Este jueves se cumplen 25 años desde que el y tomamos la decisión de dar un gran paso al futuro resolviendo, mediante el diálogo y la negociación, las diferencias que nos mantuvieron distanciados durante varias décadas.

En este proceso, que se inició con la Declaración de Paz de Itamaraty del 17 de febrero de 1995 y concluyó con losdel 26 de octubre de 1998, desempeñaron un rol decisivo ambas diplomacias profesionales, comprometidas con sus respectivos intereses nacionales y sobre los que se construyeron la paz, la amistad, la cooperación y la integración; tan anhelados por ambos pueblos.

El apoyo que recibimos de los países garantes del Protocolo de Río de Janeiro resultó decisivo. Honrando el compromiso que asumieron en 1942, Argentina, Brasil, Chile y los Estados Unidos de América nos acompañaron en cada etapa de la negociación y, finalmente, nos ofrecieron una solución creativa y basada en el Derecho Internacional para superar los impases que subsistían.

La firme voluntad política de los dos gobiernos de llevar a un buen puerto las negociaciones se sustentó en el decidido apoyo de ambos pueblos que privilegiaron los valores y principios que los unen, y el deseo de construir un futuro compartido de progreso y bienestar.

De esta manera, los Acuerdos de Brasilia permitieron iniciar una nueva etapa en las relaciones bilaterales, caracterizadas por la amistad, el respeto mutuo, la generación de confianza y una comprometida voluntad de integración. En ese contexto, se celebró, en el año 2007, el primer Encuentro Presidencial y Gabinete Binacional en el que se abordaron los temas prioritarios de la agenda bilateral.

Los acuerdos se han traducido, asimismo, en un incremento y diversificación sostenida del comercio bilateral. Para dimensionar este positivo impacto, basta con señalar que el intercambio comercial alcanzado en el 2022 es siete veces mayor al de 1998. A ello, se suman las crecientes inversiones de capital en ambos sentidos, que generan empleos de calidad en los dos países y contribuyen a un mayor encadenamiento productivo de nuestras economías.

Hemos profundizado también los procesos de integración fronteriza a través de la habilitación de pasos de frontera y Centros Binacionales de Atención en Frontera (Cebaf) que facilitan el tránsito de personas, vehículos y bienes, principalmente en beneficio de las poblaciones fronterizas.

Hoy podemos enfrentar, unidos, los enormes desafíos del presente: combatimos coordinadamente los delitos transfronterizos, estamos comprometidos con una genuina gestión integrada de los recursos hídricos que compartimos y en el fortalecimiento del proceso de integración andina, y avanzamos de la mano en la protección del medio ambiente, desde las costas del Pacífico hasta nuestra Amazonía.

Finalmente, en un contexto internacional en el que lamentablemente presenciamos niveles alarmantes de violencia y conflicto en otras partes del mundo, el legado de los Acuerdos de Paz de Brasilia reviste un significado aún más profundo. Es un testimonio de que, a través del diálogo y la solución pacífica de controversias, es posible construir relaciones sólidas que permitan fomentar la cooperación y el desarrollo para nuestros pueblos.

Por ello, la fructífera relación vecinal alcanzada por el Perú y Ecuador a partir de la firma de estos acuerdos constituye un ejemplo inspirador para la región y el mundo, y tengo la certeza de que en el futuro ambos países continuaremos desplegando esfuerzos mutuos para consolidar a América Latina como una zona de paz y prosperidad.

Celebramos con alegría, optimismo y visión de futuro estos 25 años de los Acuerdos de Paz de Brasilia que nos encuentran más unidos que nunca, en nuestro compromiso con la democracia, el Estado de derecho y el desarrollo social.



*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Ana Cecilia Gervasi Díaz es Ministra de Relaciones Exteriores