Maurizio Cavani

, el síndrome de extraño nombre al que la población teme, actualmente se encuentra en su pico más alto en el Perú. A continuación, comparto una opinión que busca explicar este nuevo problema de salud pública al que nos enfrentamos, pero prescindiendo de comentarios alarmistas.

El síndrome de Guillain-Barré (más conocido como GBS por sus siglas en inglés) se presenta zonalmente en sus diferentes formas, siempre causando un daño progresivo al sistema nervioso periférico. Es, en efecto, un problema de salud de gran importancia en el mundo, y ha dejado de ser “raro” para aparecer de forma frecuente en los últimos años, debido a los cambios ambientales que está sufriendo el planeta.

En específico, se trata de una enfermedad autoinmune, también llamadas “idiopáticas” o de origen desconocido. Cuando digo “autoinmune” me refiero a que nuestro propio sistema inmunológico es el que ocasiona el daño. El desorden no tiene un origen preciso; sin embargo, a lo largo de años de investigación se ha correlacionado con infecciones previas de patógenos bacterianos y virales conocidos (Campylobacter jejuni, citomegalovirus, virus de Epstein Barr, Zika, , entre otros).

Partiendo de esta premisa, luego de semanas posteriores a la infección aparecen los primeros síntomas de debilidad y hormigueo en las extremidades, llegando a extenderse por todo el cuerpo, hasta causar una parálisis generalizada que requiere internamiento y tratamiento paliativo. Si bien no es considerado como un desorden autoinmune mortal, existe una minoría de casos de gravedad o de sintomatología persistente, e incluso recaídas. Empero, la mayoría de los afectados se recuperan completamente después de meses; y, en algunos casos, años.

Si tenemos en cuenta esto, podemos hacer hincapié en lo que, según se cree, puede ser el origen en la actualidad. Este 2023 venimos sufriendo cambios ambientales sumamente bruscos debido al , lo que trae consigo una gran cantidad de fenómenos climáticos que no concuerdan con las estaciones: inundaciones por lluvias intensas, sequías y altas temperaturas. El efecto de todo ello, en países como el nuestro, en el que la salud de las personas no es la prioridad número uno del Estado, es el estallido de los casos de enfermedades infecciosas gastrointestinales y respiratorias. El GBS es uno de los muchos desórdenes autoinmunes correlacionados con infecciones previas, al igual que muchos otros que se encuentran desatendidos por deficiencias en el sistema de salud, la falta de especialistas y, principalmente, la falta de investigación científica en esa área.

En mi experiencia investigando las enfermedades autoinmunes, estudié brevemente la artritis infecciosa. Esta enfermedad, así como el GBS, carece de un origen preciso; no obstante, se han planteado diferentes hipótesis y una de ellas es el llamado “mimetismo molecular” o “mimetismo antigénico”. ¿Qué significa esto? Me explico: el organismo tiene “soldados” que atacan los extraños que buscan usurpar en sus dominios. Estos soldados son los linfocitos T y B; pero estos tienen que ser llamados previamente por otros “soldados”, a los que llamaremos “scouts” o del “primer frente”. Estos scouts dan la campanada de alerta y reconocen al enemigo, y luego se lo comunican a los linfocitos T y B. A este paso, técnicamente, se le denomina “presentación del antígeno”, que es una molécula extraña, ajena al organismo. En primer lugar, los linfocitos B producirán anticuerpos específicos contra estos antígenos, los que se adhieren al patógeno esperando la llegada de los linfocitos T y otras células y moléculas especializadas para desatar la guerra para, en segundo lugar, acabar con la infección.

Ahora, supongamos que el ejército invasor tiene una vestimenta similar a las que usan los soldados de nuestro organismo. Semanas después, ya sin la presencia del patógeno, el sistema inmunológico permanecerá activado y confundido porque sigue viendo enemigos sin que realmente estén ahí. En realidad, no es que el sistema se esté equivocando. A este proceso se le llama “reactividad cruzada por mimetismo antigénico”, dado que las bacterias y los virus tienen partes de sus proteínas que se asemejan a las proteínas propias de nuestro organismo. De esta manera, las células del sistema inmunológico activado también pueden reconocer lo propio como extraño y atacarlo, debido a que se parece a aquello que “vieron” previamente. Como siempre digo, esto suena a ficción, pero la teoría y la corta evidencia que se tiene relata que este tipo de comportamiento inmunogénico es muy probable.

El síndrome Guillain-Barré debe ser entendido como una consecuencia, al menos bajo la etiología que se maneja actualmente. Si bien no debe ser tomado como una amenaza, debe ser un punto importante en la agenda del . El Estado debería dirigir parte del presupuesto a adquirir las inmunoglobulinas para tratar a las decenas de internos que ya se encuentran en los hospitales de las diferentes regiones afectadas. Sin perjuicio de ello, lo que sí debe ser tratado como una amenaza para la salud de la población es el exceso de casos de enfermedades infecciosas debido al cambio climático y, para esto, sí se requiere un esfuerzo multidisciplinario del Estado en general. La población clama por menos politiquería y más acción.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Maurizio Cavani es biólogo computacional. MSc. UPCH