Maria Cecilia  Villegas

En la mañana del sábado 11 de febrero, seis efectivos de la Dinoes y dos policías de la comisaría de Natividad se dirigían a Puerto Cocos, en el distrito de Pichari, provincia de La Convención, en . Esta provincia forma parte de lo que se conoce como el : el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, zona donde opera el Militarizado Partido Comunista del Perú, facción de o que en 1999 rompió con Abimael Guzmán y que es dirigido por Víctor Quispe Palomino (‘José’).

A las 9:40 de la mañana, los efectivos fueron sorprendidos por granadas y una lluvia de proyectiles AKM. Cuando la camioneta se volcó, los narcoterroristas remataron a los sobrevivientes con disparos en la cabeza. Siete efectivos fueron asesinados. El capitán Edwin Mego sobrevivió, pero resultó herido y tuvo que ser trasladado a la ciudad de Lima. En esta zona no hay un hospital que cuente con la infraestructura, el personal, los instrumentos y la seguridad necesarios para atenderlo.

El Perú viene librando una guerra desde hace más de 25 años contra el narcoterrorismo. Una larga guerra que aún no avizora final; donde las acciones son financiadas por grupos del , lo que les permite reagruparse y acceder a armas y municiones rápidamente. Mientras, nuestros policías y miembros de las Fuerzas Armadas son enviados al Vraem sin pertrechos, sin armamento suficiente y con un rancho que con las justas les permite sobrevivir. Y, sin embargo, se las han arreglado para realizar operaciones exitosas en los dos últimos años, como la Operación Patriota, realizada entre el 11 y 17 de agosto del 2022 por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (CCFFAA) y que logró descubrir y neutralizar el escondite de ‘José’ e incautar armas y pertrechos.

En el Vraem viven aproximadamente 467.000 peruanos, de ellos el 65% vive en pobreza y el 27% en pobreza extrema. Esto es tres veces más que el promedio nacional. La mayoría de ellos (7 de cada 10) tiene como lengua materna una lengua indígena u originaria. Muchos no tienen DNI. Son 69 distritos que viven entre el abandono y la extrema pobreza. Pucacolpa es el distrito con el nivel de pobreza más alto: 9 de cada 10 vive en pobreza y el 58% de ellos en pobreza extrema. Cuatro de cada 10 niños padecen de desnutrición crónica infantil y el 34% de anemia. ¿Qué futuro pueden tener los niños en el Vraem si ni siquiera pueden acceder a infraestructura de educación? El 39% de los colegios en el Vraem debe ser reconstruido. Y viven en medio de una guerra. Basta con recordar cómo, el 23 de mayo del 2021, 16 personas, entre ellos dos niños, fueron asesinados por los Quispe Palomino y sus cuerpos carbonizados.

Cuando el Perú se montó sobre la ola de crecimiento económico en la primera década de este siglo, nos olvidamos que había un sector que se quedaba excluido. Aquellos que no tienen casas de material noble, que viven en los cerros, sean de la periferia de las grandes ciudades o en las zonas rurales, en la pampa, en el monte o en la puna, no tienen acceso a viviendas de calidad, que protejan a sus hijos de las inclemencias del clima, no tienen la posibilidad de darles tres comidas al día para cubrir el índice calórico, no tienen acceso a servicios de salud y educación de buena calidad, a pistas, veredas, agua y saneamiento. Lo sabemos, lo vemos todos los días, pero por años hemos preferido mirar a otro lado y conformarnos con las cifras macro. En el Vraem, como en muchas zonas del país, viven peruanos que son víctimas de la violencia constante ejercida por grupos ilegales del crimen organizado. Donde no hay presencia del Estado y están abandonados a su suerte.

La estrategia para recuperar el Vraem no puede ser solo militar/policial. Necesitamos enfrentar el problema del narcotráfico: la producción de hoja de coca, los insumos y el transporte. Necesitamos llegar a los ciudadanos, satisfacer sus necesidades básicas y llevar desarrollo económico, uno que nos permita competir contra la economía de la coca.

Maria Cecilia Villegas es CEO de Capitalismo Consciente Perú