Vera Stastny fue reconocida como Personalidad Meritoria de la Cultura por el Ministerio de Cultura en el 2012. (Foto: Rolly Reyna/El Comercio)
Vera Stastny fue reconocida como Personalidad Meritoria de la Cultura por el Ministerio de Cultura en el 2012. (Foto: Rolly Reyna/El Comercio)
/ ROLLY REYNA
Czar Gutiérrez

“Fue un acto de amor puro”, dice, recordando esa mañana de marzo de 1963 cuando aterrizó en . Nacida en Praga, había egresado del Royal Ballet de Londres y estaba viviendo en París cuando conoció a un joven estudiante peruano de Historia del Arte bajo cuyo influjo cruzó el charco y se instaló en un remoto país sudamericano del cual no tenía la más mínima idea. “Llegué supuestamente por dos años, pero como él trabajaba en arte virreinal y había mucho que hacer por la danza contemporánea, me fui quedando y quedando. Hasta convertirme en la peruana que ves”, señala.

Dice también que entonces Lima era una ciudad casi invulnerable a la danza contemporánea. "Había grupos dispersos y en el INC se hacían cosas que no eran ni folclor ni ballet. El panorama, en general, estaba dominado por don Quijote y sus 'bodas de Camacho'. O por 'El corsario' de Lord Byron". Hasta que después de algunos escarceos en efímeros centros culturales, durante siete años dirigió un colectivo indistintamente llamado Grupo Nacional de Danza y Grupo Moderno de Cámara. "Pero en las comunicaciones oficiales yo lo llamaba Ballet Nacional, tanto que un día decidieron ponerle oficialmente ese nombre".

Hasta que en 1971, el rector Luis Alberto Sánchez la llamó para dirigir el ballet de la Universidad de San Marcos, primer intento serio para profesionalizar ese arte en el país. Desde entonces, la bailarina Vera Statsny –formada en la Escuela Juilliard de Nueva York y alumna de Boris Kniaseff, creador del célebre sistema 'barre par terre'– iría todos los días durante 48 años ininterrumpidos hasta la vieja casona del Parque Universitario. "Ese local es mi hogar, pero ya me resulta complicado ir hasta allá", dice.

—Método y locura—

"Recuerdo que en esos primeros tiempos era imposible importar zapatillas de ballet. Entonces les dije que teníamos que bailar descalzos, que no tener las de punta y satén no era una disculpa válida. Y así fuimos cambiando el rumbo. Y creando nuestro propio repertorio, pues esa siempre ha sido la mística de San Marcos antes que estar pendientes de la boletería". Aguza la memoria para decir que conoció todo el país con el Ballet Nacional. Y también el extranjero, cuando la escuela se presentó en los festivales de Bogotá, Cali, Manizales, Pereira o Quito.

Y, claro, sus actuaciones en los teatros de Glasgow y Londres, ciudad particularmente entrañable porque allí recibió el influjo de las escuelas de Kirov y San Petesburgo. Pero semejante 'background' hubiese servido de poco si en el amanecer de la danza peruana no hubiese conocido al profesor Roger Fenonjois, que venía de trabajar en la Asociación de Artistas Aficionados. Juntos impulsaron la escuela de San Marcos, que terminaría creando la primera Escuela Profesional de Danza.

Vera Statsny dirige desde el 2003 Danza de la Esperanza, un proyecto que fomenta, desde la danza, el desarrollo integral de los habitantes más jóvenes de Comas, Los Olivos e Independencia. Por esto y mucho más, este 1 de octubre debía haber sido condecorada por el Congreso de la República. “Pero así son los avatares de la política. Igual en el Perú todavía podemos vivir muy bien porque, como dice Shakesperare, ‘en esta locura hay un método’”. Y sigue sonriendo.

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