La gesta de José Gálvez, por Víctor Andrés García Belaunde
La gesta de José Gálvez, por Víctor Andrés García Belaunde

El 4 de agosto de 1863 se produjeron enfrentamientos entre trabajadores vascos y peruanos en la hacienda Talambo, producto de lo cual murió un español. El incidente fue utilizado como pretexto por la flota española que se encontraba navegando en las costas del Pacífico bajo el nombre de Expedición Científica. Al no encontrar respuestas por parte del Perú que complacieran sus expectativas, irrumpieron en las islas Chincha, cuyo guano constituía una fuente fundamental de los recursos fiscales del país.

Ante la imposibilidad de hacer frente a la escuadra española, el gobierno del general Juan Antonio Pezet firmó el tratado Vivanco-Pareja, el 27 de enero de 1865, y al mismo tiempo envió emisarios para la adquisición de barcos a fin de hacer frente a la agresión. Fruto de esta iniciativa llegaron al Perú durante el conflicto las corbetas Unión y América, mientras se terminaban de construir dos modernos blindados en Inglaterra: Huáscar e Independencia. Sin embargo, Pezet aprobó el tratado sin la ratificación del Congreso, lo cual lo hacía nulo. Mientras tanto, se gestaba la revolución para destituir al gobierno constitucional, primero con Pedro Diez Canseco y luego con Mariano Ignacio Prado.

Los revolucionarios tuvieron éxito y llegaron al poder, y al conformarse el gabinete, este se compuso con los personajes liberales más connotados de la época. Fue entonces que se desconoció el tratado Vivanco-Pareja y se declaró la guerra a España en diciembre, cuando Chile ya lo había hecho en setiembre de 1865. El Perú, al ser aliado de Chile, se comprometió a enviar nuestra escuadra a sus costas.

El 27 de abril el jefe español Casto Méndez Núñez anunció que bombardearía el puerto de Callao, lo que dio tiempo para fortificar la bahía, siendo el secretario de Guerra (ministro) José Gálvez Egúsquiza, el más activo de los organizadores de la defensa del puerto y bajo cuyas órdenes se movilizaron los defensores.

Las baterías peruanas se ubicaron de sur a norte y la torre de La Merced quedó al mando de Gálvez. Según entendidos en estrategia de guerra, estas baterías no estuvieron bien protegidas ya que tenían izada la bandera peruana en un acto de patriotismo reñido con la táctica de combate. Ello permitió que rápidamente se ubicara la procedencia del fuego tal como lo corroboran fotos y pinturas de la época realizadas por testigos. El combate se inició a las 11:50 de la mañana del 2 de mayo, y a las 13 horas una bala lanzada de la fragata Blanca cayó en uno de los saquetes de pólvora de la torre de La Merced, lo cual produjo la muerte de casi todos sus defensores, entre ellos Gálvez, quien se expuso con arrojo y valor en la defensa de nuestra patria. 

En 1874 se inauguró el Monumento a la Victoria del 2 de mayo, en el antiguo óvalo de la Reina, en el que destaca la figura de Gálvez, que aparece desfalleciente, mientras que en lo alto de la columna la gloria corona con el laurel a los defensores.

Historias como esta demuestran que siempre hubo personajes descollantes, que sin interesarles un lugar de privilegio ni fortuna, entregaron todo por el Perú. A ciento cincuenta años del conflicto con España, Gálvez será siempre la figura emblemática de aquel suceso.