Giner Vásquez

El reloj marca las 8:00 a.m. del sábado cuando dos niños de unos 4 años de edad bajan de un vehículo. Uno de ellos luce bastante alterado. Llora, grita, golpea al aire y se tapa las orejas. La joven que lo lleva de la mano se acerca a dos personas que desde hace un rato vienen ajustando una silla de montar en un caballo. Juntos suben al pequeño en medio de llantos y más gritos. No han pasado ni cinco minutos y el niño luce totalmente calmado, incluso lo vemos abrazando al caballo por la crin. Su sesión de ha comenzado.

“Nico suele ser bastante tranquilito. Seguro algo ha cambiado en su rutina y por eso estaba un poco alterado. Sus rutinas son muy importantes”, nos explica Hugo Paurinotto, fundador del Centro Ecuestre Terapéutico (CET), ubicado en el kilómetro 19,5 de la Panamericana Sur, en Chorrillos.

Tanto Nico –quien sigue sobre el lomo del caballo— como su hermano Renzo que lo ve desde debajo de un toldo junto a su madre tienen TEA (Trastorno del Espectro ) y siguen un tratamiento en el CET, que en 17 años de funcionamiento ha atendido a cerca de 3 mil pacientes.

La equinoterapia es un tipo de tratamiento asistido por animales que se aplica desde hace por lo menos 60 años en el mundo. En él, terapeutas y caballos entrenados trabajan en equipo para poder tratar a diferentes tipos de pacientes que podemos clasificar en cinco grandes grupos.

“El primer grupo, y por el que nace la equinoterapia, son los tratamientos de fisioterapia. Trata cualquier problema físico, congénito o generado. El segundo son los problemas neurológicos, como la parálisis cerebral, el síndrome de Down o el autismo. También trabajamos con pacientes que tienen problemas conductuales, desde casos de agresividad hasta otros donde se fortalece la autoestima. El cuarto campo son las adicciones como la ludopatía o desórdenes alimenticio”, explica Paurinotto. “El último campo es la parte emotiva, trabajamos con personas que están intentando superar un duelo, una separación o casos similares”.

Este apasionado por los caballos nos cuenta que hace 30 años abrió el centro como una escuela de equitación, pero durante sus estudios de posgrado en Francia conoció más sobre la equinoterapia. “Me comencé a preguntar cómo en el Perú no teníamos esto para poder ayudar a más gente, por eso decidí traerlo a mi centro”, añade.

Pero todos estos beneficios hacen que nos preguntemos, ¿qué particularidad poseen los caballos que les permite realizar este tipo de tratamiento?

“La parte fundamental de la equinoterapia está en el andar. El andar del caballo es tridimensional, muy similar al de las personas. Caminar hace que nuestro cerebro emita entre 130 y 150 oscilaciones por segundo, esas oscilaciones van sobre nuestros músculos preparándolos porque algo puede pasar”, nos responde Paurinotto. “En los pacientes con autismo, la constancia del andar del caballo le da cierto orden a su cerebro, cierta estabilidad. Además, trabajar al aire libre estimula su sistema parasimpático, generando endorfinas. Pero ese es solo el primer paso, cuando el paciente está estable comienza el trabajo del terapista”.

Es preciso resaltar que no todos los caballos pueden ser utilizados para sesiones de equinoterapia. “Acá tenemos cerca de 60 caballos y apenas 25 son terapéuticos”, explica Paurinotto.

Lo más importante en el caballo usado para estas terapias es la constancia al andar, por ello los caballos de paso peruanos quedan descartados. Además, el animal debe tener una personalidad que encaje con este tipo de sesiones, es decir, ser bastante manso.

Finalmente, los caballos que cumplan con esas condiciones deben seguir una preparación de entre 3 y 4 años para poder ser usados en equinoterapia. Para conocer más sobre el trabajo que siguen los instructores nos acercamos a Alejandro Beingolea, a quien todos por aquí llaman Jani. “En todos mis trabajos, en mi familia y mis amigos me dicen así”, explica riendo.

Encontramos al instructor terminando su sesión con Nicolás, un joven con síndrome de Down que lleva cuatro años asistiendo a sesiones de equinoterapia. Su madre, Mery, nos cuenta que cuando recién llegó al CET Nicolás le temía a los animales, pero ahora espera con ansías cada sábado para acudir a sus terapias.

“El avance ha sido tan grande que Nicolás pasó de tenerle miedo a los animales a que tengamos un perro en la casa desde el año pasado”, cuenta Mery. “Yo he visto beneficios en el área motora, emocional y de lenguaje”.

“Yo monto caballos desde hace 32 años, pero trabajando con Hugo llevaré unos 10 años por lo menos. No tengo una formación académica en equitación ni en terapia, soy economista y trabajé por 35 años en bancos, pero siempre ayudaba a Hugo con clases o terapias básicamente con niños”, nos explica Jani. “Lo importante es la conexión, siempre he tenido buena química con los niños, me gusta que las sesiones tengan un poco de juego para que pierdan los nervios”.

“Hay avances muy notables en todos los casos. Hay chicos que llegan a gritos, pero a los pocos minutos los caballos los tranquilizan. Por eso vengo contento acá, porque veo casos increíbles”, concluye.

Sin embargo, quisimos conocer qué tipos de pacientes con TEA podían recibir este tipo de tratamiento y, sobre todo, qué posibilidades existían de obtener resultados. Por ello conversamos con Lizbeth Pineda, psicóloga clínica educacional y fundadora del Centro de Educación Caminito Autismo Perú.

“En realidad no hay una base científica muy sólida que demuestre que hay grandes resultados en los chicos con TEA. Sin embargo, por el área sensorial y motora sí contribuye en el desarrollo de un niño con TEA”, explica Pineda. “Los papás que conozco y que han llevado a sus hijos a estos tratamientos me dicen que durante la sesión los niños se calman, pero luego vuelven las conductas inadecuadas. A lo que voy es que la equinoterapia debe ir acompañada de un tratamiento más integral, se necesita otro tipo de intervención”.

También debemos tener en cuenta que existen tres niveles de TEA, donde el grado 3 es el más severo. “A ninguno les haría daño hacer equinoterapia, pero yo sobre todo lo recomendaría para los niveles 1 y 2. Especialmente en el grado 1”, dice Pineda.

Segú el Minsa, 15,625 personas son tratadas por autismo en el Perú. De esta cifra, el 90% son menores de 11 años y casi el 81,1% son varones. A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud estima que 1 de cada 160 niños presentan esta condición.

“Es muy difícil para las familias aceptar la condición. La mayoría pregunta cuándo se curará, pero no tiene nada de qué curarse, esto no es una enfermedad es una condición. Ese es el primer gran paso”, explica la psicóloga que lleva 18 años trabajando con pacientes con TEA. “Las primeras alertas es que no responden al llamado por su nombre, no hace contacto visual, no se relaciona con otros niños, tienen 2 o 3 años y no tienen lenguaje”.

Lo más importante ante las primeras señales es realizar un diagnóstico temprano. Pineda insiste en que sí es posible realizarlo antes de los 3 años. “Mientras más temprana sea la intervención y antes comiencen las terapias mejores avances se ven”, explica.

Los especialistas encargados de diagnosticar si un niño presenta condiciones del TEA son un psicólogo especializado o un neuropediatra.

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